Pues estaba esta mañana sobando tranquilamente, cuando ha sonado oportunamente el teléfono:
- ¡Riiiing! ¡Riiiing! ¡Riiiing!
- ¡Grrrr! ¿Qué horas de llamar son estas? ¿Si? ¿Dígame?
- ¡Troglo, soy yo!
- ¡Hombreee, mi querido loro, Puto Bocazas! ¡Qué placer oír tu melodiosa voz a las 8 de la mañana de un domingo, grrrr! ¡Ya era hora que aparecieras! ¿Qué te pasa?
- Bueno, hay un pequeño problemilla, je, je ¿cómo te lo explicaría? Echa un vistazo por la ventana, y yo creo que lo vas a entender.
¡Qué mala espina me estaba dando! Me asomé a la ventana. Resulta que el cielo estaba de un color entre negro y morado, horroroso, con unos truenos y rayos tremendos. Llovía azufre y bolas de fuego, y había cuatro jinetes de aspecto chungo cabalgando por los aires.
- ¡La madre que me parió! ¡Si es el Apocalipsis, y yo con la ropa tendida! ¡Puto Bocazas, las has hecho muy gordas en tu carrera delictiva, pero esto ya es la hostia! Porque seguro que tú tienes algo que ver, ¿a que sí?
- Ehhh, uhh…Bueno, verás, es que estaba haciendo una pócima para conquistar el mundo convirtiendo a todos los líderes mundiales en mejillones, y parece que se me fue la mano con el azufre, je, je, y provoque el Apocalipsis y eso. Gajes del oficio, pero todo tiene arreglo.
- ¡Grrr! Desde luego si lo sé, Puto Bocazas, no te echo el QuimiCefa por Reyes. El único arreglo posible es echar para atrás en el tiempo y deshacer lo hecho. ¡Ya estás tardando! Ven para acá, que se necesitan una persona y un loro para manejar la máquina del tiempo Garrafoneitor.
- Es que no es tan fácil. Resulta que, al empezar el Apocalipsis, los grandes pecadores nos vimos instantáneamente teletransportados a las calderas de Pedro Botero. Así que ahora estoy en una mazmorra en el infierno, con George Bush. Suerte que le he mangado el teléfono móvil y te he podido llamar.
- ¡Je, je, je! ¡George Bush! Te lo tienes merecido, Puto Bocazas.
- Pues te advierto que tú también estás en la lista de Pedro Botero, Troglo. Como yo soy más pecaminoso, he llegado antes, pero tú tienes que estar al caer. Por eso tenemos que actuar rápidamente. El plan es el siguiente: te bajas al infierno, distraes al diablo, me liberas y volvemos atrás en el tiempo y arreglamos el estropicio.
- ¡Qué bien, un plan tan bien diseñado y tan sencillo como todos los tuyos, Puto Bocazas!
- ¡Date prisa, Troglo, que no nos queda mucho tiempo, y se me está acabando la batería de George Bush!
Así que colgué y me puse en marcha. ¡Mira que provocar el Apocalipsis el día de la madre! Aunque bien pensado, no es tan mala idea. Vale, me puse el chándal del Carrefur, para no mancharme el traje con la lluvia de azufre, y salí por patas.
¡Uf, cómo estaba todo de cascotes, y de llanto y crujir de dientes! Empecé a pensar en cómo llegar al infierno, pero me cosqué de que el pavimento de la calle tenía unas grietas enormes, y se veía por dentro todo rojo, y llamas y eso. “No falla”, me dije, “el infierno tiene que estar ahí abajo”. Así que me metí por una grieta, y empecé a bajar, y qué calor hacía.
Bueno, al final llegué al fondo, y sí que parecía el infierno. Un sitio feísimo, se oían los gritos de los condenados y demás, y además tenía delante un tío todo rojo, con rabo, cuernos, patas de cabra y un tenedor grande. Sólo podía ser…
- ¡Hombre, Troglo Jones! Soy Pedro Botero. No te esperábamos hasta dentro de un rato.
- Hombre, es que cuando uno va a pasar tanto tiempo en un sitio, pues quiere verlo primero para asegurarse que está bien y todo eso, je, je.
- ¡Qué previsor, je, je, je! Pues mira, si quieres te enseño esto un poco.
- Esto está de bote en bote, Pedro.
