domingo, 7 de diciembre de 2008

Cuentos de los mandarines: las Seis Verdades

Cierto día del año del Cerdo (con Per-Dón), el mandarín Ku Ñao relajaba su espíritu jugando al ancestral juego de los chinos con su discípulo, Par Di Yo:


- ¡Tres! – dijo Par Di Yo.

- ¡Cuatro! A ver. ¡Je, je, je! Siempre te Pi-Yo, Par Di Yo. Eres ingenuo cual Te-Lé Tu-Bi. Bien, es hora de que dejemos nuestro oriental esparcimiento y nos dediquemos al trabajo.

- Maestro – dijo Par Di Yo – Ya que, con esta crisis, nos tocamos la barriga más de lo normal, quería aprovechar para plantearos la...la Gran Pregunta.

- ¿La Gran Pregunta, Par Di Yo? ¿La Pregunta del Mi-Yón?

- La misma, Maestro.

- Par Di Yo, ¿estás seguro, batracio imprudente? Mira que, una vez planteada la pregunta, ya no hay marcha atrás.

- Estoy seguro, Maestro.

- Plantea pues la pregunta, Par Di Yo.

- Maestro – dijo Par Di Yo, tembloroso cual flan chino - ¿Qué Ko-Ño es eso de ser consultor?

- ¡Los dioses nos asistan, Par Di Yo! ¡Has planteado la Gran Pregunta! Pero me temo, escarabajo de la Pa-Ta-Ta, que es una pregunta imposible de contestar, incluso para un mandarín.

- Maestro, yo pensé que los tipos que son consultores y que cobran un pastón por perpetrar informes ridículos, serían capaces de responder con facilidad a esta sencilla pregunta.

- ¿Qué insinúas, serpiente de las rocas?

- Nada, Maestro, nada.

- Está bien, Par Di Yo, tú lo has querido. Hora es ya de que escuches las Seis Verdades, aquellas que definen en qué consiste el trabajo del consultor.

- ¿Las Seis Verdades, Maestro?

- Las Seis Verdades, Par Di Yo. Son estas tan importantes y tan solemnes que, cada vez que diga una de ellas, debes hacer sonar el gong de ceremonias. ¡Arréale al gong de una vez, tortuga artrítica!


¡GOOONGG!


- Esta es la Primera Verdad, Par Di Yo. El trabajo de consultor consiste en dar nombres esotéricos a cosas evidentes.

- ¿Cómo es eso, Maestro?

- Cuando yo te digo que eres más lento de entendederas que un gusano de seda adicto al A-Nís, esto se llama, por ejemplo “feedback negativo”.

- ¡Vaya!

- O cuando pido opinión a otros sobre como hago mi Ku-Rro, también se llama “feedback”.

- ¿Y por qué no lo llamamos pedir opinión?

- Porque entonces nadie tomaría en serio a nuestra casta. Hay que darle un nombre lo más hermético posible. ¡Arréale al gong, legumbre con patas!


¡GOOONGG!


- Esta es la Segunda Verdad, Par Di Yo. Debemos copiar cosas que otros copiaron antes que nosotros y cambiarles de nombre para que parezcan nuevas.

- ¿Qué decís, Maestro?

- Coge ese pergamino del Imperio Vie-Ju-No, Par Di Yo. Léelo, ¿qué dice?

- ¡Glub! Maestro, esto se parece sospechosamente a lo que vendemos ahora.

- Cierto, Par Di Yo. ¿Por qué esforzarse? Lo único que hay que hacer es coger el Pa-Lé y llamarle Mo-No-Po-Ly. ¡Arréale al gong, marmota de la pradera!


¡GOOONGG!


- Esta es la Tercera Verdad, Par Di Yo. Debemos cobrar un pastón por informes que no dicen absolutamente nada, y que podría realizar un gorila borracho.

- De hecho, Maestro, son realizados por un gorila borracho cuando tenemos suficiente presupuesto.

- Cierto es, Par Di Yo, que ya te instruí suficientemente sobre los informes. ¡Arréale al gong, gamba alucinada!


¡GOOONGG!


- Esta es la Cuarta Verdad, Par Di Yo. Debes considerar a tus clientes como imbéciles a los que es necesario decir que “la comunicación es fundamental” o que “el capital humano es el valor diferenciador de las empresas”. Y este tipo de cosas debes decirlas cada vez que hables. Especialmente en conferencias, debes encadenar frases como estas, una detrás de otra, cual ejercito imperial.

