miércoles, 27 de agosto de 2008

Una rápida

Obreros, campesinos, soldados, jóvenes, estudiantes:

Debo advertiros que he sido poseído, en el buen sentido de la palabra, por el espíritu de Ho Chi Minh. No sé cómo ha entrado, creo que me dejé la boca abierta. Es bastante incómodo, como tener gases pero peor, y mi loro está tratando de ahogarlo con whisky de garrafón, del que me suministra generosas dosis por medio de un instrumento quirúrgico conocido como embudo. Hasta el momento, el tratamiento no parece surtir efecto sobre el espíritu. El efecto sobre mí mismo ya es más que apreciable.

Insisto en que la independencia y la libertad es lo más importante que puede tener un pueblo. Pero quiero agradecer, compañeros, que gracias a esta posesión he conocido cuáles fueron las últimas palabras del tío Ho en su lecho de muerte, rodeado por sus más allegados colaboradores. Hete aquí que dijo:

“Seamos francos, camaradas. Ya estaba hasta los cojones de todos vosotros”.

¡Anda que no! Bueno, a ver si me posee Mesalina y vivo otras experiencias.

Un saludo fraternal al pueblo.

sábado, 23 de agosto de 2008

Indigestión de aceitunas

¿Qué es, en esencia, una aceituna? ¿Siguen las aceitunas las mismas leyes evolutivas que los humanos? ¿Por qué las hay vertebradas e invertebradas? ¿Tienen alma las aceitunas, o sólo las provistas de anchoa? Y, si es así, ¿a quien pertenece propiamente el alma, a la aceituna o a la anchoa?

Aunque puedan parecer idioteces, un día alguno de estos pensamientos profundísimos míos me llevará al descubrimiento que cambiará el mundo. Pues eso, que estaba en estas profundidades olivareras, cuando se me apareció San Gamusino Protomártir, y me dijo:

- Troglo, eres un vago de cojones. A ver si trabajas un poquito.

Y se fue. ¡Menudos humos se gasta para ser sólo protomártir, que no es ni mártir entero! El protomártir ya sabéis que es de una categoría inferior. Es como el teniente y el subteniente. Al mártir le martirizan, y al protomártir sólo le chinchan un poco, se ríen de sus pantalones y le dan collejas.

Ya que estaba le podía haber preguntado si los corintios habían respondido a San Pablo, que el hombre venga a escribir epístolas y nada. Los corintios eran como esa peña que la llamas y le dejas mensaje y tal, y ni te devuelve la llamada ni hostias. ¡Qué rabia me da eso!

Pues a lo tonto se me ha olvidado el mensaje de San Gamusino Protomártir. Bueno, sería una chorrada, porque no es un santo muy allá.

jueves, 21 de agosto de 2008

Delirio X

Hoy tenía muchas ganas de escribir, pero tampoco sé qué decir. Lo cierto es que me he levantado con unas ganas tremendas de asesinar a alguien, un fontanero, por ejemplo. Así que, en vez de tomarme un tranquilizante, como soy muy tacaño, me subo al blog y escribo paridas. Ah, ya parece que se me va pasando, por suerte para el gremio de los fontaneros. Pero que no se descuiden, por si acaso.

Por cierto, una cosa que ayer tardé un rato en dormirme dándole vueltas: si nueve de cada diez dentistas entrevistados recomiendan un chicle sin azúcar, entonces uno de cada diez dentistas entrevistados recomienda un chicle con azúcar. Pero, dado el nivel de incompetencia de la peña, ¿qué pasa si ese dentista es el que sabe? ¿Eh? ¿A que soy profundo?

P.D:: Un abrazo virtual a todos los afectados por el accidente de ayer. Sé que no vale de mucho en un momento como este, pero ahí va.

domingo, 17 de agosto de 2008

Pseudocuentos de los mandarines: las anacletas


El mandarín Ku Ñao, sentado en el trono de jade de su celestial despacho, abrió su boca, pozo de sabiduría, y berreó:

- ¡Par Di Yoo! ¡PAR DI YOOO!

