viernes, 16 de julio de 2010

Vacaciones

- ¿Te quieres dar prisa, Puto Bocazas? – le dije a mi loro, Puto Bocazas – Al final, vamos a perder el avión.

- ¡Estoy hasta el copete de andar, Troglo! ¿Quién diseñó éste aeropuerto, el correcaminos? Vamos a parar a tomar un cubata para recuperar, si seguro que sale con retraso, como siempre.

- ¡DIN DON! Se comunica a los señores pasajeros del vuelo PB-001 con destino a la playuki, que su vuelo sufrirá un retraso aproximado de gromecientos minutos.

- ¡Grrr! ¡Eres un cenizo de campeonato, Puto Bocazas!

- Je, je, tengo más ojo que el pulpo de la tele. No tiene mucho mérito, porque siempre es así. Abre la mochila, que saque el whisky.

- ¿Por qué se molestarán en poner una hora de salida a los aviones si luego nunca salen a su hora?

- Porque si no pusieran hora no sabrías a qué hora tienes que llegar para esperar varias horas.

- Pero si no sabes a qué hora va a salir, da igual a qué hora llegues.

- No empecemos con los disparates, Troglo, que te conozco.

- Es verdad. Podrías venir a cualquier hora, y a lo mejor tienes suerte. Es bastante probable que te aproximes más a la hora de salida real llegando a una hora al azar que llegando a la que pone en el billete.

- También podrían decirte que el avión sale “a lo largo del día”, como dice el fontanero, je, je. ¡Glu, glu, glu!

- ¡No bebas tan deprisa, Puto Bocazas! Y ahora que lo pienso, también podría retrasarme yo. ¿No dicen a veces que el avión no sale porque se ha retrasado la tripulación? Pues yo también. Señoras y señores, no salimos, que todavía no ha llegado Troglo.

- ¡DIN DON! Se comunica a los señores pasajeros del vuelo PB-001 con destino a la playuki, que debido al retraso de la tripulación, su vuelo sufrirá un retraso aproximado de jandercientos minutos más.

- ¡Se acabó! ¡Puto Bocazas, recoge el whisky que nos vamos en burra! Saca la burra de la mochila.

- ¿Llevas una burra en la mochila?

- ¿No llevo un loro en el hombro, acaso? Soy un tipo precavido. Ten cuidado al sacarla, que la he tenido que doblar mucho para que cupiera.

- ¡IIAAAAH!

- ¡Jobar, qué mal carácter tiene esta burra, Troglo! Pero el transporte tradicional es el más fiable.

- ¡Hala, monta! Y vamos a cantar una canción de vacaciones, que para eso nos vamos de vacaciones.

- Tú dale a la guitarra, Troglo, que yo pongo voz de Lalo Parra. ¡Arre, burra!

Y es que este loro no tiene que esforzarse mucho para poner voz aguardentosa. Pues eso, amiguetes, nos piramos de vacaciones en breve, así que hasta la vuelta, que será cuando me apetezca o cuando me deje el loro, no sé. Así que supongo que publicaremos muy poquito en éste tiempo, a no ser que encuentre algún incauto con inalámbrica por esas playas. Pasadlo bien y trabajad lo menos posible. Durante todo el año, quiero decir.

domingo, 11 de julio de 2010

La venganza de Naranjito II

- ¡RIIIING! ¡RIIIING! ¡RIIING!

- ¿Sí? ¿Dígame?

- ¿La señora Clementina?

- Sí, soy yo.

- ¿Acepta usted una llamada a cobro revertido desde Sudáfrica de un tal Naranjito?

- ¡Grrr! Sí, claro que la acepto. ¡Pásemelo!

- ¡PRRR! ¡CRAC! ¡CRAC! ...¿Clementina?

- ¡Naranjito! ¿Eres tú? ¿Estás bien?

- ¡Clementina, soy yo! Sí, muy bien.

- ¡Te voy a hacer rodajas, Naranjito! ¡Sólo a ti se te ocurre irte a Sudáfrica sin decir nada!

- Eh, te dejé una nota.

- ¿Esa de la nevera que ponía “vuelvo enseguida”? ¡Ya hablaremos tú y yo! ¿Estás loco, Naranjito? ¿Qué tramabas?

- Clemen, Clemen, escucha. Ya sabes que, ahogado por la amargura, tramaba vengarme.

- ¡Qué manía!

- Así que me acerqué al hotel de la selección española dispuesto a echarles un gafe de campeonato. Pero, entre que estaba muy controlado, el seleccionador tenía cara de buena gente, y como que me empezó a entrar el fervor patrio, empecé a pensar otra cosa.

- ¡Miedo me das, Naranjito!

- Sí, Clementina, decidí jugar un papel decisivo en éste Mundial, pero de otra manera. Resulta que, como sabrás, nuestro rival en la final va siempre de naranja, así que, entre ellos, me resultaba fácil pasar desapercibido. Además, eran unos chicos muy simpáticos. Al verme tan anaranjado, rápidamente hicimos buenas migas, je, je. Y estuve todo el rato pegadito a la selección holandesa. Y ya ves el resultado, Clementina. Soy un gafe, sí, y gracias a éste gafe la selección ha ganado el Mundial. Nunca sabrán que me lo deben a mí, pero no me importa. ¡Soy feliz, y he saldado mis deudas con la historia!