- ¡Qué crueldad, Maestro!

- Así somos los mandarines, duros como la roca. ¡Arreale al gong, bestezuela disoluta!


¡GOOONGG!


- Esta es la Quinta Verdad, Par Di Yo, y es fundamental. En tu trabajo, siempre, debes convertir lo sencillo en algo tan complejo que al honorable cliente se le cambien de sitio los hemisferios cerebrales al leerlo o escucharlo. Bien es cierto que con algunos clientes se notaría poca diferencia, excepto que se rascarían el Ku-Lo con la otra mano.

- Maestro, yo creí que el trabajo de consultor consistía en simplificar lo complejo y...

- Par Di Yo, ¿puedes acercarme un momento aquel Ma-Zo de grandes dimensiones?

- Mejor no, Maestro.

- ¡Arréale al gong, Cen-To-Yo perezoso!


¡GOOONGG!


- Esta es la Sexta Verdad, Par Di Yo. Debes ser capaz de impartir formación sobre cualquier tema, conocido o desconocido, y conseguir que sea inútil siempre. El colmo de la perfección consiste en tener un solo curso para todo, e irle cambiando de nombre según el tema.

- Pero, ¿qué decís, Maestro?

- Esta es la cruel verdad, Par Di Yo, ciervo cornudo. Has abierto la caja de Pan-Do-Ra, y ahora tienes que apechugar. Ya sabes la verdad, Par Di Yo. Trae ahora un cargamento de licor de flores, que tengo la garganta seca cual piedra pómez, y quiero beber para olvidar.

- Oigo y obedezco, Maestro.


Y así fue como Par Di Yo conoció las terribles Seis Verdades. Y los escribas recogieron estas enseñanzas para las próximas generaciones en los versos de rigor:


Qué las hamburguesas son

o al consultor la verdad

créeme, amigo preguntón

es mejor no preguntar.

10 comentarios:

Ralph dijo...

Esta claro, con verdades como esta es normal que los Par Di Yos nos cueste asimilarlas por lo que siempre será necesario tener un gran maestro a mano

Troglo Jones dijo...

Así es, Ralph. Deberían grabarlas en piedra, como las Tablas de la Ley, y que siempre estuvieran a la vista.

Un abrazo.

Esther dijo...

troglo, qué tal?

Caray con la profesión de consultor, me entran ganas de salir corriendo. Pero, es verdad que somos todos tan tontos como para caer en la trampa de los consultores? Se nota la crisis en este sector? Tu, cómo andas de trabajo?

La historia FE-NOM-EN-AL como siempre. Genial! Deberías sacar un libro con estos relatos. Te forrarías.

BESO.

Troglo Jones dijo...

Hola, Esther:

Se pica bastante, la verdad, aunque tampoco todos, todos son así, ni todo el rato. Hay gente honrada, como yo, je, je. Se nota la crisis, como en todas partes, pero unos más y otros menos. Es una partida en la que es fácil ahorrar para las empresas. Yo, de momento, voy sobrado de trabajo, a ver si dura.

Sí, tienes que presentarme a un editor de locuras, je, je. Lo que ganara lo tendría que usar para pagar demandas, je, je.

Un beso.

Mr Blogger dijo...

Me quedo con la última verdad verdadera. Es más difícil de lo que parece...

por cierto, que te tengo unos cuantos posts por leer por ahí, que tengo unos problemillas con el sonido y me da que perderían mucho sin el...

Troglo Jones dijo...

Hola, Mister. No te creas, es cuestión de rostro.

Excusas, excusas, je, je.

Un abrazo.

Lienzo tierra dijo...

Halee!!! 3 Post que tengo sin leer!!

Hamburguesas?

Lo siento, es que soy la amiga preguntona.

Troglo Jones dijo...

Si es que lo dejas todo para el final, Mamen, como los exámenes.

Hay cosas que es mejor que el hombre (y la mujer) no sepa.

Abrazos.

Félix Amador dijo...

A mí de mayor me gustaría ser consultor, asesor o algo parecido, ya sabes, de ésos que no tienen ni que ir a trabajar, que aparecen por la sede y hacen el paripé.

Qué vida esta.

Troglo Jones dijo...

Di que sí, Félix, tienes que ser conferenciante, como Clinton. Sueltas un par de partos y una jarta de kilos.

Esa sí que es vida.