De inmediato hizo su aparición el acólito Par Di Yo:

- Oigo y obedezco, Maestro.
- Par Di Yo, pon la Te-Le, que va a empezar la inauguración de los Juegos Olímpicos. Oh, el orgullo me embarga, como a todos los chinos, aunque seamos de pega.
- Ahí está, Maestro. ¡Ah, qué espectáculo!
- ¡Majestuoso, Par Di Yo! ¡Qué belleza y coordinación! ¡Qué esfuerzo! Esto pasará a la historia. Siento como los lagrimones de emoción asoman a mis oblicuos ojos.
- Es muy emocionante, Maestro.
- Y ya ves que en mi generosidad te dejo verlo conmigo en lugar de mandarte a currar, Par Di Yo.
- Er, Maestro, hace rato que dio la hora de salida.
- Silencio, camarón revolucionario, y sube el volumen.
- Sí, Maestro.
- ....señoras y señores. Representan las anacletas de Confucio que.... – dijo la Te-Le.
- ¿Eh? – dijo Ku Ñao.
- ¿Uh? – dijo Par Di Yo.
- Par Di Yo, jerbo de orejas largas, ¿tú has oído lo mismo que yo?
- Sí, Maestro. Creo que ha dicho “anacletas”.
- No es posible, Par Di Yo, no....
- .....las anacletas son la obra cumbre de Confucio...- dijo la Te-Le.
- ¿Será posible? ¡Ahora sí que no hay duda! Ha vuelto a decir “anacletas”. ¿Cómo se puede proferir tal blasfemia? ¡Analectas, asnos de las nieves, lo que recoge las enseñanzas de Confucio son las Analectas, no las “anacletas”!
- Calmaros, Maestro, que os estáis poniendo más amarillo de lo normal.
- ¡Ka-Gon las tres delicias! ¡Toda mi sabiduría oriental no basta para contener mi ira, Par Di Yo!
- ....la importancia de las anacletas...- dijo la Te-Le.
- ¡Aaargh! ¡Otra vez! ¡Suéltame, Par Di Yo, que le voy a dar a la Te-Le tal patada de kung-fu que le va a ir a vacilar a los dragones del aire!
- ¡Calmaros, Maestro, hay una solución mejor! Cambiemos de canal hasta que encontremos uno que emita en un idioma que no conozcamos, y así no tendremos que oír idioteces. ¿Lo veis? Ya está.
- ....ochichorn janduker estron...- dijo la Te-Le mientras se seguía viendo la ceremonia inaugural de los Juegos.
- ¡Yaaaaiiii! – gritó Ku Ñao, mientras, de un certero golpe con el canto de la mano se cargaba un jarrón Ming - ¡Si no rompo algo, reviento! ¡Anacletas, habrase visto! ¿Qué Te-Le era esa, Par Di Yo?
- Televisión Española, Maestro.
- ¿Y por qué nosotros entendemos tan bien el español, si puede saberse?
- Cosas de Troglo Jones, Maestro.
- ¡Televisión Española! ¡Grrr! ¡Anacletas! ¿Qué les parecería si yo dijera “Don Cipote de la Mancha”?
- O “El Carajillo de Tormes” – dijo Par Di Yo.
- Este disgusto no me lo quito yo ni con veinte Ku-Ba-Tas, Par Di Yo. Pero mi retorcida y oriental mente va a maquinar una venganza contra España, porque esto no puede quedar así.
- Bueno, Maestro, seguro que Confucio se reiría de esto. Como dice el proverbio, si siembras melones, recogerás melones.
- ¿Y ese proverbio que tiene que ver, Par Di Yo?
- Pues no sé. ¿Hace una pipita de opio, Maestro?
- Hace, Par Di Yo, a ver si me relajo. ¡Oh, y qué fuegos artificiales tan sublimes, se nota que inventamos la pólvora!

Y esto fue lo que pasó en la inauguración de los Juegos Olímpicos. Y los escribas lo recogieron en sus versos, para que sirviera de aviso a las generaciones futuras:

Si hablas en televisiones
documéntate, cojones.


