El día de la trompeta empezó como un día normal, salvo que decidí comprarme una trompeta, que ya era hora. Así que me dirigí a una tienda de instrumentos musicales, donde había un viejecito muy simpático que me preguntó:
- ¿En qué puedo servirle, caballero?
- Querría una trompeta, santidad – le contesté yo.
- ¡Hum! – dijo él – Creo que tengo lo que necesita.
Y se fue por una puertecita, y volvió en seguida con una trompeta en las manos.
- ¿Qué le parece? – me dijo mostrándomela.
- Hombre, yo la veo un poco vieja.
- Mucho mejor. Eso significa que ha sido tocada por muchos músicos, con lo que ha adquirido la solera necesaria.
- ¿Y esta abolladura que tiene aquí?
- Eso le da un timbre característico – me dijo él.
- No puedo mover los pistones – le dije mientras los apretaba con todas mis fuerzas.
- Al principio van un poco duros, eso es buena señal. Esta trompeta tiene personalidad, señor.
Así que me la quedé. No todos los días encuentra uno una trompeta con personalidad. Y salí tan contento de la tienda y ¡oh, sorpresa! en la esquina me encontré a Chet Baker.
- ¡Mira que trompeta me he comprado! – le dije.
- Esa trompeta es una birria. Te han timado – me respondió Chet.
¡Cómo! ¿Una birria mi trompeta? ¿Será posible? Debo admitir que en un primer momento sufrí un shock, pero luego pensé que tampoco había que fiarse de lo que dijera Chet, ya que era un tipo de vida disoluta. Pero me dejó preocupado, así que me acerqué a casa de Dizzy Gillespie. Llamé al timbre, y me abrió su madre:
- ¿Sí?
- ¿Está Dizzy?
- ¿Quién es, mamá? – se oyó la voz de Dizzy.
- Es Troglo Jones.
- ¡Dile que no estoy!
Demasiado tarde. Estoy acostumbrado a estas situaciones, así que me colé en la casa en un descuido de la madre, y dije:
- ¡Mira que trompeta me he comprado!
- Esa trompeta es una birria. Te han timado. ¡Mamá! – gritó Dizzy.
Y en ese momento la madre me cogió por los hombros y me echó a la calle. Este contratiempo me preocupó, pero pensé que uno no puede fiarse tampoco de Dizzy. Es un bromista incorregible. Así que me acerqué a casa de Miles Davis, y me abrió la puerta el mayordomo.
- ¿Sí, señor?
- Quiero ver a Miles – dije yo.
- ¿Quién es, Ambrosio? – se oyó la voz de Miles.
- Es Troglo Jones, señor.
- ¡Suelta los perros! – dijo ese desagradecido de Miles Davis.
- ¡Miles! – grité yo - ¡Mira que trompeta me he comprado!
El negrísimo careto de Miles asomó ligeramente por una rendija, y dijo:
- Esa trompeta es una birria. Te han timado. ¡Y largo de aquí!
Así que salí a paso bastante rápido de la propiedad del afable Miles. Yo aún no podía creer que aquel viejecito tan simpático me hubiera timado. Así que entré en el cementerio y di unos toquecitos sobre la lápida de Bunny Berigan.
- Esa trompeta es una birria. Te han timado. – me dijo Bunny desde su tumba.
Pero no me di por vencido. Me acerqué al bar, y me encontré a Freddie Hubbard y a Lee Morgan, que jugaban al cinquillo.
- ¡Mirad que trompeta me he comprado!
- Esa trompeta es una birria. Te han timado – dijeron en un dúo tan perfecto que me dieron ganas de pedir un bis, pero hubiera sido masoquismo.
Le pregunté a Louis Armstrong, a Clifford Brown, a Fats Navarro, a Wynton Marsalis, a Kenny Dorham, a los hermanos Candoli, a Maynard Ferguson, a Cootie Williams, a Joe Newman, a Dusko Goykovich, a Donald Byrd, a Thad Jones. A Benny Bayley, a Art Farmer, a Clark Terry, a Howard McGhee, a Nicholas Payton, a Booker Little, a Ted Curson. Pregunté incluso a Stu Willamson, a Tony Fruscella, a Blue Mitchell y a Buddy Childers. Pero todos me dijeron lo mismo:
- Esa trompeta es una birria. Te han timado – dijeron todos.
