Pues me ha pasado una cosa de lo más rara esta Semana Santa. La cosa fue así, más o menos:
- Bueno, Troglo – me dijo mi loro, Puto Bocazas – Ha llegado la hora de zamparse las torrijas.
- Tienes razón, vamos a ver si somos capaces de zampárnoslas todas de una sentada.
Puto Bocazas voló hasta la cocina y, de repente, escuché un desgarrador alarido:
- ¡Aaaarhg!
- ¿Qué pasa? ¿Qué pasa?
- ¡Falta una torrija! ¡Ha desaparecido!
- ¡Pues es verdad!
Inmediatamente, mis sospechas recayeron en el loro. El problema es que no le había perdido de vista desde que habíamos hecho las torrijas, porque no me fío. Pero había entrado antes que yo en la cocina, ¿no podía haberse zampado la torrija y ahora estar montando el numerito? Pero no, sólo había entrado un segundo antes que yo, y ni siquiera Puto Bocazas es capaz de zamparse una torrija en ese tiempo sin dejar rastros visibles. Por su calculadora mirada, vi que él se estaba haciendo las mismas preguntas respecto a mí, y había llegado a la misma conclusión.
- ¡Qué desgracia más grande! – sollozó Puto Bocazas.
- ¿No estás exagerando un poquito? Todavía quedan 59 torrijas.
- ¿Ah, sí? Vale, pues cómete tú sólo 29.
- ¡Una leche! Yo quiero mi dosis de 30.
- ¿Lo ves? Ya está liada.
- A ver, a ver, procedamos con orden. Una torrija no desaparece así como así, ni tiene patas. Alguien tiene que habérsela jalado, pero ni tú ni yo hemos podido ser, porque nos hemos estado vigilando.
- Pues no puede ser nadie de fuera, porque no hemos salido de casa y todo está cerrado a cal y canto, incluyendo las persianas, para que los pelmazos a los que debemos dinero no sepan que estamos aquí.
- ¡Qué misterio! ¿Habrá algún tipo de animalejo en casa, aparte de ti?
- ¿O de tu padre, por ejemplo? No, no es posible, habríamos oído algo. ¡Oye, espera un momento!
Y Puto Bocazas se acercó a las torrijas y empezó a olisquearlas.
- ¿Estas torrijas están hechas con la receta del abuelo Jones? – me preguntó.
- Claro, según manda la tradición.
- El ingrediente secreto de las torrijas del abuelo Jones es el whisky de garrafa. ¿No te habrás pasado en la dosis?
- Ni hablar, para 60 torrijas hay que echar 10 botellas de whisky de garrafón, es la dosis mínima recomendada por la OMS y el abuelo Jones.
- ¿Y por qué sólo falta una? ¡Un momento! ¡Ya tengo la solución! Y todo ha sido porque lo dejas todo tirado por medio.
- ¿Qué tendrá eso que ver?
- ¿Qué pinta ese clarinete en la cocina?
- Pues no sé, se me olvidaría guardarlo.
- ¿No ves, tontainas, que la fuente de las torrijas está apoyada en el clarinete por uno de sus lados? Esto hace que la fuente se incline. De este modo, el whisky de garrafa que debería distribuirse uniformemente, se desliza hacía el otro lado de la fuente. Así, todo el whisky se acumula en un punto de la fuente, y la torrija que ocupa ese punto alcanza la masa crítica de garrafón, y sufre un desplazamiento espaciotemporal (ya sabéis que cuando uno se toma 60 ó 70 cubatas de whisky de garrafa, puede sufrir un desplazamiento espaciotemporal y aparecer en Chicago en el crack del 29, o cualquier otro sitio).
- ¿Así que la torrija se ha desplazado en el espacio y el tiempo? ¿Y dónde estará?
- ¡Quién sabe las aventuras que correrá esa torrija, Troglo! Quizá un día volvamos a encontrarla en nuestros viajes temporales. Espero que una torrija no cambie la historia, pero ya nos enteraremos.
- Pues no sé, pero en este disco de Stanley Turrentine ahora se llama Stanley Torrijine.
- Pues eso es que la torrija apareció en su casa, su madre se la comió y se quedó embarazada de Stanley, de ahí el apellido.
- ¿Si te comes una torrija desplazada en el tiempo y el espacio te embarazas?
- Claro. ¡Y tienes torr-hijos y torr-hijas! ¡Jo, jo, jo, jo!
- ¡Jua, jua, jua! ¡Qué chiste más malo, Puto Bocazas! ¡Estás acabado para el humor!
- ¡Jo, jo! ¡Ay, bueno! Espero que lo de Stanley no sea muy grave.
- Bueno, ya no tiene remedio. En fin, voy a comerme mis 29 torrijas y media.
- ¡Ni hablar! El clarinete es tuyo, así que tú has perdido la torrija. ¡Te tocan 29!
