martes, 14 de septiembre de 2010

Cuentos de los mandarines: agentes del caos

El dignísimo mandarín Ku Ñao, luz de Oriente y genio de los negocios, revisaba en su lujoso despacho las estrategias para chin-char aún más a sus Cu-RRi-Tos, cuando decidió solicitar la presencia de su discípulo, Par Di Yo:

- ¡PAAR DII YOOOO! ¡Acude a mi regia presencia cual caballo desbocado!

Y, rápido como el viento del oeste, apareció en el despacho el susodicho Par Di Yo:

- ¿Llamabáis, oh, Maestro? ¿Qué deseáis de vuestro humilde discípulo?
- Ah, Par Di Yo, mosca perezosa. Lo cierto es que no deseaba nada, pero a veces a los mandarines nos gusta demostrar nuestro poder haciendo ir a la gente de acá para allá.
- Muy justo, Maestro. Para eso vos sois mandarín, y yo no.
- Ahí le has Da-O, Par Di Yo.
- Maestro, aprovechando mi presencia ante vuestra mandarinez, me gustaría haceros una pregunta en relación a este tema, si vuestra magnanimidad lo permite.
- Pregunta, lagarto de los árboles.
- Maestro, a todos nos gustaría obtener el grado de mandarín pero, ¿cómo se obtiene? ¿Qué hay que hacer?
- Par Di Yo, este es el secreto que todos buscan. ¿Cómo hacerse con el glorioso poder y dirigir el Co-Ta-Rro? Hay varias formas de llegar a ser mandarín.
- ¿Cómo llegó vuestra mandarinez a conseguirlo, Maestro?
- Verás, Par Di Yo, en mi caso, y dado mi maquiavelismo natural, llegué al mandarinato absoluto pasando antes por la digna fase de agente del caos.
- ¿De qué, Maestro?
- Escucha bien, orangután bellotero. ¿Acaso no sabes lo que es un agente del caos? ¡Es la mejor forma de alcanzar el poder y eliminar a la competencia, si se hace bien!
- ¿En qué consiste, Maestro?
- Anota bien, Par Di Yo, porque este es un secreto ancestralmente guardado por los mandarines. Imaginemos que tú ocupas cualquier posición en una empresa o mandarinato. Quieres obtener el poder, y hacer las cosas como a ti te dé la gana. Pero en esa empresa hay otras personas, algunas de la cuales son, por desgracia para ti, competentes.
- ¿Por desgracia, Maestro?
- ¡Pues claro que por desgracia, camello de las ramas! La gente competente siempre es una amenaza. Pero el agente del caos que se precie es capaz de convertir lo competente en incompetente, como el mejor de los magos.
- ¿Cómo es esto, Maestro?
- Atiende, somormujo bizco. Lo primero es, sutilmente, transmitir que tú harías las cosas de otra manera, y que esa manera es la correcta, y la mejor para la compañía. Casualmente, claro, esa manera es la que mejor se adapta a tus objetivos individuales. Por supuesto, las personas competentes tienen la mala costumbre de tener criterio, así que no te harán caso. Dirán: “bueno, yo pienso de otra manera, y esta manera da buenos resultados”. El aspirante a mandarín no debe alterarse. Simplemente, aceptar esto y seguir proclamando constantemente que nuestra manera es la buena y que, probablemente, la manera actual de gestionar no es la buena, y no dará buenos resultados.
- Pero da buenos resultados, Maestro.
- Espera, tarugo impaciente. Aquí es donde entra el agente del caos. Hay que conseguir, precisamente, que los resultados sean malos.
- ¿Hablamos de sabotaje, Maestro?
- ¡Qué palabra más fea, Par Di Yo! Yo prefiero hablar de disfunción de procesos, que queda más mandarínico. Pero, sin duda, hablamos de sabotaje. Te lo pondré con un ejemplo tan sencillo que hasta una medusa del Mar Amarillo como tú lo entenderá. Imagina que tú tienes el poder de barrer la oficina, ¿de acuerdo?
- Singular poder, Maestro.