Contraté una médium y le pregunté al fantasma de Bunk Johnson:
- Esa trompeta es una birriaaaaa. Te han timadooooo – dijo una voz de ultratumba.
Me fui sin pagar a la médium y le pregunté a Jack Teagarden, que pasaba por allí.
- ¿A mí que me cuentas? Yo toco el trombón – me dijo – Pero esa trompeta es una birria. Te han timado.
Intenté asesinar a Jack, pero se montó en su trombón y salió a escape. Ahora sí que estaba enfadado de verdad. Así que me fui derecho a la tienda, me coloqué el sombrero de copa un poco ladeado, y entré. Allí estaba el viejecito, así que le agarré por las solapas, y le dije:
- ¡Oiga usted! ¡Les he preguntado a todos mis amigos músicos y todos me han dicho que esta trompeta es una birria! ¡Me ha timado usted!
El viejecito, sin perder la compostura, me dijo:
- ¿Cómo, caballero? ¿Timarle yo? ¡En absoluto!
- ¿Me va a negar que esta trompeta es una birria? – dije yo alzándole por las solapas hasta que tocó el techo con el cráneo.
- ¡No, señor! – dijo el tipo – La trompeta es, sin duda, una birria. Pero es el instrumento que usted necesita, porque usted no sabe tocar la trompeta.
Y entonces la luz se hizo en mi cabeza.
- ¡Pues es verdad! – dije - ¡No tengo ni la más remota idea de tocar la trompeta! ¡Disculpe la confusión, caballero! – le dije al viejecito mientras volvía a colocarlo en el suelo y le daba, por acto reflejo, un par de puñetazos en el hígado - ¡Qué feliz soy, no me han timado!
Y salí de la tienda bailando. Justo en la puerta me encontré a Don Cherry, que me dijo:
- ¡Vaya birria de trompeta! Te han timado.
Y yo le dije:
- No, señor, no me han timado, ¡porque yo no sé tocar la trompeta!
Así que se puso rojo de rabia y se fue corriendo a contárselo a los otros, que se murieron de envidia. Y esto fue lo que pasó, más o menos.
PD: Recuperamos esta chorrada del archivo. No están todos los que son, pero sí son todos los que están. Aquí hay demasiadas memorias a las que dedicar, tantos muertos jóvenes: Morgan, Clifford Brown, Navarro, Booker Little, Berigan…¡cuánto nos podían haber dado!
La imagen es de un cuadro del pintor checo Jindrich Pevny (no me lo he inventado, es de verdad).
- ¿En qué puedo servirle, caballero?
- Querría una trompeta, santidad – le contesté yo.
- ¡Hum! – dijo él – Creo que tengo lo que necesita.
Y se fue por una puertecita, y volvió en seguida con una trompeta en las manos.
- ¿Qué le parece? – me dijo mostrándomela.
- Hombre, yo la veo un poco vieja.
- Mucho mejor. Eso significa que ha sido tocada por muchos músicos, con lo que ha adquirido la solera necesaria.
- ¿Y esta abolladura que tiene aquí?
- Eso le da un timbre característico – me dijo él.
- No puedo mover los pistones – le dije mientras los apretaba con todas mis fuerzas.
- Al principio van un poco duros, eso es buena señal. Esta trompeta tiene personalidad, señor.
Así que me la quedé. No todos los días encuentra uno una trompeta con personalidad. Y salí tan contento de la tienda y ¡oh, sorpresa! en la esquina me encontré a Chet Baker.
- ¡Mira que trompeta me he comprado! – le dije.
- Esa trompeta es una birria. Te han timado – me respondió Chet.
¡Cómo! ¿Una birria mi trompeta? ¿Será posible? Debo admitir que en un primer momento sufrí un shock, pero luego pensé que tampoco había que fiarse de lo que dijera Chet, ya que era un tipo de vida disoluta. Pero me dejó preocupado, así que me acerqué a casa de Dizzy Gillespie. Llamé al timbre, y me abrió su madre:
- ¿Sí?
- ¿Está Dizzy?
- ¿Quién es, mamá? – se oyó la voz de Dizzy.
- Es Troglo Jones.