P.D.: Esto fue un hecho real y comprobable. Brutal. Se me había pasado ponerlo antes porque estaba fuera y eso, pero tenía que hacerlo, ya que además soy un mandarín y me sentí ofendido.

sábado, 16 de agosto de 2008

Cuentos de los mandarines: el secreto de la prosperidad

Cierto día, el mandarín de mandarines, Ku Ñao, deambulaba por su suntuoso despacho cuando apareció por la puerta su discípulo Par Di Yo.

- Saludos y reverencias, Maestro – dijo Par Di Yo – Pero...Maestro, ¿estáis haciendo Tai Chi a estas horas?
- ¡Que Tai Chi ni que Ko-Ño, calamar de Formosa! Lo que pasa es que tengo tortícolis en mi imperial pescuezo, y tengo que moverme despacito y todo tieso para que no me dé el latigazo.
- Mis más graves condolencias, Maestro – dijo Par Di Yo, riéndose por lo Ba-Ji-Ni – Espero que vuestro imperial pescuezo recupere lo antes posible su elasticidad de junco.
- ¡Hum! ¿Hay algún asunto que requiera mi mandarinesca atención, Par Di Yo?
- Sí, Maestro, precisamente os traía las cuentas del mes pasado para que las revisarais. Los resultados son bastante buenos – esto dijo Par Di Yo y, con toda su mala intención, colocó el pergamino de las cuentas sobre la mesa, en el lado Chun-Go del pescuezo de Ku Ñao.
- ¿Pas-Ta? ¡A ver! – y Ku Ñao, en su avidez, se olvidó de la tortícolis y giró el cuello con la velocidad de una víbora del desierto - ¡Aaayyy! ¡Ganso traicionero, lo has hecho aposta!
- ¿Yo, Maestro? ¿A qué os referís?
- ¡Ay, ay! ¡Grrr! ¡Trae acá esas cuentas, a ver si me alivian! Oh, vaya, parece que no está mal, si exprimimos un poco más a los funcionarios y reduzco gastos en el papel higiénico, me puedo comprar otra pagoda. Pero...¡un momento! ¿Qué es esta partida de gastos, Par Di Yo, enorme cual la montaña Taishan?
- Maestro, está indicado, es la partida de pagos a proveedores.
- ¿Pagos a proveedores? ¿En mi mandarinato? ¿De qué hablas, Par Di Yo?
- Maestro, es obvio que necesitamos de los proveedores para nuestra producción. Luego, los proveedores envían sus facturas y nosotros las pagamos. Así son las transacciones.
- Par Di Yo, ciervo acuático, ¿me estás diciendo que cuando a ti te mandan una factura, tú coges y la pagas?
- Pues claro, Maestro, en el plazo que está establecido...
- ¡Ka-gón los tres mil discípulos de Confucio, uno detrás de otro! ¿Es que te has vuelto loco, Par Di Yo?
- Maestro, no digáis blasfemias, yo...
- ¡Que el melocotonero sagrado me dé paciencia! Te lo voy a explicar despacio para que lo entiendas, Par Di Yo. Dime, infausto patán, ¿qué se necesita para hacer funcionar un negocio?
- Se necesita dinero, Maestro.
- Efectivamente, Par Di Yo, pero sólo un descerebrado utiliza su dinero. Lo ideal es usar el dinero de los demás.
- Si, Maestro, para eso están los bancos....
- ¿Los bancos, Par Di Yo? Eso, en último extremo. A los bancos no se les puede timar, y a la gente sí. Para eso están los proveedores. Atiende, porque el secreto de la prosperidad y la riqueza es muy simple: consiste en no pagar las facturas.
- ¿En no pagar? Pero, Maestro, entonces los proveedores no nos servirán, o nos demandarán, o...
- Escucha, Par Di Yo, tienes menos sesos que una flor de loto. Tienes que saber que facturas puedes no pagar. Por supuesto, la de Te-Le-Fo-No tienes que pagarla, porque si no te lo cortan. Pero de un Prin-Gao de proveedor de pergaminos o de un freelance que te hace un apaño con un programita de software, esas ni hablar. ¿No te das cuenta que cada día que retrasamos el pago el proveedor nos está financiando?
- Pero, Maestro, entonces el proveedor dejará de trabajar con nosotros si incumplimos los plazos.
- No seas primo, Par Di Yo, hay más proveedores que chinos, nunca mejor dicho. Además, si estamos en época de crisis, los proveedores tienen buen cuidado en dejar de trabajar con nadie. De esto hemos de aprovecharnos. Y si nos demandan, pues ya veremos, pero seguimos ganando tiempo. Ya sabes que la justicia del Emperador es lenta cuál tortuga de concha blanda. Y un proveedor Prin-Gao nunca te demanda, porque la complicación suele superar la deuda, además de que se crea la fama de problemático. Ya ves que todos los cabos han sido atados, cabra azul del Himalaya.
- Maestro, pero entonces podemos crear un problema al proveedor. Si no le pagamos en los plazos que tiene estipulados, él a su vez no podrá pagar y....
- Es lamentable, pero es su problema. Para eso están los bancos, je, je, je.
- Pero, Maestro....
- Pero nada, Par Di Yo, camello bactriano. A partir de ahora, cuando te llegue una factura, no la pagas hasta que el proveedor llame reclamándola. Y entonces tampoco la pagas, sino que le cuentas un cuento chino, nunca mejor dicho, como que no la has recibido, o un problema informático o lo que sea. Cuando la vuelva a reclamar, te disculpas y dices que se la vas a pagar, pero tampoco se la pagas. Después, no te pongas más al teléfono.
- ¿Y después?
- Sólo la pagaremos cuando veamos acercarse al honorable proveedor con una antorcha y un barril de pólvora. Entonces, con tu mejor sonrisa y amabilidad oriental, le dirás: ¿Cómo? ¿Es posible que aún no hayáis recibido el dinero? Puedo juraros que os lo envié hace unos días. Voy a buscar a los responsables de esto. Id en paz, que cuando lleguéis a vuestra casa seguro que ya lo habéis recibido.
- Me dejáis de piedra, Maestro.
- Así soy yo, Par Di Yo. Sabio entre los sabios. Ya sabes, para prosperar, lo mejor es no pagar.
- Así lo haré, Maestro. A partir de ahora no pagaré a nadie hasta que no me amenace con los 7.000 guerreros de Xian.
- Esto me place, Par Di Yo. Y ahora déjame, que tengo una cita con unas cuantas botellas de vino de arroz, remedio ancestral para la tortícolis.
- Oigo y obedezco, Maestro.

