miércoles, 22 de agosto de 2012

El latrocinio gramatical


- ¡♪ Yo tenía un chorroo de vooooz, era el amoo del falseteeee, ay, laralai…♫! – cantaba el chiflado de mi loro, Puto Bocazas.
- ¡Puto Bocazas, déjate de folklore mejicano que me tienes la cabeza loca! ¡Y te he dicho mil veces que no uses el diccionario de posavasos! ¿Ein? ¡Un momento! ¿Este diccionario no ha adelgazado?
- Pues claro que ha adelgazado, Troglo, si te roban las palabras en la jeta y no te enteras.
- ¿Qué burradas dices?
- Lo que oyes, Troglo. Los poderes fácticos no sólo te roban la pasta, también las palabras. Abre el diccionario y busca “información”, a ver qué sale.
- A ver: influyente, infolio, informal. ¡Pues no sale!
- Porque te la han mangado, Troglo. ¿No ves que los grandes medios se han apropiado de ella, y pretenden que el vómito mental que ellos publican es “información”? Así que yo tengo que decir “contrainformación” para referirme a lo que yo entiendo por información, que es algo que apeste menos a manipulación.
- ¿Será posible? ¡Con lo bonita que era esa palabra!
- Se apropian del lenguaje, Troglo. Busca “democracia”, anda.
- ¿No habrán osado? Um: demiurgo, demografía,…¡Rayos!
- Te lo advertí, Troglo. El poder se apropia de las palabras. Resulta que “democracia” designa esta mierda en la que vivimos, y los que la mangufean son “demócratas”. Por tanto, tú no puedes ser un demócrata, tendrás que ser un “antisistema”, o sabe dios.
- Cierto, Puto Bocazas. Como esa palabra ya es suya, y yo no puedo sentirme identificado con lo que quieren que represente, ya no soy un demócrata. ¿Seré un terrorista?
- Je, je, busca “terrorismo”, anda.
- ¡Grrr!
- Y luego buscas “constitucional”, je, je, je, je.
- ¡Ya vale! ¡Hay que acabar con este expolio léxico, Puto Bocazas! Prepara unos buenos argumentos, unos litros de cubata y el Kalashnikov de los domingos, que por lo menos “democracia” me la devuelven.

martes, 7 de agosto de 2012

Cuentos de los mandarines: los puntos de vista


Cierto día de verano se solazaba el mandarín Ku Ñao, refrescando su dignísima persona con un abanico de seda y un Ku-Ba-Ta de litro, cuando se presentó en su lujoso despacho su leal discípulo, el siempre peculiar Par Di Yo:

- Salud y albricias, Maestro. Siempre que os veo, me asombra observar la intensidad y la entrega con la que trabajáis para el Emperador.
- Cierto, Par Di Yo, cebollino insolente. Es el precio del éxito. Acércame un poco el Gü-Is-Qui, que no llego.
- Aquí tenéis, Maestro. Y, si vuestra mandarinez lo permite, mientras trasegáis vuestros excelsos Ku-Ba-Tas desearía haceros una consulta sobre un problema que roe mis meninges.
- Ya te he dicho que el pensar es la madre de todos los males, Par Di Yo, crustáceo de tierra. Pero, como me siento magnánimo, dime qué tortura tu ofuscada Se-Se-Ra.
- Maestro, pese a los años que llevo en los mandarinatos, debo confesar que sigo sin entender muchas de las decisiones que se toman. Por más que les doy vueltas y vueltas, me parecen absurdas y contrarias a toda lógica. Muchas de ellas pueden incluso estar perjudicando a la empresa. ¿Por qué sucede esto, Maestro? ¿Está el mundo lleno de incompetentes? ¿Por qué algunos gerentes y mandarines toman decisiones que, con el más básico análisis, resulta obvio que son perjudiciales?

El mandarín Ku Ñao se acarició sus largos bigotes, miró al cielo, le atizó un tremebundo trago a su Ku-Ba-Ta, y habló así:

- En verdad tu burrez no conoce límites, Par Di Yo. ¡Ay, no sé si llegaré alguna vez a hacer de ti un mandarín de provecho! Mezclas el Ku-Lo con las témporas, bellota de río. Las decisiones de los mandarines siempre son lógicas.
- No me lo parecen así, Maestro.
- Es obvio, Par Di Yo, porque tu mentalidad no es la de un mandarín. Para desgracia de tu carrera profesional, botijo del oriente, tienes buena voluntad, y juzgas las cosas desde ella. Crees que las decisiones de los mandarines y sus subalternos son tomadas en base a conceptos como la rentabilidad, el desarrollo de la compañía, el crecimiento a largo plazo, ¿me equivoco?
- Esto debe ser lo justo, Maestro.
- Por supuesto, desde este punto de vista, las decisiones que se toman no te cuadran, Par Di Yo. Pero lo incorrecto no son las decisiones, es tu propio punto de vista el que falla. Las decisiones son perfectamente lógicas.
- ¿Cómo es esto posible, Maestro?
- Escucha bien, sandía de primavera. Piensa en esas mismas decisiones, pero enfócalas ahora no desde la buena voluntad, sino desde la mala. Piensa que la gente no hace las cosas por el desarrollo de la compañía o el bienestar de los clientes, sino por quitarse trabajo, por perjudicar a otros, por ganar influencia o por parecer menos tontos de lo que son. ¿A qué ahora sí encuentras lógicas las decisiones?
- ¡Ca-Ram-Ba! ¡Ahora todo cuadra, Maestro! ¡Desde el punto de vista de la mala Fo-Lla, todo encaja como las piezas de un mosaico!
- Así es, grulla soñolienta. Y recuérdalo, Par Di Yo, cuando determinadas cosas no te cuadren desde la buena fe, míralas desde la mala, que la lógica siempre está ahí. Y ahora retírate, cigüeña de la estepa, que todavía tengo que trasegarme unos cuantos Ku-Ba-Tas, y es que es muy sacrificada la vida del mandarín.
- Oigo y obedezco, Maestro.

Y así fue como Par Di Yo aprendió una nueva barbaridad de su maestro Ku Ñao. Y los escribas lo recogieron para que los siglos venideros lo recordaran siempre:

Si no te cuadra, Par Di Yo,
ni palante ni patrás
pues el caso es bien sencillo:
piensa mal y acertarás.