- Salud, Puto Bocazas – le dije a mi loro, Puto Bocazas, según entraba por la puerta de casa – Espero que no hayas hecho ningún disparate durante mi ausencia.
- Muy contento te veo, Troglo. ¿A qué se debe la sonrisa en tu mandarínica faz?
- Pues verás, Puto Bocazas, resulta que he estado tomando unas cañas con Esther.
- ¿Con Esther Cidoncha?
- La misma que viste y calza.
- ¡Serás cabrón! ¡Me dijiste que ibas a hacer la declaración de la renta!
- Era la única forma de darte esquinazo, Puto Bocazas.
- ¡Grrr! ¡Grrr! ¿Y cómo ha sido eso?
- Pues resulta que nos apetecía quedar, y hemos quedado. Como somos personas muy cultivadas, hemos quedado en la puerta de una librería.
- ¿Y cómo la has conocido?
- Fácil, Puto Bocazas. Primero, me dijo que iba vestida de negro. Esto no es tan fácil, ya que la calle estaba llena de ninjas, no sé por qué. Pero también me dijo que vendría en camello, y esto fue definitivo. Cuando he visto una mujer de negro montada en camello, me he dicho: es Esther.
- ¿En camello?
- Así es. A ella no le ha sido tan fácil reconocerme, porque como sabes yo tengo más pinta de descargador de muelles que de director de operaciones. Aparte de que no llevaba loro, je, je, je. Así que me ha preguntado: ¿Es usted el legendario Troglo Jones? Y yo he dicho: Oui, cest moi.
- ¿Y por qué venía montada en camello?
- ¡Qué plasta eres! Resulta que es hija de un jeque árabe, y está acostumbrada a ir en camello. Creo que tiene pozos petrolíferos, ya te dije que estaba forrada. Por cierto, Esther está en forma, ¡oh, la lá!, no como tú, Puto Bocazas, que estás rollizo de tantas patatas fritas.
- ¡Déjate de sandeces! ¿Y cómo es la misteriosa Esther?
- Pues la verdad es que es un encanto, Puto Bocazas. Es muy simpática, y tenemos un montón de cosas en común. Justo al revés que tú y yo. Te iba a contar que estuvimos tomando una caña, pero soy un caballero, así que me voy a callar.
- ¡Tú que vas a ser un caballero!
- Está bien, pues estuvimos tomando una caña, y charlando mucho, y mirando unos discos de jazz. La verdad que ha sido una tarde muy bien aprovechada, me he alegrado un montón de conocerla. ¡Vamos a tocar algo para celebrarlo!
- ¡No debería dirigirte la palabra, por no haberme llevado!
- No seas rencoroso, coño. Ya verás como quedamos más veces, y también te daré esquinazo.
- ¿Qué dices?
- Nada, nada. Hala, ponte al piano. Yo me cojo el saxo, y voy a tocar a la manera de Coleman Hawkins, como homenaje a nuestra amiga. ¿Qué te parece “Have you met miss Jones”?
- Muy propio. ¿No le vas a dedicar una de tus poesías?
- Hombre, así de repente...A ver:
El otro día vi a Esther
que iba montada en camello
Y me dijo: apártate,
que por poco te atropello.
¿Qué te parece, Puto Bocazas?
- Anda, mejor será que toquemos. Pero esta te la guardo. Un, dos,...
PD: Oye, estoy encantado de haber conocido a Esther, que es verdad que quedé con ella. En persona es todavía mejor que virtualmente, aunque parezca difícil. Una maravilla de mujer. Si os da envidia, pues os aguantáis.
- Muy contento te veo, Troglo. ¿A qué se debe la sonrisa en tu mandarínica faz?
- Pues verás, Puto Bocazas, resulta que he estado tomando unas cañas con Esther.
- ¿Con Esther Cidoncha?
- La misma que viste y calza.
- ¡Serás cabrón! ¡Me dijiste que ibas a hacer la declaración de la renta!
- Era la única forma de darte esquinazo, Puto Bocazas.
- ¡Grrr! ¡Grrr! ¿Y cómo ha sido eso?
- Pues resulta que nos apetecía quedar, y hemos quedado. Como somos personas muy cultivadas, hemos quedado en la puerta de una librería.
- ¿Y cómo la has conocido?
- Fácil, Puto Bocazas. Primero, me dijo que iba vestida de negro. Esto no es tan fácil, ya que la calle estaba llena de ninjas, no sé por qué. Pero también me dijo que vendría en camello, y esto fue definitivo. Cuando he visto una mujer de negro montada en camello, me he dicho: es Esther.
- ¿En camello?
- Así es. A ella no le ha sido tan fácil reconocerme, porque como sabes yo tengo más pinta de descargador de muelles que de director de operaciones. Aparte de que no llevaba loro, je, je, je. Así que me ha preguntado: ¿Es usted el legendario Troglo Jones? Y yo he dicho: Oui, cest moi.
- ¿Y por qué venía montada en camello?
- ¡Qué plasta eres! Resulta que es hija de un jeque árabe, y está acostumbrada a ir en camello. Creo que tiene pozos petrolíferos, ya te dije que estaba forrada. Por cierto, Esther está en forma, ¡oh, la lá!, no como tú, Puto Bocazas, que estás rollizo de tantas patatas fritas.
- ¡Déjate de sandeces! ¿Y cómo es la misteriosa Esther?
- Pues la verdad es que es un encanto, Puto Bocazas. Es muy simpática, y tenemos un montón de cosas en común. Justo al revés que tú y yo. Te iba a contar que estuvimos tomando una caña, pero soy un caballero, así que me voy a callar.
- ¡Tú que vas a ser un caballero!
- Está bien, pues estuvimos tomando una caña, y charlando mucho, y mirando unos discos de jazz. La verdad que ha sido una tarde muy bien aprovechada, me he alegrado un montón de conocerla. ¡Vamos a tocar algo para celebrarlo!
- ¡No debería dirigirte la palabra, por no haberme llevado!
- No seas rencoroso, coño. Ya verás como quedamos más veces, y también te daré esquinazo.
- ¿Qué dices?
- Nada, nada. Hala, ponte al piano. Yo me cojo el saxo, y voy a tocar a la manera de Coleman Hawkins, como homenaje a nuestra amiga. ¿Qué te parece “Have you met miss Jones”?
- Muy propio. ¿No le vas a dedicar una de tus poesías?
- Hombre, así de repente...A ver:
El otro día vi a Esther
que iba montada en camello
Y me dijo: apártate,
que por poco te atropello.
¿Qué te parece, Puto Bocazas?
- Anda, mejor será que toquemos. Pero esta te la guardo. Un, dos,...
PD: Oye, estoy encantado de haber conocido a Esther, que es verdad que quedé con ella. En persona es todavía mejor que virtualmente, aunque parezca difícil. Una maravilla de mujer. Si os da envidia, pues os aguantáis.