- Es sólo un ejemplo, cebolla silvestre. Yo quiero ese poder, pero tú barres bien. Lo que haré será decir, y repetir una y otra vez, que esa no es la forma correcta de barrer, y que nos va a traer problemas. Lo repito y repito. Tú sigues barriendo como has barrido siempre, porque los resultados son buenos. ¿Qué hago yo? Cuando no miras, escupo en el suelo.
- ¡Qué asco, Maestro!
- ¡He dicho que es sólo un ejemplo, jumento de río! Además, cuando no estás, bajo a la calle y mancho mis zapatos con barro. Vuelvo a subir y lo pongo todo perdido. Entonces, espero a que tú vuelvas, y empieza mi representación. Proclamo a los cuatro vientos: “¿Lo veis? ¡Ya os lo dije, esta forma de trabajar nos traería problemas! ¡Todo está sucio!”
- Pero sólo está sucio porque lo habéis manchado, Maestro.
- Pero tú no lo sabes, Mer-Lu-Zo. El problema de la gente competente es que suele ser de buena voluntad, por lo que tarda mucho en ocurrírsele que pueda estar sabo…disfuncionando procesos. Te quedarás pensativo, y dirás: “¡Qué extraño! Esta forma de barrer me ha funcionado siempre, y juraría que cuando me fui estaba limpio. Pero no hay duda de que Ku Ñao tiene razón, todo está sucio. ¿Qué ha podido fallar?” Y el pobre infeliz se pone a trabajar buscando fallos en el proceso, sin darse cuenta de que no hay fallo, soy yo el que lo pone todo perdido. Eso sí, hay que ser cauteloso cual zorro para que no se den cuenta de lo que estás haciendo hasta que sea tarde. Sutileza, Par Di Yo, sutileza oriental.
- ¿Y después, Maestro?
- Sigues durante una temporada con esto. Cada vez elevas más el tono de tus quejas y tu presión: “Os lo dije, este sistema no funciona. ¡Nos llevará a la ruina! Dejadme ayudar al mandarinato, dejadme que lo haga a mi manera, que es la buena”. Y, a la vez, aumentas la intensidad del…disfuncionamiento de procesos. Lo que consigues al final, si lo haces bien, es crear una sensación de caos tan grande que se hace necesario hacer algo. Es aquí cuando de nuevo, muy humildemente y siempre jurando por Confucio que lo haces por el bien del mandarinato, insistes en que te dejen barrer a ti.
- Pero ahora habrá que obtener resultados, Maestro.
- ¡Calamar de charca! ¿No te das cuenta de que obtener resultados en estas circunstancias es tremendamente fácil? Aunque yo barriera mucho peor que tú, lo único que tengo que hacer para que las cosas vayan mejor es, simplemente, dejar de dar por Sa-Co y no escupir en el suelo.
- Creí que se llamaba disfuncionamiento de procesos, Maestro.
- ¡Menos ironía, melón amarillo!
- ¡Perdón, Maestro, perdón!
- Si lo haces bien, Par Di Yo, incluso la persona a la que estás haciendo la Ca-Ma, que el pobrecito ya quedamos en que tiene buena voluntad, te dará la razón, y dirá: “Pues lo cierto es que está más limpio que antes. Parece mentira, pero así es”. Con esto, has conseguido quitártelo de en medio, Par Di Yo. Has quedado como el salvador de la patria, cuando lo que has hecho es solucionar un problema que tú mismo habías creado.
- Desde luego, sutileza oriental, Maestro.
- Puedes ir repitiendo la estrategia hasta llegar al poder absoluto, Par Di Yo. Pero recuerda, lo importante es que nadie se dé cuenta de lo que estás haciendo. Ser agente del caos no es fácil. Y ahora déjame, ganso de las nieves, que tengo que seguir maquinando maldades.
- Oigo y obedezco, Maestro.
- Par Di Yo.
- ¿Sí, Maestro?
- Borra esa media sonrisa de tu siniestra y oriental faz. Si estás pensando en hacer de agente del caos conmigo, que ni se te pase por las mientes. Es una estrategia que no funciona cuando enfrente tienes otro que es más Ka-Brón que tú.
- ¡Jamás se me ocurriría tal cosa, Maestro!
- ¡Galopa, jamelgo de los valles!

