viernes, 23 de mayo de 2008

Cita a ciegas

- Salud, Puto Bocazas – le dije a mi loro, Puto Bocazas, según entraba por la puerta de casa – Espero que no hayas hecho ningún disparate durante mi ausencia.
- Muy contento te veo, Troglo. ¿A qué se debe la sonrisa en tu mandarínica faz?
- Pues verás, Puto Bocazas, resulta que he estado tomando unas cañas con Esther.
- ¿Con Esther Cidoncha?
- La misma que viste y calza.
- ¡Serás cabrón! ¡Me dijiste que ibas a hacer la declaración de la renta!
- Era la única forma de darte esquinazo, Puto Bocazas.
- ¡Grrr! ¡Grrr! ¿Y cómo ha sido eso?
- Pues resulta que nos apetecía quedar, y hemos quedado. Como somos personas muy cultivadas, hemos quedado en la puerta de una librería.
- ¿Y cómo la has conocido?
- Fácil, Puto Bocazas. Primero, me dijo que iba vestida de negro. Esto no es tan fácil, ya que la calle estaba llena de ninjas, no sé por qué. Pero también me dijo que vendría en camello, y esto fue definitivo. Cuando he visto una mujer de negro montada en camello, me he dicho: es Esther.
- ¿En camello?
- Así es. A ella no le ha sido tan fácil reconocerme, porque como sabes yo tengo más pinta de descargador de muelles que de director de operaciones. Aparte de que no llevaba loro, je, je, je. Así que me ha preguntado: ¿Es usted el legendario Troglo Jones? Y yo he dicho: Oui, cest moi.
- ¿Y por qué venía montada en camello?
- ¡Qué plasta eres! Resulta que es hija de un jeque árabe, y está acostumbrada a ir en camello. Creo que tiene pozos petrolíferos, ya te dije que estaba forrada. Por cierto, Esther está en forma, ¡oh, la lá!, no como tú, Puto Bocazas, que estás rollizo de tantas patatas fritas.
- ¡Déjate de sandeces! ¿Y cómo es la misteriosa Esther?
- Pues la verdad es que es un encanto, Puto Bocazas. Es muy simpática, y tenemos un montón de cosas en común. Justo al revés que tú y yo. Te iba a contar que estuvimos tomando una caña, pero soy un caballero, así que me voy a callar.
- ¡Tú que vas a ser un caballero!
- Está bien, pues estuvimos tomando una caña, y charlando mucho, y mirando unos discos de jazz. La verdad que ha sido una tarde muy bien aprovechada, me he alegrado un montón de conocerla. ¡Vamos a tocar algo para celebrarlo!
- ¡No debería dirigirte la palabra, por no haberme llevado!
- No seas rencoroso, coño. Ya verás como quedamos más veces, y también te daré esquinazo.
- ¿Qué dices?
- Nada, nada. Hala, ponte al piano. Yo me cojo el saxo, y voy a tocar a la manera de Coleman Hawkins, como homenaje a nuestra amiga. ¿Qué te parece “Have you met miss Jones”?
- Muy propio. ¿No le vas a dedicar una de tus poesías?
- Hombre, así de repente...A ver:

El otro día vi a Esther
que iba montada en camello
Y me dijo: apártate,
que por poco te atropello.

¿Qué te parece, Puto Bocazas?
- Anda, mejor será que toquemos. Pero esta te la guardo. Un, dos,...

PD: Oye, estoy encantado de haber conocido a Esther, que es verdad que quedé con ella. En persona es todavía mejor que virtualmente, aunque parezca difícil. Una maravilla de mujer. Si os da envidia, pues os aguantáis.

