- ¿Tú puedes improvisar una historia sobre cualquier gilipollez? – me preguntó mi amigo Lucas Iscariote, más conocido como Trespiños por su cautivadora sonrisa.
- ¡Claro! – le dije yo – No olvides que llevo mucho tiempo escuchando jazz, y algo se pega. ¿Qué es un jazzman sino un improvisador? Le da lo mismo la sinfonía 40 que el himno del Atleti, son simples excusas argumentales para improvisar. Pues yo soy un jazzman de las gilipolleces. Un virtuoso de la gilipollez, diría yo.
- No me creo que puedas improvisar sobre cualquier gilipollez.
- ¿Tú no definirías esta conversación como una auténtica gilipollez?
- Pues ahora que lo dices, sí.
- Y, sin embargo, nos está saliendo una historia ¿no? Y habrá alguien que incluso la esté leyendo. Oye, ¿qué tienes en la oreja?
- ¿En cuál? Ah, las llaves del coche, es que en el bolsillo se me clavan cuando me siento.
- ¿Te das cuenta?
- ¿De qué?
- El nivel de gilipollez de nuestra conversación crece cada vez más, y esto me permite seguir improvisando.
- No estoy seguro de pillar muy bien esto de la improvisación.
- ¿No ves como voy arriba y abajo de la escala de la gilipollez? ¿Cómo encuentro notas gilipollescas que no parecía que pudieran estar ahí? Eso es porque no tienes educado el oído, déjame que te meta un par de puñetazos en la oreja para amoldarla.
- ¡Quita, coño, que luego no encuentro las llaves! Y, además, ¿no tenías que estar trabajando, en vez de escribiendo gilipolleces?
- ¡Anda, hombre! ¿Currar yo? Yo soy un artista, desgracia humana.
- ¿Y por qué te hicieron director de operaciones?
- ¡Ay, amigo Trespiños! Una infancia desdichada, las malas compañías,…es una historia muy triste.
- ¿Nos vamos al parque del Oeste a hacer botellón?
- Acertada sugerencia, estimado Trespiños. ¡Vayamos! Y creo que llamaré a nuestro diálogo “Improvisación sobre cualquier gilipollez”.
- ¿Vas a tener el morro de colgar eso en el blog?
- ¡Pues si vieras lo que le vendo a los clientes! Esto es arte, macho.
- ¡Venga, vámonos ya! ¿Y dónde coño habré puesto las llaves del coche?
- ¡Claro! – le dije yo – No olvides que llevo mucho tiempo escuchando jazz, y algo se pega. ¿Qué es un jazzman sino un improvisador? Le da lo mismo la sinfonía 40 que el himno del Atleti, son simples excusas argumentales para improvisar. Pues yo soy un jazzman de las gilipolleces. Un virtuoso de la gilipollez, diría yo.
- No me creo que puedas improvisar sobre cualquier gilipollez.
- ¿Tú no definirías esta conversación como una auténtica gilipollez?
- Pues ahora que lo dices, sí.
- Y, sin embargo, nos está saliendo una historia ¿no? Y habrá alguien que incluso la esté leyendo. Oye, ¿qué tienes en la oreja?
- ¿En cuál? Ah, las llaves del coche, es que en el bolsillo se me clavan cuando me siento.
- ¿Te das cuenta?
- ¿De qué?
- El nivel de gilipollez de nuestra conversación crece cada vez más, y esto me permite seguir improvisando.
- No estoy seguro de pillar muy bien esto de la improvisación.
- ¿No ves como voy arriba y abajo de la escala de la gilipollez? ¿Cómo encuentro notas gilipollescas que no parecía que pudieran estar ahí? Eso es porque no tienes educado el oído, déjame que te meta un par de puñetazos en la oreja para amoldarla.
- ¡Quita, coño, que luego no encuentro las llaves! Y, además, ¿no tenías que estar trabajando, en vez de escribiendo gilipolleces?
- ¡Anda, hombre! ¿Currar yo? Yo soy un artista, desgracia humana.
- ¿Y por qué te hicieron director de operaciones?
- ¡Ay, amigo Trespiños! Una infancia desdichada, las malas compañías,…es una historia muy triste.
- ¿Nos vamos al parque del Oeste a hacer botellón?
- Acertada sugerencia, estimado Trespiños. ¡Vayamos! Y creo que llamaré a nuestro diálogo “Improvisación sobre cualquier gilipollez”.
- ¿Vas a tener el morro de colgar eso en el blog?
- ¡Pues si vieras lo que le vendo a los clientes! Esto es arte, macho.
- ¡Venga, vámonos ya! ¿Y dónde coño habré puesto las llaves del coche?
6 comentarios:
"Pues yo soy un jazzman de las gilipolleces. Un virtuoso de la gilipollez, diría yo."
Me encanta.
Pero no te voy a llamar "gilipojazz".
Eres un portento de la improvisación y tienes un sentido del humor apabullante y muy, muy saludable.
Con ese don, ¡qué no les venderás a tus clientes!
Un abrazo.
Esta historia sí que es loca de verdad. Aunque la vida real muchas veces supera la ficción!!! Eso demuestra que somos humanos, muy humanos y eso es hasta bueno. Aunque espero no defraudaros nunca, amigos. que a lo mejor ya lo he hecho.
"Improvisación sobre cualquier gilipollez", desde luego que sí.
troglo y sebastián, un beso siempre a los dos, con vuestro permiso.
Sebastián:
¡Jo,jo! Muy bueno lo de "gilipojazz", me lo puedes llamar sin problemas, que no irás muy desencaminado. Encantado de tenerte por aquí.
Esther:
¿Defraudar? A mí, desde luego que no. Lo que si quiero son más fotos en tu blog, que últimamente nos tienes a dieta. Y a mí me puedes besar sin permiso siempre que quieras. Supongo que a Sebastián también. Un besote.
Jajajajaja, "Gilipojazz", qué buenoooooooo!!.
Troglo ¿que te crees que somos tus clientes? ¿que nos puedes dar a leer cualquier "gilipollez"?, jajajajaaj (perdón, perdón, pero va con el tema, que no va en plan borde eehhhhh??? no se me confundan).Estírate ya y tráenos de nuevo a Ku-ñao, que ya le echo de menos!!! ;-)
Je, je, Ku Ñao está preparando su próxima fechoría, muy pronto le tendremos por aquí de nuevo.
Y lo de gilipojazz me lo quedo, que luego me pasa lo que con Mario Benedetti.
Un abrazo, Mamen.
Otro para tí por aguantarme...;-)
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