sábado, 8 de septiembre de 2012

Walt y yo



Tengo una relación un tanto ambivalente con Walt Disney. Por un lado, mi rojelia formación me hace verle como un colonizador cultural, metiendo en la mente de millones de crios de todos los países una forma de entender el mundo, la propiedad, el dinero, el género, etc, genuinamente americana. Como decía aquel, mientras el pato Donald ande sonriente por ahí, el sistema puede estar tranquilo. Si alguien quiere profundizar más en este punto, os recomiendo aquel libro del maestro Dorfmann, “Para leer al pato Donald” (qué hombre éste, siempre poniendo en duda lo indiscutible, qué manía). En fin, Walt fue también un fachosete que se chivó de todo el mundo ante el Comité de Actividades Antiamericanas.

Por otro lado, tengo que reconocerle talento. O, por lo menos, talento para rodearse de personas con talento, que no es fácil. Las cosas, sean inocentes o no, se pueden hacer bien o mal, y éste las hacía muy bien. Muchos, en parte, nos hemos criado con sus películas, y es cierto que nos han dejado huella. Y una parte importantísima de estas películas era la música. Música que, en gran parte, fue jazz o asimilados.

Pero quería centrarme en un aspecto muy peculiar de las películas de Disney y de su música: el maravilloso trabajo de los actores de doblaje mejicanos. Para los que hemos crecido descacharrándonos con las expresiones de Pedro Picapiedra, esos doblajes son míticos, y no entendemos determinadas películas o determinados personajes sin ellos.

Para muestra, tres botones. La primera es la archiconocida escena del rey Lui en “El libro de la selva”. En la versión original, el gran Louis Prima puso voz al rey (y le iba que ni pintado). El doblaje corrió a cargo de Flavio Ramírez, un prodigioso imitador y comediante, que da una genuina lección. Pero es que a Baloo lo dobló nada menos que Germán Valdés, más conocido como Tin Tan, una de esas personas tocadas por la vara del talento, que sabía hacer absolutamente de todo. Ahí va eso:


En esta película, Baloo-Tin Tan canta también una curiosa canción de “decrecimiento” que me encanta, “Necesidad vital”. Y nunca del trabajo hay que abusar, je, je.


La pareja de dobladores también se encontró en “Los Aristogatos”, donde Flavio puso su voz a ese Gato Jazz o Scat Cat, y Tin Tan se encargaba del prota, Thomas O’Malley. La peli tiene momentos cursis donde los haya (a mí Duquesa me parece estomagante a tope), pero esta escena, donde esa costumbre de los músicos de jazz de llamarse unos a otros “cats” se vuelve literal, bien merece la pena.


Pues todo eso, colegas. Al final me ha salido un post estilo Doctor Krapp. Seguro que eso es bueno, je, je.