sábado, 17 de marzo de 2012

Cosas que podrían pasarle a usted en algún sitio

Elvis Kindergarten trataba de meterse en su durísima mollera de estudiante de Ingeniería Chorrinaútica los coeficientes de frotamiento del estropajo de níquel cuando se vio sobresaltado por unos fuertes porrazos en la puerta.

- ¡Pom, pom, catapom! – sonaban los porrazos.
- ¿Será posible? ¿Quién será ahora? ¡Como sea otro que viene a contarme que Dios me ama, lo defenestro!
- ¡Pom, pom, catapom, chin-pom! – arreciaron los porrazos.
- ¡Ya voy, ya voy! ¿Quién es? – dijo Elvis Kindergarten sin abrir la puerta, ya que era un muchacho muy prudente.
- ¡Policia! ¡Abra la puerta!

Ni que decir tiene que Elvis Kindergarten sintió el espontáneo deseo de salir por la ventana, que es lo que uno siente cuando se encuentra con la policía en la puerta. Sin embargo, respiró hondo y trató de buscar rápidamente en su memoria si en alguna borrachera podía haber cometido alguna burrada que justificara esta aparición policial. Como no encontró nada, se relajó un poco y abrió una rendija.

- ¿Sí? ¿Qué desean?
- ¿Elvis Kindergarten?
- Sí, soy yo, ¿qué pasa?
- Venimos a hacerle entrega de esta notificación.
- ¿Qué es esto? ¡Tiene pinta de multa!
- Como que es una multa. Por permanecer ilegalmente en el país.
- ¿Ilegalmente? ¿Pero qué dice?
- Y aquí tiene una orden de expulsión. Tiene que salir echando patas en un mes. Usted es de Chorrivía, ¿no? Pues hala, echando lechugas para su país.
- ¡Yo que voy a ser de Chorrivía! ¿Es que se han vuelto locos? ¿De qué va esto?
- ¡Esta juventud no se entera de nada! ¿Es que no ha oído que hoy entraba en vigor la nueva ley del presidente Kafkaloni?
- Pues no, yo no veo la tele.
- ¿Es posible? ¿Y cómo se entera de lo que hace Belén Esteban?
- La verdad es que me la bufa Belén Esteban.
- ¡No se pase de listo, amiguete, a ver si todavía lo empapelo!
- ¡Perdón, perdón!
- ¡Grrr! ¡Decir que se la bufa Belén Esteban! ¡Atienda, mastuerzo! Sus padres son de Chorrivía, ¿no?
- Sí, pero llevan aquí la tira de años trabajando.
- Ya, pero no tienen la nacionalidad.
- Pero tienen permiso de trabajo.
- Como si tienen una etiqueta de Anís del Mono. No tienen la nacionalidad, así que usted, por ser su hijo, es chorriviano.
- ¡Si yo he nacido aquí!
- Eso da igual, porque la nueva ley dice que lo que cuenta es el derecho de sangre, no donde nace uno. Así que usted, aunque haya nacido aquí, es chorriviano porque sus padres lo son. Así que, puerta.
- ¡Pero si vivo aquí desde que nací! ¡No he estado nunca en Chorrivía! ¡Si ni siquiera hablo chorriviano!
- Pues mala suerte, pero tiene que aligerar en un mes. Hala, que seguro que en Chorrivia hace muchos amigos. Nos vamos, pero recuerde que si no se ha pirado en un mes, volveremos a por usted.

Elvis Kindergarten cerró la puerta. Respiró hondo, se rascó el culo, se subió los pantalones, sacó el kalashnikov del armario y se echó al monte, para que lo expulsaran por algo.

P.D.: ¿Ciencia-ficción? No, amiguetes, esto ya se ha planteado alguna vez, en Italia, sin ir más lejos. Ya sabéis, las personas pueden ser ilegales. El odio, en cambio, es legal.

lunes, 5 de marzo de 2012

La malvada lluvia, o las hojas por el rábano


Estimados amigos, buenas noches. Soy el loro Puto Bocazas, y les doy la bienvenida una vez más a esta modesta columna que trata de analizar las burradas humanas desde una perspectiva loruna. El tema que me ocupa esta semana es la serie de mensajes repetitivos (hasta la naúsea, añadiría) y que vienen a decir algo así como:

“La falta de lluvia dispara los niveles de contaminación”.

El mensaje parece inocente a simple vista pero, a vista de loro, la cosa es abracadabrante. Porque parece que viene a decir que la culpable de que haya contaminación es la lluvia, que la muy asquerosa no ha hecho los deberes. Yo creo que un mensaje más coherente y constructivo sería algo así como:

“¡Dejen el coche en el garaje, hostias, que nos vamos a asfixiar!”

Por supuesto, esto es un imposible, porque supondría que entonces tenemos responsabilidad, y eso no mola. Por tanto, podemos seguir yendo solitos en un coche de cinco plazas, que se va más ancho, y poniendo las calefacciones a toda cera aunque haya veinte grados en la calle (a los loros nos encanta porque nos recuerda nuestras tropicales patrias). Así se aumenta el producto interior bruto.

Amigos, me despido por esta noche, porque llevo ya mucho rato sobrio. Relájense, fúmense un puro y enciendan la tele si quieren seguir recibiendo maravillosos y descerebrados mensajes.