
El mandarín Ku Ñao, orgullo de su estirpe, meditaba en su despacho mientras se hurgaba con el dedo sus aristocráticas narices. Tenía que andarse con cuidado, ya que es bien sabido que los mandarines tienen unas enormes uñas para poder limpiarse las orejas con facilidad, y al hurgarse la nariz pueden provocarse una hemorragia cerebral si no son prudentes. Como no encontraba nada interesante en las narices, Ku Ñao llamó a su pupilo, Par Di Yo, por el tradicional procedimiento del Be Rri Do.
- ¡Par Di Yo! ¡Deslízate servilmente hasta mi despacho, hijo del Celeste Imperio!
- ¡A vuestras ordenes, Maestro!- dijo Par Di Yo, apareciendo en la puerta casi instantáneamente.
- ¿Has terminado ya el informe para Grandes Murallas? Quiero facturar porque tengo que echarle gasolina al Ya Té.
- Er,…aún no, Maestro.
- ¡Me-Ka-Chis el trono del crisantemo, Par Di Yo! ¿A qué se debe esta vez tu negligencia, simio ignorante? ¿Es que no has asimilado mis enseñanzas para la elaboración de informes?
- Sí, Maestro. De hecho, he metido en el informe hasta nuestros folletos de propaganda, que están llenos de palabras como “competencias”, “paradigmático”, “maximizar” y demás sandeces. También he calzado artículos completos que he copiado de revistas del sector.
- Así me gusta, Par Di Yo, que aproveches el conocimiento. ¿Cuál es el problema entonces?
- Pues que el informe no tiene ningún sentido, Maestro. En cuanto lo abres te das cuenta de que es una idiotez. Lo primero que aparece es un Ku-Rri-Ku-Lum, a continuación va un trozo de una conferencia sobre valores corporativos,…¡el honorable cliente se dará cuenta en seguida de que se la estamos colando, Maestro!
Ku Ñao cerró los ojos y empezó a mesarse los bigotes.
- Par Di Yo, eres el más deprimente de los cretinos. ¿Tú crees, búfalo de agua, que el hecho de que metas toda la basura en el informe significa que puedes ponerla de cualquier manera, sin orden ni concierto? ¡La basura hay que disfrazarla, Par Di Yo, de forma que parezca un ramo de flores de loto! ¡Trae de nuevo tu tablilla de apuntar, a ver si consigo meter algo de sabiduría en tu animalesco cerebro!
- ¡Al instante, Maestro!
Y, en efecto, al instante regresó Par Di Yo con su tablilla de apuntar. Y Ku Ñao le dijo así:
- Por desgracia, aún no he encontrado la manera de entregar un informe sin trabajar absolutamente nada, aunque no desespero. Hay algo que tienes que hacer, y cuyo trabajo justifica el Ti-Mo que le vamos a dar por el informe al honorable cliente.
- ¿Qué es ello, Maestro?
- Ante un informe, curso, conferencia, o cualquier disparate similar, la gente se fija sobre todo en lo primero y en lo último, pasándose por el arco del triunfo lo del medio. ¿Me sigues hasta aquí?
- Sí, Maestro – dijo Par Di Yo mientras apuntaba con fruición.
- Así, tienes que empezar bien, porque el principio del informe será de lo poco que los cenutri…los honorables clientes se leerán. Debes diseñar una portada muy atractiva, con unos logos de buen tamaño a todo color, y utilizando muchos tipos de letra distintos. La portada de un informe es como la de un Dis Ko, Par Di Yo; aunque lo de dentro sea una basura infecta, hay que atraer al cliente.
- ¡Cuan sabio sois, Maestro!
- Así es, Par Di Yo. El título también es una parte muy importante del informe. Debe ser bastante sesudo, pero tampoco hay que pasarse, puesto que queremos que sea atractivo. Hay que conseguir un equilibrio, como el Yin y el Yan.
- ¿Podéis ponerme un ejemplo, Maestro?
- Escucha, un buen título puede ser “Informe de resultados sobre el proyecto de reorganización estratégica de procesos en Grandes Murallas”. Observa que es bastante largo, por lo que parece que debe ser bastante importante y se debe haber trabajado mucho para hacerlo. Además, consigo meter un montón de palabras consultoriles como “proyecto”, “reorganización”, “estratégica” y “procesos”, con lo que parece que sé de lo que hablo.
