viernes, 15 de mayo de 2009

Pesadilla

- ¡Bzzzzzz! ¡Bzzzzzz! ¡Bzzzzzzz!


El zumbido del timbre sonó tres veces, y Kilopondímetro Perkins se levantó del sofá y se dirigió a la puerta:


- ¿Quién es? – gritó Kilopondímetro a través de la puerta. Esta prudente costumbre la había aprendido de su abuela, la célebre Gladis Zarigüeya, pero eso es otra historia.

- ¡Le habla el consumisario López Gayumbos! ¡Abra ahora mismo!


¡Rayos! ¡La Consumisaría le había localizado! Kilopondímetro atrancó la puerta con una silla, como en las películas, y salió a escape, intentando largarse por la ventana pero, al abrirla, se dio de manos a boca con otro agente que le esperaba subido a las cuerdas de tender con un trabuco de los gordos. Kilopondímetro dió media vuelta a gran velocidad, pero ya un tropel de consumisarios entraban por la puerta, y es que la silla era de Ikea y cedió al primer empujón. Se echaron encima de Kilopondímetro Perkins y le pusieron las esposas.


- ¡Kilopondímetro Perkins! – dijo el consumisario López Gayumbos – Se le acusa de violar las leyes sobre consumo en veinte grados diferentes. Agentes, registren esto y recojan toda la evidencia.

- ¡Grrrr! – dijo Kilopondímetro Perkins - ¡Suéltenme! ¿Quién se ha chivado? ¡Seguro que ha sido el loro, sabía que no debía fiarme de él! ¡Qué me suelten!

- ¡Calle ya! – berreó el consumisario – Ya tendrá tiempo de hablar delante del juez. ¡Llévenselo!

- ¡Déjenme! ¡Se van a acordar de esto! ¡Yo he sido director de operaciones!


Pero se llevaron a Kilopondímetro Perkins, y a los pocos días fue llevado a presencia del juez Jodercio el Imponente, para ser juzgado por sus crímenes.


- ¡Kilopondímetro Perkins! – dijo el juez Jodercio con voz imponente – Se le acusa de conculcar...

- ¿De qué? – dijo Kilopondímetro, que era un poco bestia.

- ...de...de saltarse todas las leyes de consumo habidas y por haber – terminó el juez – Tiene la palabra la Consumacusación.

- Gracias, Señoría – dijo el Consumacusador, que por cierto se llamaba Gárgaro Chivas, pero esto da igual – Demostraremos, sin lugar a dudas, la culpabilidad del acusado. Me gustaría presentar la prueba A-1.

- ¿Qué es la prueba A-1? – dijo el juez.

- Es el teléfono móvil del acusado – respondió el Consumacusador.

- ¿Y por qué no lo dice claramente, en vez de decir A-1?

- Es que así como que tiene más glamour, señor juez.

- No me jeringue, que tengo 40 juicios antes de comer. Al grano, Consumacusador.

- Ejem, sí, señor juez. Señor Perkins, ¿reconoce éste como su teléfono móvil?

- Sí – dijo Kilopondímetro.

- Que conste en acta que el acusado ha dicho “sí” – dijo el Consumacusador.

- ¿No le he dicho que abrevie y se deje de chorradas? – dijo, furibundo, el juez Jodercio.

- Perdón, señoría, je, je. El acusado reconoce que este móvil, un modelo de hace tres años es el suyo. Esto contraviene gravemente la ordenanza 27/10, que establece que se ha de cambiar de teléfono cada seis meses, así como la obligatoriedad de descargar un politono semanal. Este teléfono no tiene politonos ni nada.

- ¿Tiene algo que alegar el acusado? – preguntó su señoría.

- Ese teléfono todavía funciona bien. ¿Por qué me tengo que comprar otro?


Todos los presentes en la sala miraron a Kilopondímetro como si le hubieran crecido tres cabezas.


- ¿Me toma el pelo, señor Perkins? – dijo el juez, furioso - ¿Me está diciendo que no conoce la gravedad del delito? ¿No se da cuenta de que, si no consumimos constantemente, la economía no se sostiene? De ahí la importancia de observar las leyes de consumo obligatorio.

- A mí me vale con ese móvil– dijo el ingenuo Kilopondímetro.

- ¡Grrr! – dijo el juez - ¡Prosiga la Consumacusación!

- Con gusto, señoría – dijo el consumacusador - Presento ahora la prueba B..., esto, estos libros que el consumisario López Gayumbos requisó en casa del acusado, y que éste ha reconocido como suyos.