lunes, 19 de mayo de 2008

¡Qué tiempos aquellos!, o el etilismo nostálgico

-¡Puto Bocazas! – le dije a mi loro, Puto Bocazas – Mira lo que dice el periódico. Parece que han encontrado un dromedario en el cerebro de Aznar.
- ¡Animalito!
- Por lo visto, el dromedario, que atiende por “el Jésus”, se encuentra bien de salud y agradeció mucho a los médicos su liberación.
- Natural. Por cierto, Troglo, ¿has visto cómo todo el mundo pide mi vuelta a las historias? Te advertí que esto sucedería.
- Es cierto, Puto Bocazas. ¿Cómo lo supiste?
- Elemental, querido Troglo. Invéntate un animal que habla, que además diga unas burradas de aquí te espero, y tienes el éxito asegurado. Y tú pasas a la categoría del ventrílocuo. La peña va a ver al muñeco, no al ventrílocuo.
- ¡Hay que joderse lo listo que eres, Puto Bocazas! ¿Pero y si, por ejemplo, te asesinara ahora mismo?
- ¿Tú a mí? ¡Te habrás traído la kriptonita! ¿A que te meto?
- ¿A mí? ¿Tú y qué bandada? No me llaman Troglo por casualidad. ¡Y no me pises el DVD, cojones, que lo tengo que devolver!
- ¿Pero qué DVD es éste? “Abril en Managua”. ¡La madre que te parió, eres un progre nostálgico! ¿Venía de regalo un mechón de la barba del Che, je, je, je?
- Me lo han dejao, gilipollas, y además es más pirata que el copón. Y lo de nostálgico, vale, pero lo de progre no te lo consiento, Puto Bocazas.
- ¿Te he contado alguna vez que yo tuve un primo con los sandinistas? Era el Comandante Coñazo Parlante.
- Nunca he oído cosa semejante.
- Porque eres muy ignorante. Tiene el record Guiness de priva de botellas de ron sin respirar, con 44.
- No sé si creérmelo. 43 puede ser, pero 44…¡Ay, Puto Bocazas, aquel día en Managua parecía que el mundo podía ser otro! ¿Tú crees que el mundo cambiará alguna vez?
- Sin duda. Cambiará a peor, a no ser que tomemos cartas en el asunto de una vez y lo conquistemos, así que a ver si nos ponemos, que ya estoy harto. Estoy perfeccionando un scanner de almas que será la monda.
- ¿Y eso para qué sirve?
- Mi plan es escanear las almas de una serie de chiflados sádicos, como Idi Amin, o Mussolini, o gente así, y luego soltarles a todos a la vez por el mundo. Imagina 900.000 Idi Amines. Armarán la de dios, y cuando acaben, borro el archivo, desaparecen, y ya está. Como lo habrán dejado todo hecho una pena, será fácil tomar el control.
- No sé. ¿Y si los contratan como seguratas en el Metro?
- ¿Tú crees? No se me había ocurrido esa eventualidad.
- No sé, Puto Bocazas. Hay que revisar un poco ese plan, pero de lo que no hay duda es que esto así no puede seguir, hay que tomar el mando. Mientras, vamos a escandalizar un poco a los vecinos. Abre todas las ventanas, así, y ahora vamos a cantar un poco. ¡A todo volumen, Puto Bocazas!
- ¡Je, je! ¡Qué te veo venir, Troglo! ¡Un, dos, tres!

¡COMO UN CHILOTITO TIERNOO
FULGURANTE BAJO EL SOOL
NACE EL FRENTE SANDINISTAA
MAZORCA Y ESPIGA DE LIBERACIOOÓN…

Me da que vamos a dormir en comisaría, pero ha merecido la pena. A alguno le ha dao un infarto, que se creía que llegaba la revolución y le iban a quitar la tele.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Perfiles lamentables del jazz: Kamasutro

Yogijindarna Kamasutro, más conocido como el maestro Kamasutro, nació en la región hindú de Milikilanka en el año sabediós, porque en esas épocas no se preocupaban mucho de la fecha, total, un año como otro cualquiera.

Kamasutro era el menor de 43 hermanos. Se cuenta que iba prácticamente en bolas, como los fakires, no porque fuera fakir, sino porque los hermanos, como en todas partes, heredaban la ropa unos de otros, así que imaginaros como estaba cuando llegaba a él. Así que se liaba un periódico a la cintura, y ya está.

Interesado por la música desde temprana edad, pronto llego a la conclusión de que a la música india le faltaba algo de dulzura, así que se puso a buscar incansablemente la forma de dársela. Hete aquí que en Milikilanka abundaban por aquel entonces los caparazones de tortuga gigante, y Kamasutro observó que, según donde golpearas el caparazón de la tortuga, el sonido que obtenías era diferente. Así que cogió dos cucharones de la comida, que en su casa no se usaban porque no comían, imaginar 43 hermanos y la hipoteca, la hostia. Pues eso, con los dos cucharones le arreaba al caparazón y hacía una dulce musiquilla. ¡Había inventado una rudimentaria marimba!

Pero las proezas de Kamasutro no acabaron aquí. Hemos dicho que se interesó por la música, pero era tan bruto, de hecho era el más bruto de los 43, que no había manera de que aprendiera, y confundía la parte fuerte del compás con la débil, fijaros si era bruto, y tocaba la nota cuando no debía y, de repente, por casualidad, tocando la nota en la parte débil, ¡inventó la síncopa! ¡Lo que es la vida! Y Kamasutro se dijo: “Anda, pues está bien”.

Y se puso a sincopar en sus caparazones de tortuga. Y así consiguió su más famosa composición, “Ipanemapiba” que, evidentemente, fue la base para la composición posterior de la hiperfamosa y sincoposa “Chica de Ipanema”. ¡El mundo es un pañuelo!

Un día, Kamasutro encontró un caparazón enorme de verdad. Entusiasmado con su descubrimiento y con las notas que podría sacar de allí, se sacó los cucharones de debajo del periódico y se puso a arrearle al caparazón. Pero Kamasutro no se dio cuenta de que aquel caparazón, precisamente aquel, estaba lleno de tortuga. Hay que decir que estas tortugas también se llaman “tortugas de pico de loro”, por el pico, evidentemente, y por sus reconocidas malas pulgas. Así que, al verse despertada por los cucharonazos, la tortuga asomó la cabeza. Kamasutro, que estaba extasiado sacando notas, ni se coscó. Y la tortuga le propinó en aquel momento un bocao de tercer grado en el muslo, cortándole el rollo a Kamasutro de una forma radical. La tortuga escapó lentamente, y Kamasutro no pudo seguirla para vengarse, como era su intención, porque tenía el muslo hecho migas.