- Sí, la verdad que llevo un par de siglos que estoy haciendo el agosto. A ver si seguimos así.
- ¡Anda, mira, si está ahí Botín!
- Sí. Le he condenado a una hipoteca eterna de 2.000 euros al mes, que tiene que pagar trabajando de camarero en un McDonalds, je, je, je.
- ¡Jo, jo! ¡Ahí, que se entere! Y por allí veo a Bill Gates.
- Sí, trabaja en un ordenador, y cada vez que le va a dar a guardar, le dice eso de “Microsoft Word ha detectado un problema y debe cerrarse”. Y no puede recuperar el documento ni nada, y tiene que empezar otra vez, je, je, je, je.
- ¡Ja, ja! Yo le incluiría que tuviera que reiniciar el ordenador.
- ¡No es mala idea! Me lo voy a apuntar…
- Oye, Pedro, y creo que también tienes aquí a mi loro, Puto Bocazas.
- Hombreeee, con las burradas que ha hecho ese loro, le hemos recibido con banda de música. Ahora le tengo encerrado en aquella mazmorra de allí hasta que le encuentre sitio definitivo, porque suelto por aquí me estaba volviendo loco.
- ¡A mí me lo vas a contar! Siempre pensé que era el Anticristo. Yo creo que a éste no le aguantas ni un par de siglos, Pedro. Al final te tienes que mudar o mandarlo al limbo, porque te vuelve tarumba.
- Sí, la verdad es que es como el hijo rebelde que nunca tuve. Lo tendré que atar en corto.
- ¡Hombre, esta es la parte del infierno dedicada a los músicos!
- Sí, señor. Aquí están Julio Iglesias y su hijo Enrique, condenados a oírse cantar mutuamente por toda la eternidad. Y por allá están Bisbal y Bustamante, que…
- ¡Un momento! ¡No veo a Lalo Schiffrin!
- ¿A quien? Pues no sé si está en la lista.
- ¿Qué no está? Pedro, tío, un menda que ha hecho un disco como “Black Widow” tiene que ir al infierno. No sé como lo hace, pero consigue que el “Baia” de Ary Barroso suene como la sintonía de “Los Ángeles de Charlie”.
- ¿Es posible? Pues no sé, será un error…
- ¿Cómo, un error? No, Pedro, tronco, voy a presentar una queja formal.
- ¿Una queja? Venga, Troglo, ¿no prefieres que te rebaje un par de milenios de condena? Total, como es eterna, je, je.
- ¡Eh, eh! ¿Pero que pasteleo es éste, Pedro? O hay justicia divina, o no la hay, a ver qué pasa. A ver, el libro de reclamaciones.
- ¿El libro de…? Pues tengo que ir a buscarlo, espérame aquí. ¡Grrr! ¡Lo nunca visto! ¡Mira que pedir el libro de reclamaciones en el infierno!
Bueno, ahora que se ha ido, me acerco a la mazmorra dónde está el loro.
- ¡Puto Bocazas! ¿Estás ahí?
- ¡Sí! ¡Date prisa!
La gente me mira con desconfianza porque siempre llevo los bolsillos llenos de cables de freno de bicicleta, horquillas y cosas así, pero para estos casos son muy útiles. Ajá, este candado no es lo suficientemente infernal para mí. ¡Abierto! Puto Bocazas sale en tromba.
- ¡Corre, vuelve a cerrar, no sea que se escape George Bush! Y ahora, echando leches, que cerca de aquí hay una puerta trasera del infierno.
- ¡Te veo como en casa! – atravesamos a toda leche una puerta disimulada, y volvemos a nuestra realidad - ¿Eh? ¡Puto Bocazas, si esto es el Congreso de los Diputados! Aunque no sé por qué me sorprendo de que el Congreso tenga acceso directo al infierno.
Salimos a la calle, cogemos un taxi (sacando primero al taxista de los pelos) y salimos zumbando para casa. Menos mal que conduzco yo, porque cuando conduce el loro es casi preferible el Apocalipsis. Por suerte, no hay mucho tráfico, y no me molesto en esquivar a la peña, porque total, les va a dar lo mismo, así que llegamos a casa en tiempo récord.
- ¡Rápido! – dice el loro - ¡Al Garrafoneitor!
