Era estupendo tocarse las narices.
Y allí estaba yo, sentado en un banco al sol, dedicado a mi actividad favorita. Sí señor, tocarme las narices.
Aprovecho para decir que mis narices son suaves, finas y rectas. Nariz griega, creo que lo llaman. Yo no soy griego, pero tengo una estupenda nariz, aunque me esté mal el decirlo, porque es mía y eso.
Y en estas estaba cuando llegó Charlie Parker, y me dijo:
- ¡Me han robao el saxofón!
Charlie es un buen chico, aunque un poco plasta. Siempre está perdiendo cosas, y tiene la mala costumbre de interrumpirme cuando me toco las narices.
- Lo habrás perdido, como siempre – le dije yo. Tengo bastante tendencia a usar frases de madre, como veis. Ya lo decía mi madre, “!siempre dices frases de madre!”. ¿Qué estaba yo contando? ¡Ah, sí!
- Te juro que esta vez no – me dijo Charlie – Ni lo he vendido, ni empeñado, ni nada por el estilo. Me lo han robado – y, de pura desesperación, se puso a tirarse de los pelos de los sobacos, porque los de la cabeza los tenía muy cortos y no había manera.
- Está bien. Este es un trabajo para Troglo Jones.
No sé por qué dije eso, porque a mí no me gusta trabajar, pero soy hombre de palabra, así que me levanté del banco, me puse el sombrero de copa y llamé por teléfono a mi loro, Puto Bocazas, para decirle que no iba a comer. Se puso como una fiera porque había hecho paella, pero esto es otra historia. Así que le dije a Charlie, le dije:
- Vamos a investigar.
- ¿Por dónde empezamos? – me dijo él.
- Lo normal es que el saxofón te lo haya robado un músico, porque son gente de vida disipada y corrupta.
- Cierto – dijo el tío cínico.
- Y los de jazz todavía más. Así que tenemos que localizar músicos de jazz. Será fácil porque siempre están en el bar. Por tanto, sólo tenemos que recorrer todos los bares de la ciudad hasta que demos con el saxofón.
- Me parece un buen plan – dijo el tío cínico.
Y allá que nos fuimos. Cuando habíamos recorrido cien bares, la cosa iba bien. Una vez que recorrimos doscientos, me dolían un poco los pies. Además, no sé qué me pasaba que cuanto más bebía, más borracho iba. Y cuando llegamos al bar trescientos, oímos algo que nos hizo sospechar. Alguien gritaba detrás de la puerta del reservado: “¡Ten cuidado con el saxofón de Charlie Parker, coño, que lo vas a romper!”. ¿Sería una pista? Además, salía música de jazz de detrás de aquella puerta. Yo creo que era “Moose the mooche”, pero podía ser “Paquito el Chocolatero”, tal era mi estado.
- ¡Mi saxofón! – dijo Charlie Parker. Y salió corriendo hacia la puerta. Yo me adelanté, me quité el sombrero y la embestí de cabeza. Al oír el golpe, nos abrieron. Este es un truco que nunca falla. Tendríais que probarlo.
Nos precipitamos en la sala y, ¿qué diréis? ¡Una colección de crapulientos músicos de jazz, todos sonrientes! Estaba Bud Powell, y también Monk, y Max Roach, Jackie McLean, estaban todos, novecientos o mil, no sé.
- ¡Sorpresa, Charlie! – dijeron todos como un solo crápula.
- ¿Qué? – dijo Charlie Parker.
- Yo te explico – dijo Monk – Queríamos hacerte una fiesta sorpresa de despedida de soltero. Así que te robamos el saxofón. Sabíamos que vendrías a buscarlo, así que sólo nos quedaba esperar que dieras con el bar en el que estábamos, y darte la sorpresa. ¡Has tardado mucho!
- ¿Una fiesta sorpresa de despedida de soltero? – chilló Parker.
- ¡Eso es! – dijo el amigo Thelonius, todo sonrisas.
- ¡Pero yo nunca he sido soltero, idiotas! – dijo el amable Charlie.
- ¿Ein?
- ¿Lo qué?
- ¿Cómo es eso?
- ¿No sabéis que mi madre pactó mi matrimonio con el senador McCarthy cuando aún estaba embarazada de mí? Así que ya nací casado, luego no puedo tener despedida de soltero – esto dijo Charlie, con lágrimas en los ojos. Y es que yo sabía que después el senador McCarthy le había dejado por una bruja, y nunca lo había superado.