Kamasutro se enfadó tanto por lo del muslo que, como los niños pequeños, se sentó en el suelo, se cruzó de brazos, y se negó a hablar con nadie. Y así se tiró 40 años. Y así la gente le empezó a llamar maestro Kamasutro, y a venerarle como si fuera un santo, y a traerle ofrendas. Pero de santo y de místico nada, lo que era un rencoroso y un chinao.

¡Ay! ¡Quién sabe qué maravillas hubiera dado a la música si se hubiera movido!

martes, 13 de mayo de 2008

Cosas raras

Hay días en que uno se despierta, y se le ha olvidado vivir. ¿Cómo era? ¿Había que levantarse de la cama? Y después, ¿qué se hace? ¿Hay que salir a la calle? ¿Y entonces? ¿Irse a trabajar? ¿A comprar? No sé, le entra a uno como un estupor, te quedas en blanco. ¿Cómo se vivía?

Yo, en estos casos, pongo la tele, a ver si me aconseja.

domingo, 11 de mayo de 2008

Cuentos de los mandarines: la modestia y el recato

Ku Ñao, mandarín entre los mandarines, repasaba con avidez las cuentas mensuales de su mandarinato, relamiéndose sus crueles labios mientras cavilaba acerca de si se compraba un yate o dos. De repente, sus ojos, ágiles como los de un halcón, descubrieron una partida en las cuentas que le hizo dar un bote en su trono de jade y terciopelo:

- ¿Eh? ¿Qué es esto? Ying por Xiao son ocho, y me llevo tres…¡Me-Ka-Chis el Celeste Imperio! ¡Par Di Yo! ¡PAR DI YOOOO!

Y el asustado acólito Par Di Yo apareció a toda velocidad en el despacho de Ku Ñao, consternado por los berridos de su Maestro:

- ¡Maestro! ¿Os ocurre algo grave?
- ¿Grave, pekinés alcohólico? ¡Mucho peor! ¿Qué significa esta partida de gastos, Par Di Yo?
- ¿Esa? Son gastos asociados a proyectos, Maestro. Concretamente, desplazamientos y…
- ¡Eso ya lo sé, Ga-Ñán! ¿Y no te parece a ti que esta partida es alta cual pagoda, Par Di Yo de mis desdichas?
- No sé, Maestro. Estará en relación con los proyectos…
- ¡Trae a toda velocidad las facturas de…por ejemplo, el proyecto Chop Suey! ¡Pero corre, Par Di Yo!
- Oigo y obedezco, Maestro.

Y Par Di Yo salió y volvió a escape con las facturas del proyecto mencionado:

- ¡Trae acá, Par Di Yo, déjamelas! A ver…¡Ajá! Ya decía yo. Estos hijos de una urraca ladrona van a todos lados en Ta-Xi, Par Di Yo, ¡mira que chorro de facturas, se podría empapelar la Ciudad Prohibida con ellas!
- Maestro, ¿y cómo deben ir entonces?
- ¿Tú qué crees, rata orejuda? A partir de ahora mismo, todos los funcionarios deben desplazarse en Bu-Se-To, o en su defecto en Me-Tru-Ki. ¡Hacen más kilómetros en Ta-Xi que Marco Polo! Hay que acabar con este despilfarro, Par Di Yo.
- Pero Maestro,…
- ¿Pero qué Par Di Yo? ¿No sabes que el sabio ha de ser modesto? ¿Qué es esto de ir a todos lados en Ta-Xi? ¿Tú me ves a mí ir en Ta-Xi, Par Di Yo?
- Pero Maestro, vuestra mandarinez tiene un coche de empresa…
- ¡Este es un detalle sin importancia, Par Di Yo! Esta gente se cree que el mandarinato puede derrochar las monedas de oro a manos llenas, no tienen ningún tipo de responsabilidad. ¿Es que no tienen recato ni humildad alguna? ¿Qué se han creído? Deberían aprender de mi modestia.
- ¿De vuestra qué, Maestro?
- ¿Haciéndote el Lis-Ti-Yo encima? Sal de aquí volando, ganso salvaje, y comunica las nuevas normas a todos los funcionarios del mandarinato. ¡La próxima vez que vea una factura de Ta-Xi, no les salva ni Kung-Fu!
- Pero Maestro, yo creo que…
- ¿Sigues aquí, Par Di Yo? ¡O sales disparado ahora mismo y te aseguras de que nadie vuelva coger un Ta-Xi o te destino a barrer la Gran Muralla, dromedario de la estepa!
- Oigo y obedezco, Maestro.

Y así fueron publicadas en el mandarinato las nuevas normas de transporte. Al poco tiempo, el mandarín Ku Ñao revisaba de nuevo las cuentas, a ver si esta vez podía comprarse de una vez una peineta de oro y brillantes para la coleta.

- ¡Je, je, je! Ni una factura de Ta-Xi a la vista. De esta, me compro el Palacio de Verano. ¿Eh? ¿Qué es esto? Ming menos Chan son nueve, y me llevo dos…¡Ka-go en el Khan! ