En su despacho, rodeado de sedas, jade, y antigüedades sin precio, el insigne mandarín Ku Ñao dormitaba, influenciado por la tres piernas de cordero mongol y la botella de Ri-O-Ja que se había apretado en la comida. Su cuerpo se bamboleaba peligrosamente hacia delante, hasta que de repente, ¡plaf! sus egregias narices chocaron con el borde de la mesa:
- ¡Ay, Ko Ño! ¡Qué To-Ña-Zo! ¡Kachis Tó! ¡PAR DI YOO!
- Oigo y obedezco, Maestro – dijo el discípulo Par Di Yo, apareciendo raudo en el despacho.
- ¿Acaso no te he dicho ya, Par Di Yo, que forraras con suaves almohadas los bordes de mi mesa para evitar accidentes? – dijo Ku Ñao mientras se acariciaba sus doloridas napias.
- Er, pues no, Maestro. Es la primera vez que me lo decís. ¿Os encontráis bien, Maestro? Se os están hinchando las narices.
- ¡Grrr! ¡Tú si que me hinchas las narices, Par Di Yo! ¡Cumple mis órdenes, a escape! ¡Espera! Antes de irte, infórmame de tus conversaciones con nuestro colaborador, Chin-Chón. ¿Cuándo empieza la tarea?
- Ejem, bueno, veréis, Maestro. Como me dijisteis, le llamé para decirle que realizara esos desarrollos para nosotros.
- ¿Cuánto oro le ofreciste, Par Di Yo, que tú eres un manirroto?
- La tarifa mínima, Maestro, como siempre me decís. El caso es…
- ¿Qué? ¡Habla, Par Di Yo, no te quedes mudo cuál rana afónica!
- Maestro, me ha dicho que por esa cantidad, no le interesa hacer el trabajo.
- ¿Qué? ¡Las maldiciones de los dioses borrachos caigan sobre su indigna cabeza! ¿Este es el agradecimiento que nos muestra? ¡Con todo lo que hemos hecho por él, ahora que le necesitamos nos deja tirados! ¿Se han perdido todos los valores de los antepasados? ¡El Imperio peligra, Par Di Yo, cuando uno ve esto!
Pero sucedía que aquel día, un compañero bromista le había metido a Par Di Yo en el Bo Ka Ta una seta de extraño aspecto, que afectaba al cerebro de quien la tomaba de forma opiácea, así que Par Di Yo contestó:
- Bueno, Maestro, si no es insolencia…¿qué hemos hecho nosotros por él?
- ¿Que qué hemos hecho? ¡Le dimos trabajo, Par Di Yo! ¿Te parece poco?
- Maestro, lo decís como si le hubiéramos recogido de la calle, como un mendigo alcoholizado, le hubiéramos metido en casa, y le hubiéramos vestido y cuidado.
- ¿Qué dices, Par Di Yo? ¿Te has vuelto loco?
- Maestro, lo único que hicimos fue darle trabajo cuando nosotros necesitábamos manos. Fue una negociación, un toma y daca, en la que siempre intentamos pagarle lo menos posible. ¿Por qué tiene que haber ningún tipo de agradecimiento por ninguna de las partes?
- Si yo te hago un favor, debes estarme agradecido, Par Di Yo. ¿No te parece justo? ¿No es lo que dice Confucio? ¿No es de bien nacidos ser agradecidos?
- Pero es que no le hemos hecho ningún favor, Maestro. Le hemos dado trabajo porque a nosotros nos interesaba. Debes agradecimiento cuando alguien hace algo por ti que no le beneficia, o incluso le perjudica. Si yo pido a mi hermano que me ayude a pintar las puertas, le debo agradecimiento, porque él lo hace pese a ocuparle tiempo que podría emplear en otras cosas. Pero no es el caso. Aquí solo actúa la conveniencia. ¿Debería estar agradecido a un pintor al que pago por su trabajo?
- ¿Pero qué te ocurre, Par Di Yo, eres Ko-Mu-Nis-Tá de repente? ¿Acaso no le dimos una oportunidad? ¿No demanda eso agradecimiento?