- ¡Qué plancha! ¡Después de tantos preparativos! – dijo Monk – Pues nada, toma tu saxofón y aquí no ha pasado nada.
Y le dio el saxofón y empezamos otra vez la ronda de bares desde el primero. Llegué a casa tardísimo, y no veáis la bronca que me montó Puto Bocazas.
Y esto fue lo que pasó, más o menos.
Y allí estaba yo, sentado en un banco al sol, dedicado a mi actividad favorita. Sí señor, tocarme las narices.
Aprovecho para decir que mis narices son suaves, finas y rectas. Nariz griega, creo que lo llaman. Yo no soy griego, pero tengo una estupenda nariz, aunque me esté mal el decirlo, porque es mía y eso.
Y en estas estaba cuando llegó Charlie Parker, y me dijo:
- ¡Me han robao el saxofón!
Charlie es un buen chico, aunque un poco plasta. Siempre está perdiendo cosas, y tiene la mala costumbre de interrumpirme cuando me toco las narices.
- Lo habrás perdido, como siempre – le dije yo. Tengo bastante tendencia a usar frases de madre, como veis. Ya lo decía mi madre, “!siempre dices frases de madre!”. ¿Qué estaba yo contando? ¡Ah, sí!
- Te juro que esta vez no – me dijo Charlie – Ni lo he vendido, ni empeñado, ni nada por el estilo. Me lo han robado – y, de pura desesperación, se puso a tirarse de los pelos de los sobacos, porque los de la cabeza los tenía muy cortos y no había manera.
- Está bien. Este es un trabajo para Troglo Jones.
No sé por qué dije eso, porque a mí no me gusta trabajar, pero soy hombre de palabra, así que me levanté del banco, me puse el sombrero de copa y llamé por teléfono a mi loro, Puto Bocazas, para decirle que no iba a comer. Se puso como una fiera porque había hecho paella, pero esto es otra historia. Así que le dije a Charlie, le dije:
- Vamos a investigar.
- ¿Por dónde empezamos? – me dijo él.
- Lo normal es que el saxofón te lo haya robado un músico, porque son gente de vida disipada y corrupta.
- Cierto – dijo el tío cínico.
- Y los de jazz todavía más. Así que tenemos que localizar músicos de jazz. Será fácil porque siempre están en el bar. Por tanto, sólo tenemos que recorrer todos los bares de la ciudad hasta que demos con el saxofón.
- Me parece un buen plan – dijo el tío cínico.
Y allá que nos fuimos. Cuando habíamos recorrido cien bares, la cosa iba bien. Una vez que recorrimos doscientos, me dolían un poco los pies. Además, no sé qué me pasaba que cuanto más bebía, más borracho iba. Y cuando llegamos al bar trescientos, oímos algo que nos hizo sospechar. Alguien gritaba detrás de la puerta del reservado: “¡Ten cuidado con el saxofón de Charlie Parker, coño, que lo vas a romper!”. ¿Sería una pista? Además, salía música de jazz de detrás de aquella puerta. Yo creo que era “Moose the mooche”, pero podía ser “Paquito el Chocolatero”, tal era mi estado.
- ¡Mi saxofón! – dijo Charlie Parker. Y salió corriendo hacia la puerta. Yo me adelanté, me quité el sombrero y la embestí de cabeza. Al oír el golpe, nos abrieron. Este es un truco que nunca falla. Tendríais que probarlo.
Nos precipitamos en la sala y, ¿qué diréis? ¡Una colección de crapulientos músicos de jazz, todos sonrientes! Estaba Bud Powell, y también Monk, y Max Roach, Jackie McLean, estaban todos, novecientos o mil, no sé.
- ¡Sorpresa, Charlie! – dijeron todos como un solo crápula.
- ¿Qué? – dijo Charlie Parker.
- Yo te explico – dijo Monk – Queríamos hacerte una fiesta sorpresa de despedida de soltero. Así que te robamos el saxofón. Sabíamos que vendrías a buscarlo, así que sólo nos quedaba esperar que dieras con el bar en el que estábamos, y darte la sorpresa. ¡Has tardado mucho!
- ¿Una fiesta sorpresa de despedida de soltero? – chilló Parker.
