domingo, 19 de abril de 2009

La escultura moderna

Fue un primero de abril de mil gromecientos gromenta y tres cuando Céntimus Baigorri decidió dedicarse a la escultura moderna. Por aquellos días, miles de personas morían diariamente en guerras, o de hambre, mientras se aproximaba el enésimocuarto “partido del siglo”. En fin, lo de siempre.


Así que, como decíamos, fue entonces cuando Céntimus Baigorri inventó la escultura moderna. No era, en estos tiempos, nada fácil innovar en el arte escultórico, y menos aún Céntimus Baigorri, que era tan manazas que las croquetas le salían cuadradas. Pero la inspiración elige a veces extraños cauces. ¡Y Céntimus decidió hacer una escultura de su propia mente!


Esto sí que era original. Para poder esculpir la mente, hay que someterla primero a un proceso de petrificación, de forma que pierda su flexibilidad natural. Así que Céntimus se sometió a un proceso intensivo de exposición a proclamas de telepredicadores fanáticos, locutores de radio demagogos, articulistas nacidos teniendo razón y, en general, acercándose a todo aquel que estuviera segurísimo de todo. Leyó a los más dogmáticos pensadores de la historia, y nutrió su argumentario con multitud de refranes y frases hechas. Céntimus notaba como su mente se hacia más dura e inflexible cada día.


Fue un trabajo arduo, porque siempre quedaban grietas, por las cuales podía penetrar la duda o la reflexión, y dar al traste con su obra. Finalmente, un día, Céntimus tuvo éxito. Con cuidado, intentó introducir preguntas en su mente, pero estas rebotaban contra la dura superficie que había construido. Su mente era ya un auténtico pedernal cerebral, en el que todos los procesos de pensamiento se habían fosilizado. Ya no tenía ideas, sino petroglifos.


Cuando Céntimus Baigorri presentó su obra en sociedad, el éxito fue fulgurante. La Academia de las Artes nunca había visto nada igual: una mente perfectamente tallada en piedra, la cerrilidad convertida en arte puro. Céntimus pasó de inmediato a ocupar el status de Intelectual de Primera, siendo solicitadísima su presencia en programas de radio y en conferencias diversas. Sí, una sola escultura le dio el éxito y la fama.


Y eso fue lo que pasó, o así me lo contó un loro.

7 comentarios:

Ralph dijo...

Es la ventaja de la escultura moderna que con meterme 18 horas frente a la caja tonta puedes convertirte en genio creativo, que dejen de gastar dinero en la LOGSE y enchufen a los niños a la tele directamente je je je

Troglo Jones dijo...

Ahí le has dao, Ralph, lo que pasa que también se te puede licuar la mente, je, je, hay que andar con cuidado. Creo que la LOGSE, la tele, todo es parte de un perverso plan de idiotización. Ya te daré más detalles.

Abrazos.

Doctor Krapp dijo...

Me admira que la tuya propia, tu mente obviamente, esté construida con materiales licuables y pase del letargo a la furiosa intensidad en un simple plis plás. Supongo que tu amigo Baigorri en sustitución de sus sesera, habrá usado otro material fungible para participar en todos esos saraos mediáticos o ¿basta con ir de cráneo?

Troglo Jones dijo...

Hola, Doctor. Ya lo ves, mi mente es ciclotímica, como las mareas, je, je. El amigo Céntimus asombra a propios y extraños porque su sesera es como las murallas de Ávila: no hay manera de hacerles mella. Cuando contrataca, lanza argumentos rocosos con catapulta. No sé a quién me recuerda.

Abrazos.

Mr Blogger dijo...

Escultores modernos... ya se expone cualquier cosa y lo peor de todo es que incluso se vende!...

Mr Blogger dijo...

(Ignorantes que semos)

(es que a veces es muy difícil distinguir una genialidad de una tomadura de pelo...)

Troglo Jones dijo...

Hombre, Mr.Blogger por duplicado, je,,je. Ahí está lo malo, que uno no tiene a veces criterio para decidir. Eso sí, donde esté una buena mente granítica, no hay duda.

Saludos.