- ¡Dile que no estoy!
Demasiado tarde. Estoy acostumbrado a estas situaciones, así que me colé en la casa en un descuido de la madre, y dije:
- ¡Mira que trompeta me he comprado!
- Esa trompeta es una birria. Te han timado. ¡Mamá! – gritó Dizzy.
Y en ese momento la madre me cogió por los hombros y me echó a la calle. Este contratiempo me preocupó, pero pensé que uno no puede fiarse tampoco de Dizzy. Es un bromista incorregible. Así que me acerqué a casa de Miles Davis, y me abrió la puerta el mayordomo.
- ¿Sí, señor?
- Quiero ver a Miles – dije yo.
- ¿Quién es, Ambrosio? – se oyó la voz de Miles.
- Es Troglo Jones, señor.
- ¡Suelta los perros! – dijo ese desagradecido de Miles Davis.
- ¡Miles! – grité yo - ¡Mira que trompeta me he comprado!
El negrísimo careto de Miles asomó ligeramente por una rendija, y dijo:
- Esa trompeta es una birria. Te han timado. ¡Y largo de aquí!
Así que salí a paso bastante rápido de la propiedad del afable Miles. Yo aún no podía creer que aquel viejecito tan simpático me hubiera timado. Así que entré en el cementerio y di unos toquecitos sobre la lápida de Bunny Berigan.
- Esa trompeta es una birria. Te han timado. – me dijo Bunny desde su tumba.
Pero no me di por vencido. Me acerqué al bar, y me encontré a Freddie Hubbard y a Lee Morgan, que jugaban al cinquillo.
- ¡Mirad que trompeta me he comprado!
- Esa trompeta es una birria. Te han timado – dijeron en un dúo tan perfecto que me dieron ganas de pedir un bis, pero hubiera sido masoquismo.
Le pregunté a Louis Armstrong, a Clifford Brown, a Fats Navarro, a Wynton Marsalis, a Kenny Dorham, a los hermanos Candoli, a Maynard Ferguson, a Cootie Williams, a Joe Newman, a Dusko Goykovich, a Donald Byrd, a Thad Jones. A Benny Bayley, a Art Farmer, a Clark Terry, a Howard McGhee, a Nicholas Payton, a Booker Little, a Ted Curson. Pregunté incluso a Stu Willamson, a Tony Fruscella, a Blue Mitchell y a Buddy Childers. Pero todos me dijeron lo mismo:
- Esa trompeta es una birria. Te han timado – dijeron todos.
Contraté una médium y le pregunté al fantasma de Bunk Johnson:
- Esa trompeta es una birriaaaaa. Te han timadooooo – dijo una voz de ultratumba.
Me fui sin pagar a la médium y le pregunté a Jack Teagarden, que pasaba por allí.
- ¿A mí que me cuentas? Yo toco el trombón – me dijo – Pero esa trompeta es una birria. Te han timado.
Intenté asesinar a Jack, pero se montó en su trombón y salió a escape. Ahora sí que estaba enfadado de verdad. Así que me fui derecho a la tienda, me coloqué el sombrero de copa un poco ladeado, y entré. Allí estaba el viejecito, así que le agarré por las solapas, y le dije:
- ¡Oiga usted! ¡Les he preguntado a todos mis amigos músicos y todos me han dicho que esta trompeta es una birria! ¡Me ha timado usted!
El viejecito, sin perder la compostura, me dijo:
- ¿Cómo, caballero? ¿Timarle yo? ¡En absoluto!
- ¿Me va a negar que esta trompeta es una birria? – dije yo alzándole por las solapas hasta que tocó el techo con el cráneo.
- ¡No, señor! – dijo el tipo – La trompeta es, sin duda, una birria. Pero es el instrumento que usted necesita, porque usted no sabe tocar la trompeta.
Y entonces la luz se hizo en mi cabeza.
- ¡Pues es verdad! – dije - ¡No tengo ni la más remota idea de tocar la trompeta! ¡Disculpe la confusión, caballero! – le dije al viejecito mientras volvía a colocarlo en el suelo y le daba, por acto reflejo, un par de puñetazos en el hígado - ¡Qué feliz soy, no me han timado!