- Y él ha respondido con su trabajo, Maestro. ¿Qué agradecimiento podemos pedir mejor que un trabajo eficaz? Esto es una transacción, un contrato, no algo que se haga por amor. Lo hará si le conviene, porque ese es el negocio. Igual que nosotros, si encontráramos quien lo haga por un céntimo menos, no volveríamos a llamarle. ¿O no es así, Maestro?
- Ejem, bueno, Par Di Yo, eso no viene al caso. Pero, ¿no hablan tus filósofos también de coherencia, Par Di Yo, además de conveniencia? Hay que estar a las duras y a las maduras, no coger sólo lo que te interesa cuando te interesa.
- ¿Qué significa esto, Maestro? ¿Qué la gente tiene que trabajar obligatoriamente por aquello que le ofrezcamos? ¿Son trabajos forzados? La gente tiene derecho a preferir no trabajar que a trabajar en determinadas condiciones, Maestro, eso tenemos que admitirlo.
- Par Di Yo, estás agotando mi fenomenal paciencia. Ya no se va a contar más con este desagradecido, busca otro colaborador de ahora en adelante.
- ¡Pero si siempre ha trabajado a entera satisfacción! ¿Si no trabaja por lo que nosotros queramos pagarle nos vengamos de él? Maestro, no puedo entender que alguien a quien tú pagas por su trabajo te deba agradecimiento, como si le dieras limosna. ¿Y por qué nosotros a él no le debemos agradecimiento? Muchas veces, el trabajador nos regala sus horas. Y nosotros nunca le pagamos extra. ¿Por qué nos debe algo?
- Par Di Yo, hay una vieja ley mandarínica que ofrece apoyo total a la idea de que el trabajador debe agradecimiento a la empresa, mientras que la empresa no se lo debe a él.
- ¿Y cuál es esa ley, Maestro?
- La del Em-Bu-Do, Par Di Yo.
- Cierto, Maestro. Los mandarines siempre pueden invocar esa ley cuando las cosas se ponen feas.
- Sí, Par Di Yo, no lo olvides porque es una de las mejores armas con las que contamos. Así que, en virtud de esta ley, sal pitando, fórrame la mesa y no vuelvas a contar con ese desagradecido.
- Sí, Maestro.
- ¡Y no sé lo que habrás tomado, pero no vuelvas a tomar cosas raras, Par Di Yo, que no te sientan bien!
Y los escribas recogieron la moraleja de esta triste historia en estos versos:
Si no haces lo que te digo
por escasas cuatro perras
serás desagradecido
- ¡Ay, Ko Ño! ¡Qué To-Ña-Zo! ¡Kachis Tó! ¡PAR DI YOO!
- Oigo y obedezco, Maestro – dijo el discípulo Par Di Yo, apareciendo raudo en el despacho.
- ¿Acaso no te he dicho ya, Par Di Yo, que forraras con suaves almohadas los bordes de mi mesa para evitar accidentes? – dijo Ku Ñao mientras se acariciaba sus doloridas napias.
- Er, pues no, Maestro. Es la primera vez que me lo decís. ¿Os encontráis bien, Maestro? Se os están hinchando las narices.
- ¡Grrr! ¡Tú si que me hinchas las narices, Par Di Yo! ¡Cumple mis órdenes, a escape! ¡Espera! Antes de irte, infórmame de tus conversaciones con nuestro colaborador, Chin-Chón. ¿Cuándo empieza la tarea?
- Ejem, bueno, veréis, Maestro. Como me dijisteis, le llamé para decirle que realizara esos desarrollos para nosotros.
- ¿Cuánto oro le ofreciste, Par Di Yo, que tú eres un manirroto?
- La tarifa mínima, Maestro, como siempre me decís. El caso es…
- ¿Qué? ¡Habla, Par Di Yo, no te quedes mudo cuál rana afónica!
- Maestro, me ha dicho que por esa cantidad, no le interesa hacer el trabajo.