Así que me he quedado con hambre por culpa del clarinete. ¡Qué cosas!
PD: Espero que lo hayáis pasado muy bien en Semana Santa. Dos cosas: en la FNAC tienen un recopilatorio de Wardell Gray (me acordé porque habló de él Erradizo hace poco), disco doble a 8,95. Es raro, ya sabéis que los recopilatorios es siempre Duke Ellington, Louis Armstrong, Ella Fitzgerald, Stan Getz, pero… ¿Wardell Gray? Bienvenido sea. Y también han reeditado “Alrededor de la medianoche” (la pinícula) a 5,95. Lo tienen en documentales, no me preguntéis por qué.
- Bueno, Troglo – me dijo mi loro, Puto Bocazas – Ha llegado la hora de zamparse las torrijas.
- Tienes razón, vamos a ver si somos capaces de zampárnoslas todas de una sentada.
Puto Bocazas voló hasta la cocina y, de repente, escuché un desgarrador alarido:
- ¡Aaaarhg!
- ¿Qué pasa? ¿Qué pasa?
- ¡Falta una torrija! ¡Ha desaparecido!
- ¡Pues es verdad!
Inmediatamente, mis sospechas recayeron en el loro. El problema es que no le había perdido de vista desde que habíamos hecho las torrijas, porque no me fío. Pero había entrado antes que yo en la cocina, ¿no podía haberse zampado la torrija y ahora estar montando el numerito? Pero no, sólo había entrado un segundo antes que yo, y ni siquiera Puto Bocazas es capaz de zamparse una torrija en ese tiempo sin dejar rastros visibles. Por su calculadora mirada, vi que él se estaba haciendo las mismas preguntas respecto a mí, y había llegado a la misma conclusión.
- ¡Qué desgracia más grande! – sollozó Puto Bocazas.
- ¿No estás exagerando un poquito? Todavía quedan 59 torrijas.
- ¿Ah, sí? Vale, pues cómete tú sólo 29.
- ¡Una leche! Yo quiero mi dosis de 30.
- ¿Lo ves? Ya está liada.
- A ver, a ver, procedamos con orden. Una torrija no desaparece así como así, ni tiene patas. Alguien tiene que habérsela jalado, pero ni tú ni yo hemos podido ser, porque nos hemos estado vigilando.
- Pues no puede ser nadie de fuera, porque no hemos salido de casa y todo está cerrado a cal y canto, incluyendo las persianas, para que los pelmazos a los que debemos dinero no sepan que estamos aquí.
- ¡Qué misterio! ¿Habrá algún tipo de animalejo en casa, aparte de ti?
- ¿O de tu padre, por ejemplo? No, no es posible, habríamos oído algo. ¡Oye, espera un momento!
Y Puto Bocazas se acercó a las torrijas y empezó a olisquearlas.
- ¿Estas torrijas están hechas con la receta del abuelo Jones? – me preguntó.
- Claro, según manda la tradición.
- El ingrediente secreto de las torrijas del abuelo Jones es el whisky de garrafa. ¿No te habrás pasado en la dosis?
- Ni hablar, para 60 torrijas hay que echar 10 botellas de whisky de garrafón, es la dosis mínima recomendada por la OMS y el abuelo Jones.
- ¿Y por qué sólo falta una? ¡Un momento! ¡Ya tengo la solución! Y todo ha sido porque lo dejas todo tirado por medio.
- ¿Qué tendrá eso que ver?
- ¿Qué pinta ese clarinete en la cocina?
- Pues no sé, se me olvidaría guardarlo.
- ¿No ves, tontainas, que la fuente de las torrijas está apoyada en el clarinete por uno de sus lados? Esto hace que la fuente se incline. De este modo, el whisky de garrafa que debería distribuirse uniformemente, se desliza hacía el otro lado de la fuente. Así, todo el whisky se acumula en un punto de la fuente, y la torrija que ocupa ese punto alcanza la masa crítica de garrafón, y sufre un desplazamiento espaciotemporal (ya sabéis que cuando uno se toma 60 ó 70 cubatas de whisky de garrafa, puede sufrir un desplazamiento espaciotemporal y aparecer en Chicago en el crack del 29, o cualquier otro sitio).
- ¿Así que la torrija se ha desplazado en el espacio y el tiempo? ¿Y dónde estará?
- ¡Quién sabe las aventuras que correrá esa torrija, Troglo! Quizá un día volvamos a encontrarla en nuestros viajes temporales. Espero que una torrija no cambie la historia, pero ya nos enteraremos.
- Pues no sé, pero en este disco de Stanley Turrentine ahora se llama Stanley Torrijine.
- Pues eso es que la torrija apareció en su casa, su madre se la comió y se quedó embarazada de Stanley, de ahí el apellido.
