
Había una frase que se aplicaba a Oscar Peterson, con cierta mala intención, pero que también implicaba respeto. Decía esa frase que, aquello que se podía decir con 10 notas, Oscar Peterson lo decía con 100. Y es cierto, casi le hacían falta dos teclados para meter tantas notas. Pero era muy bueno, un pianista extraordinario, y con una comprensión enorme de lo que hacía.
¿Sabiaís que el primer disco de jazz que tuve fue "At the Concertgebouw", una grabación en concierto del trio de Oscar Peterson, con aquellos inigualables Herb Ellis a la guitarra y Ray Brown al contrabajo? Fue como descubrir otro planeta. Escuchar los rugidos de Oscar mientras atacaba "Bluesology" o "Budo". No podía dejar de poner aquel disco, una y otra vez. Entonces me enamoré de esta música. Y ese amor es para siempre.
Esta es mi deuda con Oscar Peterson. Es una deuda grande, el haberme descubierto un nuevo mundo. Por eso quería dedicarle al menos unas palabras de recuerdo. Y dedicarle el mayor homenaje que creo que se le puede dedicar a un músico: seguiré escuchándole mientras me queden orejas.