Y así fue como Par Di Yo aprendió el sorprendente secreto de la gestión financiera: no pagar al proveedor Prin-Gao. Y así lo recogieron los escribas para que tal sabiduría no se perdiera:

Si quieres estar forrado
de modo poco arriesgado
debes cobrar al contado
y pagar, en el juzgado.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Saludos postplayeros

Bueno, estamos de vuelta de las vacaciones, así que pasamos a saludar. Alguno diréis que qué morro tiene éste, cuando él está de vacaciones no se escribe, y ahora que vuelve esperará que le comentemos, pues ahora pasamos, porque los que estamos de vacaciones somos nosotros. Bueno, bueno, no os chinéis.

La verdad que la cosa estuvo muy bien, y vengo de la playita con las pilas cargadas. Mi loro, Puto Bocazas, liga más que yo, hay que reconocerlo. Supongo que, al ser tan malo, eso le da un aire de interesante y peligroso, no sé. También supongo que le ayudarán los descomunales embustes que cuenta. Hablando del bicho, no me acuerdo en que maleta lo metí. O igual me lo he dejado olvidado.

En fin, pues eso. Ahora voy a ver si consigo seguir tocándome las narices todo el año, que es mi objetivo. Y seguir en contacto con los amiguetes virtuales (y no tan virtuales).

Y cómo anda el mundo, ahora que si Osetia y tal, seguimos peleándonos por cualquier cosa, mayormente por dinero. Y otros pasando hambre. Y es que, como decía aquel, qué falta que hace que reviva Pancho Villa.

Os dejo, que hay una maleta que se agita furiosamente y dice tacos. Chao.