Así que me pongo, me introduce las coordenadas espaciotemporales por las orejas, y lo activa. Y ¡flop!, aparezco en el pasado. ¿Qué sitio es este? Parece un club de jazz abandonado. Y ahí está el Puto Bocazas, mezclando potingues en una olla exprés. ¡Vaya, parece que me ha visto!
- ¡Troglo! ¿Tú que haces aquí?
- Pues, mira, pasaba por el barrio y…¡Puto Bocazas, cuidado! ¡Qué tienes una bomba atómica en el hombro!
- ¿Quéee?
Y cuando se gira, me quito el zapato y le arreo con él en plena cresta, dejándole groggy total. Luego, desinfecto el potingue con una botellita de agua oxigenada que siempre llevo encima para estos casos, y lo tiro por un desague. Listo. Ahora, me tomo el Pildorrafón, y de vuelta a mi línea temporal. ¡Flop! Puto Bocazas no parece muy contento.
- ¡Grrr! ¿No había otra manera de hacer las cosas, animal? ¡Mira que chichón me ha salido!
- Hombre, Puto Bocazas, era un emergencia, ¡je, je, je! Además, es lo menos que te mereces por provocar el Juicio Final, Armaggedon con patas. ¿Está todo bien? ¿Ya no llueve azufre?
- Parece.
- Vamos a poner la tele, por si acaso, a ver si nos enteramos de algo. ¡Joder, qué día! ¿Y qué le pasa a esta tele, tiene como una presencia demoniaca? Claro que como siempre. ¡Y qué raro está Matias Prats, todo rojo y tiene cuernos!
- ¡Qué Matias Prats, tontaina! – suelta Puto Bocazas - ¿No ves que es Pedro Botero?
- ¡Grrr! Sí, soy yo – dice Pedro Botero desde la tele – Bueno, par de capullos, esta vez me habéis hecho el truco del almendruco, pero ya os pillaré. Os mantengo el sitio calentito, je, je, mientras voy pensando refinados tormentos para vosotros.
- ¡Que te cunda, Pedro! – le digo – A partir de ahora seremos buenos, así que no volverás a vernos.
- ¡Jo, jo! ¡Mira que lo dudo! – dice el tío aguafiestas.
- ¡Troglo, cambia de canal, hombre, que va a empezar el fútbol! – me dice el loro que, con todo este follón, y con un par, se ha abierto una bolsa de patatas para ver al demonio por la tele.
- ¡Puto Bocazas! ¿No te he dicho que no comas tantas patatas fritas, que te vas a poner como una bola? Lo que voy a hacer es apagarla, que no echan más que mierdas – y la apago, dejando al demonio con un palmo de narices – Venga, vamos a relajarnos tocando algo. Hoy me toca la flauta, para que veas.
- Secundo la moción, Troglo. Hoy voy a tocar la batería, para variar.
- Buena combinación.
- ¿Por qué empezamos?
- Bueno, Puto Bocazas, ¿qué te parece “Beetween the devil and the deep blue sea”?
- ¡Jo, jo! ¡Al lío!
- ¡Riiiing! ¡Riiiing! ¡Riiiing!
- ¡Grrrr! ¿Qué horas de llamar son estas? ¿Si? ¿Dígame?
- ¡Troglo, soy yo!
- ¡Hombreee, mi querido loro, Puto Bocazas! ¡Qué placer oír tu melodiosa voz a las 8 de la mañana de un domingo, grrrr! ¡Ya era hora que aparecieras! ¿Qué te pasa?
- Bueno, hay un pequeño problemilla, je, je ¿cómo te lo explicaría? Echa un vistazo por la ventana, y yo creo que lo vas a entender.
¡Qué mala espina me estaba dando! Me asomé a la ventana. Resulta que el cielo estaba de un color entre negro y morado, horroroso, con unos truenos y rayos tremendos. Llovía azufre y bolas de fuego, y había cuatro jinetes de aspecto chungo cabalgando por los aires.
- ¡La madre que me parió! ¡Si es el Apocalipsis, y yo con la ropa tendida! ¡Puto Bocazas, las has hecho muy gordas en tu carrera delictiva, pero esto ya es la hostia! Porque seguro que tú tienes algo que ver, ¿a que sí?