- ¿Si te comes una torrija desplazada en el tiempo y el espacio te embarazas?
- Claro. ¡Y tienes torr-hijos y torr-hijas! ¡Jo, jo, jo, jo!
- ¡Jua, jua, jua! ¡Qué chiste más malo, Puto Bocazas! ¡Estás acabado para el humor!
- ¡Jo, jo! ¡Ay, bueno! Espero que lo de Stanley no sea muy grave.
- Bueno, ya no tiene remedio. En fin, voy a comerme mis 29 torrijas y media.
- ¡Ni hablar! El clarinete es tuyo, así que tú has perdido la torrija. ¡Te tocan 29!
Así que me he quedado con hambre por culpa del clarinete. ¡Qué cosas!
PD: Espero que lo hayáis pasado muy bien en Semana Santa. Dos cosas: en la FNAC tienen un recopilatorio de Wardell Gray (me acordé porque habló de él Erradizo hace poco), disco doble a 8,95. Es raro, ya sabéis que los recopilatorios es siempre Duke Ellington, Louis Armstrong, Ella Fitzgerald, Stan Getz, pero… ¿Wardell Gray? Bienvenido sea. Y también han reeditado “Alrededor de la medianoche” (la pinícula) a 5,95. Lo tienen en documentales, no me preguntéis por qué.
7 comentarios:
Si no fuera por el misterioso cambio en la portada del disco, hubiese pensado que puto bocazas había escondido la otra torrija (dentro del microondas, por ejemplo). un segundo no es tiempo suficiente para comer una torrija sin dejar huellas, pero si para lanzarla desde el otro lado de la habitación y cerrar la puerta del microondas mientras se suelta un alarido para ocultar el ruido que hace esta al cerrar...
por otro lado, cuando empecé a leer esto pensaba que iban a viajar en el tiempo al comerse las 30 torrijas de una sentada. Cosas más raras se han visto...
Hola, Mr Blogger. Pues sí, cosas más raras se han visto, al menos en este blog.
Eres más retorcido que el propio loro, tío. Como para fiarse.
Saludos.
Dejando atrás tus anteriores delirios pre-semana santa, tengo que aclararte que, según he estudiado (Física Temporal, universidad de Huelva, promoción 2010-2018) un movimiento espaciotemporal en un organismo no humano JAMÁS podría producir una alteración en los apellidos.
A menos que se trate de un galán que se mueva entre las coordenadas vitales y físicas de la madre de Turrentine.
Siento ser tan duro. Yo creo que ha sido el loro, que se ha pimpado un trago de whisky antes de hacer las torrijas.
Ufff ¡No te fies de Mr Blogger! ¡Menuda pieza es! P Bocazas a su lado , un santito.
Hummm...esto....¿me podrías mandar una torrijilla de esas, bien empapadita en whisky? No me preguntes para qué ;-) Es que en leche no funcionan ¿eh?
Feliz vuelta de vacas Señor Troglo, muy buena la entrada, como siempre.
El problema de las torrijas empapadas en wisky es que viajan en el tiempo antes de que te las comas. A no ser que te las comas y luego te bebas el wisky o algo. Aún así, el método promete; no es lo mismo X cubatas de garrafón a palo seco que una cantidad menor y encima con el estómago lleno de torrijas...
PD: Mamen, me das miedo... ¿qué vas a hacer tú en el pasado? ¿crees que conseguirás conquistar el mundo antes que troglo y puto bocazas, que son genios que han dedicado toda su vida a conseguirlo?
uf uf qué buena historia.
Estás cada día más lúcido, troglo.
Eres un genio además de simpatiquísimo.
Ese loro tuyo un día te lo va a robar alguien. Cuidado con los lemmings, están al acecho.
El misterio de la torrija uhm uhm, quién habrá sido? Asunto de máxima importancia. Objetivo: recuperar la torrija.
Saludos, feliz vuelta de vacas a todos los que no había saludado ya.
Félix, la has hecho buena. Dice el loro que os veréis en los tribunales, por difamarle. De todos modos, ¡hay tanto que no sabemos del whisky de garrafa, encierra tantos misterios! Yo tengo amigos que les cambia el nombre cuando soplan mogollón, antes se llamaban "Roberto" y ahora algo así como "Fdzerto".
Mamen, ¿y si te quedas embarazada, como la madre de Stanley? Fijaté que situación más ridícula, quedarse embarazada de una torrija, ¿quien se lo va a creer?
Mr. Blogger, la solución es hacer la mezcla en tu propia boca. Así, si se desplazan tú vas detrás.
Esther, no es que esté más lúcido, es que ¡cada día me queda menos! Esto de la torrija no va a quedar aquí, se puede hacer una saga. Con mucho menos argumento fíjate la de capítulos que lleva Jaus, je, je. No puedo evitar meterme con alguien.
Múltiples abrazos.
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