- ¡Ay, qué hombre éste! ¡Me vas a matar a disgustos! En fin, ¿cuándo vuelves?

- Bueno, de eso quería hablarte también. Es que me he hecho amigo de un loro y nos vamos a quedar unos días por aquí a celebrarlo y eso.

- ¡Naranjito! ¿Qué dices? ¡Que todos los loros son unos golfos! ¡Vente inmediatamente para acá!

- ¡Te oigo fatal, Clementina! ¡Se va a cortar! En cuanto pueda, te vuelvo a llamar. ¡Un beso!

- ¡Grrr! ¡Un beso!

lunes, 5 de julio de 2010

La venganza de Naranjito

En algún lugar de la costa valenciana, hay una casita con jardín. En ese jardín, sentado en una mecedora, aprovechando los últimos rayos de sol de la tarde, el hoy anciano Naranjito rumia sus pensamientos. Su piel, antes lustrosa, está hoy arrugada, y el poco jugo que queda en sus cuarteados gajos es, ¡ay!, un zumo amargo.


- ¡Clementina! ¡CLEMENTINAAA!

- ¿Qué te pasa, a ver? ¿A qué vienen esos gritos?- dice, mientras sale de la casita y se acerca, Clementina, su Clementina, la dulce compañera de todos estos años de olvido.

- Perdona, Clementina. No quería gritarte – dice Naranjito – Ya sabes lo que me pasa, los años que hay Mundial me pongo, eh, un poco...melancólico y extraño.

- Naran, Naran. ¿Todavía? Tienes que superarlo, pasar página. Ha pasado mucho tiempo. Demasiado.


Pero la cabeza de Naranjito ya está muy lejos, y no escucha a Clementina.


- ¿Te acuerdas, Clementina, cómo era todo cuando eramos jóvenes? Siempre decías que yo no era una naranja cualquiera, y tenías razón. ¡Yo tenía talento! ¡Todo el mundo lo sabía!

- Claro que lo tenías, Naran.

- ¡Dios, cuánto trabajé! ¡Se lo dí todo! Hasta rodamos aquella serie absurda, ¿te acuerdas? ¿Y para qué? ¡En cuanto acabó aquel maldito Mundial me olvidaron! ¿Qué digo me olvidaron? ¡Me trataron como a basura! ¡Me tiraron como...como a una naranja que ya no tiene jugo! ¡Yo, que había sido un ídolo de millones, pasé a ser el hazmerreír! Ahora todos decían que era horroroso, que no tenía carisma. ¡Hasta dijeron que era gafe, maldita sea su estampa!

- Bueno, hay que reconocer que aquello fue un desastre.

- ¿Qué quieres decir?

- Nada, cariño, olvidémoslo.

- ¡No! ¡No puedo! ¡No quiero! ¿Por qué a Manolo el del Bombo no paran de darle oportunidades y yo soy un proscrito? ¡No quedará así! ¡Me vengaré!

- ¡Naranjito! ¿Otra vez con eso? ¡Cálmate, por favor! ¿Te has tomado la pastilla?

- ¡Le diré a todo el mundo la verdad, Clementina! ¡Que el Mundial no es más que una trampa para distraerles! ¡Que mientras la gente echa las muelas animando a sus selecciones, se aprovecha para colar todo tipo de burradas! ¡Reformas, recortes, engañifas, o incluso una guerrita en Irán, que no lo descarto! ¡Pan y circo, Clementina, pan y circo! ¡Pero lo soltaré todo, y ya verán!

- ¡Naranjito, basta! ¡Ya está bien! ¿De qué va a servir todo eso? ¡No te harán ni caso!

- Pero...

- ¡Ni caso! La gente no quiere que le cuentes la realidad. Prefiere drogarse con el fútbol, y olvidar. Y, cuánto más lejos llegue la selección, más drogados permanecerán. ¡Y no puedes hacer nada! ¡Anda, vete a gritar a los cuatro vientos! ¡Se reirán de ti, Naranjito! ¡Se reirán otra vez! ¿No lo ves?


El silencio dura un ratito. Hasta que Naranjito, abatido, dice:


- Tienes razón, Clemen. Como siempre. Lo siento.


Clementina se acerca y acaricía dulcemente el rabito con la hoja que nace de la coronilla de Naranjito.


- Venga, tonto. Deja ya esas cosas, y tranquilízate. Anda, dame un beso.


Tras el suave beso, Clementina se aleja hacia la casa. Naranjito queda, una vez más, solo.


- Lo que más me dolió fue aquello de que era un gafe. ¡Mamones! ¿Gafe yo? Sí, todo salió como el culo, es cierto, pero eso de gafe, ...pero,...


Y entonces, lo ve claro. La vieja mirada de Naranjito se ilumina de nuevo. Lentamente, su magnética sonrisa vuelve a aparecer en su cara. Y hasta su piel de naranja parece recuperar lustre. Se abalanza sobre el teléfono y llama a la agencia de viajes:


- ¿Oiga? Sí, escuche. Necesito un billete de avión para Sudáfrica. Urgente, sí, para mañana mismo, si hay. ¿Hay? ¡Perfecto! ¡Y el alojamiento! ¡Quiero que me meta en el mismo hotel que la selección española, a cualquier precio! Sí, soy muy aficionado, no lo sabe usted bien, je, je. Digamos que soy un viejo amigo que quiere desearles suerte, je, je, je, je. ¡Je, je, je, je, jeee!