Y salí de la tienda bailando. Justo en la puerta me encontré a Don Cherry, que me dijo:
- ¡Vaya birria de trompeta! Te han timado.
Y yo le dije:
- No, señor, no me han timado, ¡porque yo no sé tocar la trompeta!
Así que se puso rojo de rabia y se fue corriendo a contárselo a los otros, que se murieron de envidia. Y esto fue lo que pasó, más o menos.
PD: Recuperamos esta chorrada del archivo. No están todos los que son, pero sí son todos los que están. Aquí hay demasiadas memorias a las que dedicar, tantos muertos jóvenes: Morgan, Clifford Brown, Navarro, Booker Little, Berigan…¡cuánto nos podían haber dado!
La imagen es de un cuadro del pintor checo Jindrich Pevny (no me lo he inventado, es de verdad).
10 comentarios:
¡Qué bueno!. Me lo imagino todo como uná película en blanco y negro. Algún día tendrías que hacer una película de tus historias.
Clap Clap Clap, bravo.
viva la música!!!!!!
Hola, Mamen. Gracias como siempre por tus comentarios. Estaría bien lo de la película, aunque quizá sería demasiado absurda. Aunque había una que firmaron el Fesser an compani que se llamaba "El secreto de la trompeta" ("El secdleto de la tlompeta") que era para destornillarse. Creo que la puedes ver en www.stage6.com, por ejemplo.
Hola, Belmar. No te conocía, bienvenido. Nos visitaremos.
Saludos.
troglo, eres un genio! ja ja ja ja qué historieta más divina y divertida. veo que contigo hay que estar al loro pues escribes sin parar y no nos podemos descuidar.
Un abrazo, voy a leer la nueva y te digo.
Delirante historia; la leí anoche y me partí de risa. Yo también me compré una birria de trompeta hace más de veinte años, una "Swallow" fabricada en Taiwán. No sé si me timaron, pero fue la trompeta nueva más barata que encontré. Le puse de nombre "Angelita", y gracias a ella compuse varias melodías que luego se convirtieron en temas. Ahora sigue ahí, metida en su estuche; aunque no tan birria como yo.
La ilustración de Jindrich Pveny es muy graciosa. ¿Seguro que no te has inventado el nombre?
Por cierto no sé si conocéis a Ben Shahn. Es un pintor, ilustrador inglés muy bueno. Hizo muchas pinturas e ilustraciones de jazz que valen la pena conocer. En mi blog recomiendo su catálogo. Es un buen libro, muy valioso.
Un abrazo a los dos.
Hola, Sebastián, un placer tenerte por aquí de nuevo tras tu desaparición. Yo sigo teniendo una birria de trompeta que me regalaron, está hecha en la India, toda abollada y hecha polvo. Por supuesto, la tengo de adorno.
¡Mira que ponerle "Angelita" a una trompeta de Taiwan! Yo la pondría Trom-Pa-Chun-Ga.
Jelou, Esther. Efectivamente, como cada día trabajo menos, escribo más. Hay que estar atentos, que paso lista. No conocía a Ben Shann, gracias por la recomendación.
Un abrazote a los dos.
Por si lo buscas por internet se escribe Ben Shahn. Es una H en lugar de N.
besitos!
Me mandas muchos deberes Troglo (como buen profe), ya llevo una agenda con todas las cosas que me dices que haga, jajajaaja. :-P.
Si es de Fesser seguro será estrambótica, a ver si tengo tiempo.
Bueno que me liasssss, que en realidad entré para decir que hoy leyendo el Mundo (que cayó por mis manos) me acordé de vosotros porque venían muchos de los locales de Madrid donde se toca Jazz. Pensé que lo mismo os hubiera gustado leerlo. No sé si en el periódico on line en la web vendrán también, aunque bueno, seguro os los sabeis ya de memoria.
Voy a ver la siguiente entrada del Sr Troglo :-).
Gracias por avisarnos, Mamen. La verdad es que como hay pocos, los conoceremos la mayoría, pero voy a ver si consigo echarle mano al Mundo y me actualizo. Aunque luego la verdad es que no voy nunca a ningún lado.
Los cortos de Fesser son de lo más estrambótico. Recuerdo otro que hizo, con el gran Luis Ciges, que se llamaba "Aquel ritmillo". Impagable.
Besos.
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