- ¡No salgo de mi asombro, Maestro!
- Además, es un título lo suficientemente abstruso para no decir nada y decirlo todo al tiempo, muy en el estilo de la filosofía oriental. Magnífico, pues así nadie sabe lo que debe esperar concretamente, y no podrán decir que es muy vago o que se pierde demasiado en detalles. Recuerda que la gente saca estas conclusiones a través del título, porque ya quedamos en que nadie va a leer el informe. ¿Entiendes?
- ¡Ajá! – Par Di Yo apuntaba a toda velocidad.
- Es lo suficientemente complicado para justificar que paguen un Pas-Tón por él, pero es lo suficientemente sencillo para que cualquier imbécil con corbata pueda pronunciarlo sin hacerse un nudo en la lengua. A partir de aquí, ya tenemos mucho ganado. El honorable cliente está contento con lo que ha visto de su informe por el momento. Es gordo cuál oso panda, lleno de colorines como el ave del paraiso, y con un título sugerente cual Bi Ki Ni. Ahora viene la prueba de fuego para un mandarín, Par Di Yo: las primeras páginas.
- Ardo en deseos de saber.
- Una página de agradecimientos a la gente que ha colaborado en el proyecto es una buena idea. Es una hoja más, que añade peso al informe y, cortesía oriental, me permite hacerle la pelota servilmente al cliente. Es bueno añadir alguna cita esotérica como para darle filosofía al informe, y que sirva para cualquier tema, algo así como “Como dijo el sabio Va Ci Long, nuestra cabeza es redonda para permitir al pensamiento cambiar de dirección”. Entonces es posible que el honorable cliente se desmaye de satisfacción. Esta frase es muy buena, porque se puede aplicar a todo, y parece sugerir además que mi cliente tiene algo en la cabeza además de la coleta, lo cual siempre se toma como un elogio. Además, el nombre del autor está perfectamente elegido, Par Di Yo.
- ¿Quién era Va Ci Long, Maestro?
- Nadie sabe quien era Va Ci Long, porque me lo acabo de inventar, pero suena impresionante, precisamente porque no le conozco. La gente eleva lo que no conoce a la categoría de mitológico, hijo mío. Si yo no le conozco, debía de ser alguien inteligente.
- ¡Asombroso!
- Así soy yo, Par Di Yo. Además, la frase parece sugerir que realmente hemos hecho algo útil, que hay entre esas páginas una fórmula mágica para conseguir que esa deprimente empresa se convierta en una mezcla de fábrica de dinero y mansión Playboy. Es la sensación que quiero provocar, je, je, je.
- Vuestra astucia es legendaria, Maestro.
- No soy mandarín por nada, Par Di Yo. En la siguiente página, pon un resumen del proyecto. Por supuesto, no puedes titularlo “resumen”. Llámalo “abstract”. Podemos cobrar bastante más por un “abstract” que por un “resumen”. Y ya sabes que lo que interesa es la Pas-Ta.
Par Di Yo anotaba como loco.
- Como mi intención es que el honorable cliente lea el abstract, no puede tener más de medio folio de extensión. Realmente este es el proyecto y el único trabajo que habré realizado, pues lo de dentro solo es paja y papel reciclado. Hasta un consultor es capaz de crear medio folio de lectura motivadora, aunque no tenemos costumbre de ello. El abstract está lleno de buenas intenciones, de deseos, de frases ocurrentes. Se trata de presentar la entrada al mundo de Oz – dijo Ku Ñao.
- Pero el mundo de Oz no existe, Maestro.
- Par Di Yo, como consultor a mí no me importa que las cosas no puedan funcionar en la realidad. Solo me interesa para mis fines que PAREZCA que van a funcionar. Y yo apoyo esa sensación, haciendo incluso que parezca fácil.
- ¡Ka Ram Ba!
- Una vez que entres en el cuerpo del informe aún tienes que hacer algo más: la introducción. Esta se compone de un cuarto de folio de escritura motivadora y con un cierto sentido común, y de un folio y tres cuartos de insoportable cháchara destructora de neuronas. Esto obedece a un objetivo claro: hemos conseguido ilusionar al cliente con la portada, el abstract, ...El pobre ingenuo cree que tiene en las manos algo de valor. Pero ahora tengo que meter los folios reciclados que componen el grueso del informe. Como hasta tú comprenderás, no me interesa que el cliente siga leyendo con detenimiento, porque, por estúpido que sea, podría descubrir el pastel. Y tampoco podemos meter un corte demasiado brusco en el estilo del informe, porque se notaría demasiado. Hay que tener más clase.
