miércoles, 3 de diciembre de 2008

El fugitivo

¡Tap! ¡Tap! ¡Tap! Mis pasos resonaban en la calle, desierta aquella noche. El frío era helador, y tenía unas ganas enormes de llegar a casa y meterme en la piltra. Llegaba a mi portal, cuando mis ágiles ojillos detectaron un bulto sospechoso. Alguien se ocultaba en el hueco del portal. ¿Sería un mangante?


Cuando uno ha sido director de operaciones y socio de compañía, se está acostumbrado a tratar con delincuentes variados. Así que, silbando una cancioncilla, me acerqué disimuladamente y, cuando estaba al lado del bulto, me abalancé y agarré por el cuello al tipo, porque era un tipo, que se escondía.


- ¿Qué hace ahí acechando, qué quiere? – le dije.

- ¡Por favor, señor, no me pegue! ¡Estoy asustado, por eso me escondo!


Me fije mejor en él, y encontré que era un hombre elegantemente vestido, aunque sin ostentación. Hablaba con educación, aunque se le notaba muy asustado.


- ¿Qué le pasa, hombre? ¿De qué tiene miedo? – le pregunté mientras le soltaba.

- De...de ellos, señor. Me persiguen, intentan acabar conmigo. ¡Todos ellos!

- ¿Quiénes son “todos ellos”? – aquello me sonaba un poco paranoide – Y, ¿quién es usted, a todo esto?

- Discúlpeme, caballero, me llamo Gusto. Buen Gusto.

- ¿Buen Gusto? ¿El famoso Buen Gusto?

- Sí, señor.

- Pero, ¿usted no había muerto?

- No, no, señor, sigo vivo, aunque por los pelos. Como le decía, me persiguen, ¡quieren eliminarme! Cada vez me quedan menos sitios en los que ocultarme.

- Cálmese, hombre. ¿Quién quiere eliminarle?

- ¡Oh, señor, tengo tantos enemigos! ¿Ha puesto usted la tele últimamente? ¿Oye la radio? ¿Ha oído los temas del top 40? ¿Lee los periódicos? ¿Ha visto los libros más vendidos? ¿Los tonos que se ponen en los móviles? ¿Las...?

- ¡Calle, calle, que me están dando escalofríos!

- ¿Lo ve, señor? Estoy sentenciado, vienen a por mí. Creo...¡creo que se acercan! ¡Tengo que irme!

- ¡Espere! ¿No quiere ocultarse en casa unos días?

- Disculpe, señor, pero sé que tiene usted de adorno una figurita de esas de una sevillana que en realidad es una botella, y no creo que pudiera resistir su visión.

- ¡Eh, que eso ya estaba ahí cuando compré la casa!

- No se enfade, caballero. ¡Tengo que irme, se acercan! ¡Adiós, señor! ¡Gracias por todo!

- ¡Adiós!


Y se fue, con un correr elástico y elegante. Apenas le había perdido de vista cuando un coche giró en la esquina y entró en la calle. Pese a las ventanillas subidas, el “chunda, chunda, chunda” atronaba la noche. Sí, le perseguían.


“Pobre hombre” pensé. Debe ser horrible ser un fugitivo. Así que subí a casa y tiré la figurita por la ventana.

13 comentarios:

Miguel Rodríguez dijo...

Preciso y paranóico.


Saludos.

Toni dijo...

Muy bueno. A saber por dónde andará el buen gusto dentro de unos años, al paso que vamos. Por suerte, siempre encontrará alojamiento en algún que otro soportal, debajo de un puente o en el ciberespacio, que es muy ancho y cabemos todos.

Doctor Krapp dijo...

El problema del señor Buen Gusto es que tiene un nombre horroroso en un mundo en que tener un bonito nombre es la clave del éxito. Además ¿qué le costaría a él ser un poco más convencional y previsible?

Troglo Jones dijo...

Muy buenas:

Dueño, bienvenido. Hurgaré un poco más en esos cajones. Lo paranóico es mi especialidad, je, je. Gracias por tu visita.

Hola, Toni. Parece que siempre sobrevive, aunque a veces lo pasa muy mal. Sí, siempre le quedará París.

Dr.Krapp, cierto que el nombre es un detalle importante. No es lo mismo llamarse José Luís Gutiérrez que Illinois Jacquet. Aunque tiene mucho que ver la elegancia con que lo lleves, je, je. ¡Ay, he oído tantas veces tu última frase! Mi amigo Benedetti creo que lo resumió bien en un poema que se llama OTHERNESS.

Saludos a todos.

Ralph dijo...

Lo que cuenta el señor Buen Gusto es una verdad como un templo, cada vez es más difícil el mundo de los medios de comunicación.

Troglo Jones dijo...

Y cutre como él solo, Ralph. Menos mal que Buen Gusto tiene más vidas que un gato, pero en la tele lo tiene jodidísimo para esconderse.

Más abrazos.

Esther dijo...

Troglo, te hemos pillado viendo la tele! Ajajá! Pero, qué es la tele? Esa caja tonta... deberías salir más al jazz y ver menos tele. Sabemos que mientras PB te prepara la tortillita rica de whiskisto, tu te coges la cervecita yyyyyyy a ver tele. ja ja ja ja jaaaaa Qué noooooo que ya sabemos que a ti no te gustaaa! ja ja

Buen Gusto! Me encanta el buen gusto. El buen gusto de un blog como el tuyo, por ejemplo.

Abrazos.

Troglo Jones dijo...

Jelou, Esther. Sí, hay que salir más al jazz y ver menos la tele, aunque aquí ni el loro ni yo le tenemos afición, nos va más la tortilla de whiskazo, je, je.

¿Has ido tú al jazz? Ya nos enteraremos por las fotos, que no es como haber estado, pero casi.

Abrazote.

Lienzo tierra dijo...

Tú al menos le has visto una vez.

¡Osea que existe! Yo pensaba que era una leyenda, como el Yeti o algo así.
Jo cuánto me alegro.

Muy buena entrada ;-)

José Ignacio dijo...

Muy bueno.
Real como la vida misma.

Troglo Jones dijo...

Saludos:

Mamen, ya tenías la falta puesta, te la voy a borrar. Existe, existe, pero cada vez está más delgadito y desmejorado. Todos podemos ayudarle, así que no vuelvas a poner discos de Bisbal, que te conozco.

José Ignacio, bienvenido y gracias por tu comentario. Yo diría "irreal" como la vida misma, je, je.

Abrazos.

Mr Blogger dijo...

Tu no viste al señor "buen gusto", tu viste al señor "me he pasao con las copas". Y no, no tiraste la figurilla, arramblaste con la tele al completo, con los adornos encima, y el coche que había debajo de la ventana era el mío...

Troglo Jones dijo...

¿Qué insinúas, Mr.Blogger? ¿Qué iba trompa y todo ha sido una alucinación? No me extrañaría, porque al buen gusto ya no se le encuentra ni debajo de las piedras.

Haberlo aparcao bien, tío.

Abrazos.