Y así fue como Par Di Yo conoció lo que es un agente del caos, habitual fase larvaria de los mandarines. Y los escribas recogieron estas enseñanzas para el aprendizaje de las futuras generaciones:

Si mandarín quieres ser
y eliminar competencia
debes ponerte a joder
y echarle mucha paciencia.
Cuando llegue la ocasión
y si has sido bien discreto
quedarás cual campeón
con sólo quedarte quieto.

14 comentarios:

Lienzo tierra dijo...

Buenísimo, y por desgracia muy real.
Ayyy qué miedito me da leer estas historias mandarinas. Espero que no caigan en manos de un ser malo maligno y se le encienda la luz. Aunque yo creo que ya las tienen todas encendidas.

Salud amigo!

jesus dijo...

no asustarse, mamen. la realidad supera muy de largo la ficcion. ¡que les vas a contar a los del lado oscuro!!!!!

Troglo Jones dijo...

Saludetes:

Pués sí, Mamen, lo llevan en los genes, así que no importa demasiado. Aunque debería prohibir su lectura a mandarines en ciernes, por si acaso. Así que todo aquel que tenga más de 3 en el test de maldad del loro, que se abstenga de este blog, je, je.

Jesús, y que lo digas. Todas las mandarinadas están basadas en hechos y personas (es un decir) reales, pero la realidad es mucho peor. Pero mucho.

Abrazos.

Sebastián Mondéjar dijo...

Saludos, Tejota. Muy buena esa octava. Pero, ojo: hasta para ser discreto hay que ser discreto. Algunos lo son tanto que llaman la atención.

Armando dijo...

Una barrida diferente. Lo que (¿no?) me gusta es que este traten con vulgaridad a las moscas y a Par "at once". Luego t explico. g.j

Salud.

Troglo Jones dijo...

Saludos:

Hombre, don Sebas, dichosos los ojos. Me alegro de verte de nuevo, se te echaba de menos. Ciertamente, en el arte del disimulo, en el medio está la virtud, je, je.

Armando, ya sabes que los mandarines tienen tendencia al insulto rocambolesco y animalario. Luego me explicas, je, je.

Abrazos.

Doctor Krapp dijo...

¿O sea que la economía china ha alcanzado el segundo puesto mundial no por el régimen de semiesclavitud de su población trabajadora si no por el arte maquiavélico de sus mandarines? Debe ser el efecto de ida y vuelta: Marco Polo se llevo la pasta -ojo, la de comer- para Italia y los chinos han traído de allá las joyas del pensamiento transalpino.
El único problema que le veo al asunto es que habría que establecer un único agente del caos por empresa para evitar la competencia malsana y lo que es más difícil encontrar a gente eficaz e incorrompible.

Armando dijo...

Pues, eso del pranso y que donde quiera se andan posando.

Armando dijo...

Allí donde digo pranso, digo pasto.

Esther dijo...

Oye, todo esto me recuerda a nuestros políticos nacionales... No comment. Está el país que arde y aquí nadie pone arreglo, todos ponen desarreglo.

Besos cerveceros monjiles.

Troglo Jones dijo...

Saludos:

Doc, el arte de los mandarines y la esclavitud no son excluyentes, más bien al contrario. Normalmente, cuando hay más de un agente del caos se atacan entre ellos primero hasta que sólo queda uno, son incompatibles entre sí. Se reconocen de inmediato, sin mediar palabra, no sé si se huelen el culo, como los perros. ¿Gente eficaz e incorruptible en las empresas? Sí, algunos hay. Suelen ser los más Par-Di-Yos, je,je.

Armando, me dejas más loco todaviá, entre tu pasto y el antipasto del Doc, je, je. Al mezclar el pasto con los mandarines me has recordado aquella poesía, creo que era de Villamediana:

Llego a Madrid y no conozco El Prado
y no lo desconozco por olvido
sino porque me consta que es pisado
por muchos que debiera ser pacido.

Esther, los políticos son también agentes del caos, claramente. Lo malo que se les nota demasiado. A ver esas cervecitas.

Abrazos varios.

Ralph dijo...

La verdad que la sabiduría del mandarinato crece exponencialmente

Troglo Jones dijo...

Ralph, pero solo la mala, je, je. Podían solucionar algún problema, en vez de crearlos disimuladamente. Bueno, sería pedir peras al olmo.

Abrazos.

Mr Blogger dijo...

Esos últimos versos me recuerdan... ¿alguien conoce a quietoman?