- ¡Vaya libros más viejos! Y algunos tienen una etiqueta en el lomo, ¿qué es?

- Señoría, es monstruoso, pero hay que decirlo. En su declaración, el acusado ha admitido que compra libros de...de segunda mano – dijo, con visible repugnancia, el Consumacusador – Y no sólo eso, ¡también los coge de la biblioteca!

- ¡Será degenerado! – dijo el juez - ¡En lugar de comprar y consumir como loco, recupera y comparte! ¿Se cree muy listo, verdad, Perkins? ¡Se le va a caer el pelo!

- Er, puede ser una pregunta tonta – dijo Kilopondímetro – pero, ¿por qué no tengo abogado?

- ¡Porque no me da la gana! – tronó el juez - ¡Termine, Consumacusador!

- Sí, su señoría. Por si lo anterior fuera poco, el acusado se ha confesado culpable de otro crimen tremendo. Señor juez, estamos ante un...¡hipotequicida! ¡Kilopondio Perkins no tiene hipoteca!


Al juez estuvo a punto de darle un vahído al oír esto. Bebió un poquito, se recompuso, y gritó:


- ¿Es posible? ¿Es que usted no tiene conciencia, Perkins? ¿Quiere cargarse todo el sistema? ¿Cómo piensa que va a funcionar todo si usted no acumula deudas? Para inconscientes como usted se hicieron las leyes: todo el mundo tiene que tener una hipoteca, y todo el mundo está obligado a consumir al menos un 90% de sus ingresos. ¡Ya he oído bastante! ¡Póngase en pie el acusado! – Kilopondímetro se puso de pie, un tanto acongojado - ¡Kilopondímetro Perkins! ¡Le condeno a treinta años y un día de hipoteca con un interés del 12%! Además, el acusado deberá presentar un teléfono móvil nuevo y flamante todos los primeros de mes en la Consumisaría más próxima a su domicilio. Además, debe apuntarse a todos los canales de televisión de pago. Además, en el plazo de 30 días, debe tirar todos esos libros y comprarse 3 toneladas de DVDs de la cantante de moda, que deberá renovar trimestralmente. Además...


Kilopondímetro Perkins se despertó bañado en sudor. Parece que se le había ido la mano con la cazalla, y se había dormido en el sofá. ¡Menuda pesadilla! Y entonces...


- ¡Bzzzzzz! ¡Bzzzzzz! ¡Bzzzzzzz!

9 comentarios:

Armando dijo...

Me gustó tu historia Troglo. Me necariñé con Kilo, espero que la pesadilla se le vuelva recurrente y encuentre quien le seque la frente con una toalla. La portada me recordó una del Hampton Howes Trio.

Saludos

Troglo Jones dijo...

Saludos, Armando. Me alegro que te guste. Me temo que lo de Kilo ya es recurrente, y no tengo tan claro que sea un sueño. Ahora se pondrá algo de Hampton Hawes para relajarse. Al consumo de jazz sí le doy mi bendición.

Abrazos.

Ralph dijo...

Pero Troglo te cuento mi sueño y vas y lo publicas, es que uno no puede confiar en nadie je je je. Saludos.

Troglo Jones dijo...

Je, je, cuidado, Ralph, que te puedes volver consumista, por eso de vivir en la Consumarca Nordeste, je, je.

Saludos.

Mr Blogger dijo...

Mierda, yo no pienso cambiar de móvil hasta que se muera, también compro algún que otro libro de segunda mano (y música y demás, que mientras estén en buenas condiciones y con lo caras que están las cosas...) y ¡no tengo hipoteca!

me vas a convertir en un paranoico, no voy a poder volver a dormir tranquilo...

Troglo Jones dijo...

Mr.Blogger, todo eso te convierte en un antisistema. Andate con ojo, que te vigilan.

Salud.

Mr Blogger dijo...

¿quien? ¿quien me vigila? ¿donde? ¡dime! nooo, ya veo... ¡tu eres uno de ellos! ¡me quieres engañar!

Lienzo tierra dijo...

Je, je, je. Me ha recordado la historia a mi ladrillo-movil. Pues el sistema tampoco se sostiene conmigo no, yo me identifico con Perkins, pero en algo discrepo...nunca tendría una silla de Ikea ;-)

Buena historieta.

Troglo Jones dijo...

Mamen, ten cuidado con Mr.Blogger, está susceptible. Debe ser cansadísimo currar en Ikea, todos los días te tienes que montar el escritorio y la silla, je, je.

Salud.