- Ehhh, uhh…Bueno, verás, es que estaba haciendo una pócima para conquistar el mundo convirtiendo a todos los líderes mundiales en mejillones, y parece que se me fue la mano con el azufre, je, je, y provoque el Apocalipsis y eso. Gajes del oficio, pero todo tiene arreglo.
- ¡Grrr! Desde luego si lo sé, Puto Bocazas, no te echo el QuimiCefa por Reyes. El único arreglo posible es echar para atrás en el tiempo y deshacer lo hecho. ¡Ya estás tardando! Ven para acá, que se necesitan una persona y un loro para manejar la máquina del tiempo Garrafoneitor.
- Es que no es tan fácil. Resulta que, al empezar el Apocalipsis, los grandes pecadores nos vimos instantáneamente teletransportados a las calderas de Pedro Botero. Así que ahora estoy en una mazmorra en el infierno, con George Bush. Suerte que le he mangado el teléfono móvil y te he podido llamar.
- ¡Je, je, je! ¡George Bush! Te lo tienes merecido, Puto Bocazas.
- Pues te advierto que tú también estás en la lista de Pedro Botero, Troglo. Como yo soy más pecaminoso, he llegado antes, pero tú tienes que estar al caer. Por eso tenemos que actuar rápidamente. El plan es el siguiente: te bajas al infierno, distraes al diablo, me liberas y volvemos atrás en el tiempo y arreglamos el estropicio.
- ¡Qué bien, un plan tan bien diseñado y tan sencillo como todos los tuyos, Puto Bocazas!
- ¡Date prisa, Troglo, que no nos queda mucho tiempo, y se me está acabando la batería de George Bush!
Así que colgué y me puse en marcha. ¡Mira que provocar el Apocalipsis el día de la madre! Aunque bien pensado, no es tan mala idea. Vale, me puse el chándal del Carrefur, para no mancharme el traje con la lluvia de azufre, y salí por patas.
¡Uf, cómo estaba todo de cascotes, y de llanto y crujir de dientes! Empecé a pensar en cómo llegar al infierno, pero me cosqué de que el pavimento de la calle tenía unas grietas enormes, y se veía por dentro todo rojo, y llamas y eso. “No falla”, me dije, “el infierno tiene que estar ahí abajo”. Así que me metí por una grieta, y empecé a bajar, y qué calor hacía.
Bueno, al final llegué al fondo, y sí que parecía el infierno. Un sitio feísimo, se oían los gritos de los condenados y demás, y además tenía delante un tío todo rojo, con rabo, cuernos, patas de cabra y un tenedor grande. Sólo podía ser…
- ¡Hombre, Troglo Jones! Soy Pedro Botero. No te esperábamos hasta dentro de un rato.
- Hombre, es que cuando uno va a pasar tanto tiempo en un sitio, pues quiere verlo primero para asegurarse que está bien y todo eso, je, je.
- ¡Qué previsor, je, je, je! Pues mira, si quieres te enseño esto un poco.
- Esto está de bote en bote, Pedro.
- Sí, la verdad que llevo un par de siglos que estoy haciendo el agosto. A ver si seguimos así.
- ¡Anda, mira, si está ahí Botín!
- Sí. Le he condenado a una hipoteca eterna de 2.000 euros al mes, que tiene que pagar trabajando de camarero en un McDonalds, je, je, je.
- ¡Jo, jo! ¡Ahí, que se entere! Y por allí veo a Bill Gates.
- Sí, trabaja en un ordenador, y cada vez que le va a dar a guardar, le dice eso de “Microsoft Word ha detectado un problema y debe cerrarse”. Y no puede recuperar el documento ni nada, y tiene que empezar otra vez, je, je, je, je.
- ¡Ja, ja! Yo le incluiría que tuviera que reiniciar el ordenador.
- ¡No es mala idea! Me lo voy a apuntar…
- Oye, Pedro, y creo que también tienes aquí a mi loro, Puto Bocazas.
- Hombreeee, con las burradas que ha hecho ese loro, le hemos recibido con banda de música. Ahora le tengo encerrado en aquella mazmorra de allí hasta que le encuentre sitio definitivo, porque suelto por aquí me estaba volviendo loco.
- ¡A mí me lo vas a contar! Siempre pensé que era el Anticristo. Yo creo que a éste no le aguantas ni un par de siglos, Pedro. Al final te tienes que mudar o mandarlo al limbo, porque te vuelve tarumba.
