
- Éstate quieto y no hagas ruido, Troglo, no vayas a espantar las piezas – me dijo mi loro, Puto Bocazas.
- ¿Crees que habrá suerte, Puto Bocazas?
- Seguro, soy un experto en las costumbres de estos animales. Tarde o temprano, pasará por aquí.
¡Es la emoción de la caza! Estamos agazapados, confundiéndonos con el terreno, esperando avistar nuestro objetivo. A mí antes no me gustaba esto de cazar, pero he de reconocer que le estoy cogiendo el gustillo. Y es que esto no es cazar mariposas, aquí hay que utilizar armas de grueso calibre. No os digo más que Puto Bocazas ha tenido que inventar unos rifles que se cargan con sandías, fijaros el calibre.
- ¡Chissst! – dice Puto Bocazas - ¡Oigo algo!
Sí, yo también lo oigo. Al principio, no es más que una sutil vibración del aire. Después, esa vibración se transmite al terreno. Sentimos en el suelo como nuestra presa se va aproximando, ¡bom! ¡bom! ¡bom!, cada vez más fuerte.
- ¡Se está acercando, Puto Bocazas! ¿Qué especie crees que será?
- Por el ruido que hace, yo creo que es un reggaeton.
- ¡Qué suerte! ¡Una pieza de las buenas!
- ¡Calla! ¡Mira!
Y entonces aparece, dando la vuelta a un recodo, majestuoso, un magnífico ejemplar de gilipollas de litoral. Montado en su coche de macarra con pretensiones, con las ventanillas bajadas y el reggaeton (sí, efectivamente, es de la subespecie reggaeton) a todo volumen. Según se acerca, el suelo tiembla, el ruido es ensordecedor, ¡BOOM! ¡BOOM!. ¡Qué emoción! Eso sí, para poder cazarlo, hay que conocer sus costumbres, que por suerte son bastante regulares. El gilipollas de litoral suele tomar siempre la misma senda, pasando varias veces con el coche por el mismo sitio con la música a toda hostia. Esto hace pensar que el animal no va a ningún lugar ni está buscando sitio para aparcar, sino que es una conducta de galanteo ante las hembras y a la vez de transmitir su condición de macho dominante imaginario.
- ¡Apunta bien, Puto Bocazas!
- No me pongas nervioso, Troglo. Lo tengo en el punto de mira. ¡Eso es, acércate un poquito más, un poquito más…!
¡PAM! ¡CATACROC!
- ¡Toma ya! ¡Ja, ja! ¿Has visto que sandiazo, Troglo? ¡En plena cresta!
- ¡Muy buena, Puto Bocazas! ¡El próximo me toca!
- Venga, vamos a arrancarle los altavoces, para colgarlos en la sala de trofeos.
Y es que el gilipollas de litoral no es una especie en peligro de extinción. Pero le estamos poniendo remedio.