- ¡Eso es! – dijo el amigo Thelonius, todo sonrisas.
- ¡Pero yo nunca he sido soltero, idiotas! – dijo el amable Charlie.
- ¿Ein?
- ¿Lo qué?
- ¿Cómo es eso?
- ¿No sabéis que mi madre pactó mi matrimonio con el senador McCarthy cuando aún estaba embarazada de mí? Así que ya nací casado, luego no puedo tener despedida de soltero – esto dijo Charlie, con lágrimas en los ojos. Y es que yo sabía que después el senador McCarthy le había dejado por una bruja, y nunca lo había superado.
- ¡Qué plancha! ¡Después de tantos preparativos! – dijo Monk – Pues nada, toma tu saxofón y aquí no ha pasado nada.
Y le dio el saxofón y empezamos otra vez la ronda de bares desde el primero. Llegué a casa tardísimo, y no veáis la bronca que me montó Puto Bocazas.
Y esto fue lo que pasó, más o menos.
Art by Eric Drooker, "Drowning saxophone". http://www.drooker.com/
7 comentarios:
Haces unas historias muy románticas y clásicas. Ésta, en concreto, me ha encantado. Conozco a todos los músicos que nombras, grandes clásicos del jazz, y me estoy imaginando que el relato podría ser de verdad. Podría, y para mi es de verdad. Lo cuentas de una manera que engancha completamente y quieres saber el final. Me estoy imaginando a Charlie Parker y a troglo jones de bar en bar. A Puto Bocazas preparando la paella. Eres un romántico total, vives en un mundo mágico y nos haces participar a los demás de tu pequeño mundo, rodeado de músicos de jazz. Y qué músicos, mamma mía!
La ilustración es muy bonita. Me gustan las estrellitas que salen del saxo hacia la luna. Y los tiburones acechando al músico!
Un abrazo. Por cierto, ha vuelto el frío.
Gracias por tus historias. Son perfectas.
Supongo que puto bocazas soltaría algo así como "cualquier excusa para ir de ronda por los bares"... si es que es la típico frase de madre, junto con la otra que dice "siempre dices frases de madre!" :P
Pues a mí no sé por qué el loro Puto Bocazas se me asemeja a la mujer de Troglo. Ahora tendrás tiempo para "delirar" todo lo que quieras y más. Suerte la tuya.
He visitado la página de Drooker. Tiene muy buena pinta, la he guardado en favoritos, en cuanto me deje el hermano de Ku-ñao aquí presente la visito.
Abrazos!
Saludos a tod@s:
Esther, gracias por tus hermosos comentarios, como siempre. Me alegro que te guste la historia. La verdad es que sí me encantaría haber vivido esa época pero bueno, esta tampoco está mal. A mí me cuesta imaginar a Puto Bocazas haciendo paella, abriendo la caja del arroz con el pico, je, je. Es un cachondo este loro.
¿Qué pasa, Mr.Blogger? Me alegro de verte otra vez por aquí. Algún día haremos un listado con las típicas frases de madre. Por desgracia, a mí ya me falta un poco de energía para las rondas de bares, en el 150 empiezo a tener sueño.
Pero Mamen, ¿cómo voy a llamar a mi mujer Puto Bocazas? ¿O insinuas que estoy casado con un loro? Sólo insinuar que estoy casado ya sería bastante malo. Yo he estado casado con el curro, y ahora me divorcio. Aleluya.
Drooker es una maquina, y te deja usar las imágenes si es sin ánimo de lucro y le citas. Os recomiendo visitarle.
El loro este es lo que tiene, que en cuanto le dejo salir en la historia, me roba todos los planos.
Abrazos.
Jajaja, perdón perdón. Se me pasó por la mente. Vale, vale flágelame. Pero el loro hace el papel de tu esposa muy bien ;-). Algunos por ahí lo han comparado con una madre así que no sé qué será peor :-) :-). Los loros es lo que tiene, son bocazas para restar protagonismo al de al lado.
Desquiciante, como siempre. Y lo del matrimonio concertado ¡precisamente con McCarthy! es genial.
Saludos.
Hola, Félix, muchas gracias. Yo soy así, desquiciante. Ya lo decía mi madre, la señora Jones: "¿por qué tienes que ser tan desquiciante siempre?". ¡Qué razón tenía!
Un abrazo.
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