- Sí, la verdad es que es como el hijo rebelde que nunca tuve. Lo tendré que atar en corto.
- ¡Hombre, esta es la parte del infierno dedicada a los músicos!
- Sí, señor. Aquí están Julio Iglesias y su hijo Enrique, condenados a oírse cantar mutuamente por toda la eternidad. Y por allá están Bisbal y Bustamante, que…
- ¡Un momento! ¡No veo a Lalo Schiffrin!
- ¿A quien? Pues no sé si está en la lista.
- ¿Qué no está? Pedro, tío, un menda que ha hecho un disco como “Black Widow” tiene que ir al infierno. No sé como lo hace, pero consigue que el “Baia” de Ary Barroso suene como la sintonía de “Los Ángeles de Charlie”.
- ¿Es posible? Pues no sé, será un error…
- ¿Cómo, un error? No, Pedro, tronco, voy a presentar una queja formal.
- ¿Una queja? Venga, Troglo, ¿no prefieres que te rebaje un par de milenios de condena? Total, como es eterna, je, je.
- ¡Eh, eh! ¿Pero que pasteleo es éste, Pedro? O hay justicia divina, o no la hay, a ver qué pasa. A ver, el libro de reclamaciones.
- ¿El libro de…? Pues tengo que ir a buscarlo, espérame aquí. ¡Grrr! ¡Lo nunca visto! ¡Mira que pedir el libro de reclamaciones en el infierno!
Bueno, ahora que se ha ido, me acerco a la mazmorra dónde está el loro.
- ¡Puto Bocazas! ¿Estás ahí?
- ¡Sí! ¡Date prisa!
La gente me mira con desconfianza porque siempre llevo los bolsillos llenos de cables de freno de bicicleta, horquillas y cosas así, pero para estos casos son muy útiles. Ajá, este candado no es lo suficientemente infernal para mí. ¡Abierto! Puto Bocazas sale en tromba.
- ¡Corre, vuelve a cerrar, no sea que se escape George Bush! Y ahora, echando leches, que cerca de aquí hay una puerta trasera del infierno.
- ¡Te veo como en casa! – atravesamos a toda leche una puerta disimulada, y volvemos a nuestra realidad - ¿Eh? ¡Puto Bocazas, si esto es el Congreso de los Diputados! Aunque no sé por qué me sorprendo de que el Congreso tenga acceso directo al infierno.
Salimos a la calle, cogemos un taxi (sacando primero al taxista de los pelos) y salimos zumbando para casa. Menos mal que conduzco yo, porque cuando conduce el loro es casi preferible el Apocalipsis. Por suerte, no hay mucho tráfico, y no me molesto en esquivar a la peña, porque total, les va a dar lo mismo, así que llegamos a casa en tiempo récord.
- ¡Rápido! – dice el loro - ¡Al Garrafoneitor!
Así que me pongo, me introduce las coordenadas espaciotemporales por las orejas, y lo activa. Y ¡flop!, aparezco en el pasado. ¿Qué sitio es este? Parece un club de jazz abandonado. Y ahí está el Puto Bocazas, mezclando potingues en una olla exprés. ¡Vaya, parece que me ha visto!
- ¡Troglo! ¿Tú que haces aquí?
- Pues, mira, pasaba por el barrio y…¡Puto Bocazas, cuidado! ¡Qué tienes una bomba atómica en el hombro!
- ¿Quéee?
Y cuando se gira, me quito el zapato y le arreo con él en plena cresta, dejándole groggy total. Luego, desinfecto el potingue con una botellita de agua oxigenada que siempre llevo encima para estos casos, y lo tiro por un desague. Listo. Ahora, me tomo el Pildorrafón, y de vuelta a mi línea temporal. ¡Flop! Puto Bocazas no parece muy contento.
- ¡Grrr! ¿No había otra manera de hacer las cosas, animal? ¡Mira que chichón me ha salido!
- Hombre, Puto Bocazas, era un emergencia, ¡je, je, je! Además, es lo menos que te mereces por provocar el Juicio Final, Armaggedon con patas. ¿Está todo bien? ¿Ya no llueve azufre?
- Parece.