- ¿Y cómo, Maestro?
- Escucha, así que, empiezo la introducción con ese cuarto de folio motivador, en la línea del abstract, y voy haciendo que PROGRESIVAMENTE, la introducción se vaya convirtiendo en algo que mataría de aburrimiento a una oveja. La mayoría de los clientes dejarán de leer antes de terminar el primer folio, pero hay que meter un folio más de Ko-Ña-Zo horroroso, como aislante de seguridad. No te olvides que vamos a robarle al cliente un montón de dinero. No hay que correr riesgos, Par Di Yo.
- Apuntado, Maestro.
- En esta parte del informe, narcotizadora cuál chute de opio, debes utilizar palabras extraordinariamente técnicas y/o absurdas. Son muy buenas, por ejemplo, factor primario, escalado, aquiescencia, decatipos, constructo, cognitivo, nomotético, disposicional, idiográfico, análisis factorial,...Incluso puedes ponerlas todas seguidas, intercalando preposiciones y artículos al azar. Coloca también un montón de nombres de autores entre paréntesis, como si les estuvieras citando o te hubieras basado en su trabajo. Incluso puedes inventártelos, si quieres.
- ¿Qué más, Maestro?
- Puedes crear nuevas palabras, como “evalucinador”, o rescatar palabras olvidadas para darles un nuevo significado, como “catafractario”.
- ¿Y en cuanto al estilo, Maestro?
En cuanto al estilo, utiliza frases de al menos cinco renglones de extensión, llenas de oraciones coordinadas, subordinadas y yuxtapuestas. Antes de llegar al tercer renglón, el osado lector tendrá que volver al principio de la frase. La segunda vez dejará directamente de leer. Utiliza el punto y seguido cuando te duela la mano, pero mejor el punto y coma; da una impresión de cultura muy útil para tus propósitos el que la gente crea que sabes cuando hay que poner punto y coma. No uses nunca el punto y aparte. Y usa montones de paréntesis, corchetes y asteriscos.
- ¿Y después, Maestro?
- La reacción del lector ante un Ko-Ña-Zo semejante es múltiple: primero, le viene a la cabeza la idea de que te lo has currado bastante. Segundo, deja de leer y busca una página del medio del informe, a ver si es más legible. Naturalmente, encuentra que lo que lee no tiene ningún sentido (aquí es donde has metido todo el papel que sacaste del armario) ni ninguna relación con lo anterior ni con el objeto del informe. No obstante, como se ha saltado un montón de páginas, entiende que es normal que no encuentre sentido a lo que lee. ¡Je, je, je! ¿Lo coges, Par Di Yo?
- ¡Maestro, me dan escalofríos!
- Sí, Par Di Yo, el gran Fu Manchú estaría orgulloso. Atiende. La reacción del cliente entonces es dar otro salto, cual rana inquieta, y le ocurre exactamente lo mismo. Más palabrería sin sentido. El cliente empieza a tener una leve inquietud de que el informe no sea más que charla inútil.
- Entonces estamos en peligro, Maestro, porque ciertamente no es más que charla inútil.
- ¡Qué poca fe tienes, Par Di Yo! Le tenemos donde queríamos, porque es ahora cuando el honorable cliente da el paso decisivo, el que nosotros queremos que dé. Se va AL FINAL del informe. Y aquí es donde volvemos a sacar el tarro de las esencias. Pero esto será otro día, Par Di Yo, porque hoy he hablado ya mucho y tengo la boca seca como un Pol Vo Rón. Traeme de inmediato una Li Tro Na, y luego retírate a tus quehaceres.
- A vuestros pies, Maestro.
- Vete en paz, Par Di Yo, y nunca olvides estas enseñanzas. Y acaba el informe de una vez, Ko-Ño.
Y, como siempre, los escribas recogieron la sabiduría de Ku Ñao en verso:
La basura más infecta
si la vistes de satén
y la perfumas de rosa
pues ya parece otra cosa
y la puedes cobrar bien.