- ¿Qué? ¡Las maldiciones de los dioses borrachos caigan sobre su indigna cabeza! ¿Este es el agradecimiento que nos muestra? ¡Con todo lo que hemos hecho por él, ahora que le necesitamos nos deja tirados! ¿Se han perdido todos los valores de los antepasados? ¡El Imperio peligra, Par Di Yo, cuando uno ve esto!
Pero sucedía que aquel día, un compañero bromista le había metido a Par Di Yo en el Bo Ka Ta una seta de extraño aspecto, que afectaba al cerebro de quien la tomaba de forma opiácea, así que Par Di Yo contestó:
- Bueno, Maestro, si no es insolencia…¿qué hemos hecho nosotros por él?
- ¿Que qué hemos hecho? ¡Le dimos trabajo, Par Di Yo! ¿Te parece poco?
- Maestro, lo decís como si le hubiéramos recogido de la calle, como un mendigo alcoholizado, le hubiéramos metido en casa, y le hubiéramos vestido y cuidado.
- ¿Qué dices, Par Di Yo? ¿Te has vuelto loco?
- Maestro, lo único que hicimos fue darle trabajo cuando nosotros necesitábamos manos. Fue una negociación, un toma y daca, en la que siempre intentamos pagarle lo menos posible. ¿Por qué tiene que haber ningún tipo de agradecimiento por ninguna de las partes?
- Si yo te hago un favor, debes estarme agradecido, Par Di Yo. ¿No te parece justo? ¿No es lo que dice Confucio? ¿No es de bien nacidos ser agradecidos?
- Pero es que no le hemos hecho ningún favor, Maestro. Le hemos dado trabajo porque a nosotros nos interesaba. Debes agradecimiento cuando alguien hace algo por ti que no le beneficia, o incluso le perjudica. Si yo pido a mi hermano que me ayude a pintar las puertas, le debo agradecimiento, porque él lo hace pese a ocuparle tiempo que podría emplear en otras cosas. Pero no es el caso. Aquí solo actúa la conveniencia. ¿Debería estar agradecido a un pintor al que pago por su trabajo?
- ¿Pero qué te ocurre, Par Di Yo, eres Ko-Mu-Nis-Tá de repente? ¿Acaso no le dimos una oportunidad? ¿No demanda eso agradecimiento?
- Y él ha respondido con su trabajo, Maestro. ¿Qué agradecimiento podemos pedir mejor que un trabajo eficaz? Esto es una transacción, un contrato, no algo que se haga por amor. Lo hará si le conviene, porque ese es el negocio. Igual que nosotros, si encontráramos quien lo haga por un céntimo menos, no volveríamos a llamarle. ¿O no es así, Maestro?
- Ejem, bueno, Par Di Yo, eso no viene al caso. Pero, ¿no hablan tus filósofos también de coherencia, Par Di Yo, además de conveniencia? Hay que estar a las duras y a las maduras, no coger sólo lo que te interesa cuando te interesa.
- ¿Qué significa esto, Maestro? ¿Qué la gente tiene que trabajar obligatoriamente por aquello que le ofrezcamos? ¿Son trabajos forzados? La gente tiene derecho a preferir no trabajar que a trabajar en determinadas condiciones, Maestro, eso tenemos que admitirlo.
- Par Di Yo, estás agotando mi fenomenal paciencia. Ya no se va a contar más con este desagradecido, busca otro colaborador de ahora en adelante.
- ¡Pero si siempre ha trabajado a entera satisfacción! ¿Si no trabaja por lo que nosotros queramos pagarle nos vengamos de él? Maestro, no puedo entender que alguien a quien tú pagas por su trabajo te deba agradecimiento, como si le dieras limosna. ¿Y por qué nosotros a él no le debemos agradecimiento? Muchas veces, el trabajador nos regala sus horas. Y nosotros nunca le pagamos extra. ¿Por qué nos debe algo?