- Vamos a poner la tele, por si acaso, a ver si nos enteramos de algo. ¡Joder, qué día! ¿Y qué le pasa a esta tele, tiene como una presencia demoniaca? Claro que como siempre. ¡Y qué raro está Matias Prats, todo rojo y tiene cuernos!
- ¡Qué Matias Prats, tontaina! – suelta Puto Bocazas - ¿No ves que es Pedro Botero?
- ¡Grrr! Sí, soy yo – dice Pedro Botero desde la tele – Bueno, par de capullos, esta vez me habéis hecho el truco del almendruco, pero ya os pillaré. Os mantengo el sitio calentito, je, je, mientras voy pensando refinados tormentos para vosotros.
- ¡Que te cunda, Pedro! – le digo – A partir de ahora seremos buenos, así que no volverás a vernos.
- ¡Jo, jo! ¡Mira que lo dudo! – dice el tío aguafiestas.
- ¡Troglo, cambia de canal, hombre, que va a empezar el fútbol! – me dice el loro que, con todo este follón, y con un par, se ha abierto una bolsa de patatas para ver al demonio por la tele.
- ¡Puto Bocazas! ¿No te he dicho que no comas tantas patatas fritas, que te vas a poner como una bola? Lo que voy a hacer es apagarla, que no echan más que mierdas – y la apago, dejando al demonio con un palmo de narices – Venga, vamos a relajarnos tocando algo. Hoy me toca la flauta, para que veas.
- Secundo la moción, Troglo. Hoy voy a tocar la batería, para variar.
- Buena combinación.
- ¿Por qué empezamos?
- Bueno, Puto Bocazas, ¿qué te parece “Beetween the devil and the deep blue sea”?
- ¡Jo, jo! ¡Al lío!
15 comentarios:
Jaaajajajajaja ¡el loro para armarlas se las pinta solo! Buenísimo, cuando parece que no puedes superarte, que ya has llegado al techo, vas y vuelves a hacerlo... ¡pero esta vez te has puesto el listón muy alto! ¡a ver con qué nos sorprendes la próxima!
Je, je, gracias, Mr.Blogger. ¿Qué te decía yo? Cuando está tanto tiempo sin dar señales de vida, mala cosa, siempre la acaba liando.
Un abrazo.
Como se nota que has pasado poco tiempo en el infierno, porque tropezarte solo a un banquero, esa profesión debe acumular puntos como los teléfonos móviles, para tropezarte a más, eso sí, como que Bill no te cae muy bien.
Hombre, Ralph, para sacar a todos los banqueros necesitaría un serial, pero no te preocupes, que estaban todos allí.
¿Bill? Yo no hago el Juicio Final, macho. Algo habrá hecho, seguro.
Otro abrazo.
Jaja, jo buenísima historia. Así da gusto empezar el lunes después del puente. Me ha encantado. Vaya par de dos que sois.
Lo mejor que puedo hacer en la oficina es leer tu blog para tener una sonrisa en la cara siempre.
¡Un besooo!
Pd: Deberías recopilar todas estas historias y publicarlas ¡No las dejes en el olvido!
Mamen, qué morro tienes, ¿lo mejor que puedes hacer en la oficina el leer mi blog? Aunque, bien pensado, es verdad.
Muchas gracias por tus ánimos. Otro beso para ti.
Muy ocurrente, como siempre.
Miles de abrazos!
me quito el sombrero troglo, buenisimo.
No tengo más que decir.
Hola a ambos:
Esther, gracias, como siempre. Más miles de abrazos para ti.
Hominicaco, me extraña que tú te quedes sin nada que decir, je, je. Muchas gracias, tío. Creo que Mamen iba a demandarte, si necesitas abogado, te mando al loro.
Abrazos per tutti.
Si por favor, creo que me hara falta porque mamen tiene mucha mala leche. Mandame su número de movil al correo tío.
Un saludo
¡De eso nada! No quiero que tenga mi nùmero un tio que se dedica a ver a quinceañeras en porretas.
Ah! el del loro! Qué susto!
¿que el loro se dedica a ver a quinceañeras en porretas? encima zoófilo el loro, no le basta con loritas sino que además ve lolitas...
¿qué está pasando? Que manera de liar las cosas jajajaja.
Por cierto mamen, dime cuando me vas a demandar para ir quedando con el loro
¡Vaya lío, esto es de los hermanos Marx!
A la cárcel con ellos, Mamen.
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