- Par Di Yo, hay una vieja ley mandarínica que ofrece apoyo total a la idea de que el trabajador debe agradecimiento a la empresa, mientras que la empresa no se lo debe a él.
- ¿Y cuál es esa ley, Maestro?
- La del Em-Bu-Do, Par Di Yo.
- Cierto, Maestro. Los mandarines siempre pueden invocar esa ley cuando las cosas se ponen feas.
- Sí, Par Di Yo, no lo olvides porque es una de las mejores armas con las que contamos. Así que, en virtud de esta ley, sal pitando, fórrame la mesa y no vuelvas a contar con ese desagradecido.
- Sí, Maestro.
- ¡Y no sé lo que habrás tomado, pero no vuelvas a tomar cosas raras, Par Di Yo, que no te sientan bien!
Y los escribas recogieron la moraleja de esta triste historia en estos versos:
Si no haces lo que te digo
por escasas cuatro perras
serás desagradecido
e irás a la lista negra.
11 comentarios:
Si es que está claro que no hay nada peor que los siervos ingratos. No se dan cuenta de los honores que se les hacen. ¡Y encima se dedican a reclamar a la empresa! ¡habrase visto tal desfachatez!
Pues como se te metan los sindicatos en la Ciudad Prohibida, lo llevas claro. Los enlaces sindicales que no curran, los trabajadores que piden horas para hablar con los enlaces y réstale los días de elecciones sindicales.
Como decía el Almodóvar: Cómo está el servicio (de señoras).
Hola, Mr.Blogger y Félix:
Si es que no hay derecho. No ha habido avances en las relaciones laborales desde la invención del látigo de nueve colas. Ku Ñao está trabajando en ello.
Me quedan 3 días.
Abrazos.
Uyyy qué rebelde está Par Di yo últimamenteee! Se le está subiendo a la chepa a Ku-ñao ¿eh?, esta vez ha sido poco duro con él. Por favor, que le maltrate más, que sino los cuentos del mandarinato pierden encanto, jaja.
Jo Troglo, ¡qué poco te queda! Suerte la tuya, a mí hoy ni me han dejado tiempo para leer los blogs, ¡habrase visto! qué desfachatez.
Besos a todos! guapos, requeteguapos (hoy estoy generosa)
Cometí error ortográfico: sino no, si no! ¿no? jaja, bueno es igual.
Sí, Par di yo me ha dado un mordisquito de su bocadillo hoy.
(Es que cuando voy acelerada desvarío)
Hola, Mamen:
Hoy había pasado lista y te había puesto falta. Sí, a veces, como decía aquel "hasta el débil tiene un gesto".
¡Qué poquito! Las cosas van, me llaman amigos para hablar de hacer cosas en común, e incluso aquí me siguen ofreciendo llevar ciertos proyectillos desde casa. ¡Me haré de rogar un poco!
Más besos para ti.
ouaaaaaahhhh, que bien se estaba de vacaciones leñe. Ya he vuelto, con una sonrisa gracias a tu post.
Me pongo las pilas enseguida....
abrazo
La Mo Ra Le Ja final de los Es Kri Bas es buenísima. Y lo puedo decir yo que soy autónoma. Qué verdad más grande. Kui Dado con Par Di Yo que se la está jugando.
Los autónomos tendremos que tomar esos Ri Kí Si Mos Bo Ka Tas con setas y plantar Ka Ra a Ku Ñao.
Be Sos Lo Kos
Hola:
Sr. Erradizo, ya era hora que se diera cuenta de que habían acabado las vacaciones. Ya le iba a echar la bronca. Un abrazo.
Esther, ya te había puesto falta. Mi menda también es autónomo, y eso te da cierta libertad, aunque menos de la que parece. En cuanto rechazas algo porque es una mierda, estás proscrito. Un besote.
Troglooo!!! Dos díaaass!!! ;-)
Je, je. ¡Qué poquito! Realmente, vengo a currar también el lunes. Terminar directamente un viernes es un poco melodramático, así que venimos en plan despedida y cierre.
Un abrazo.
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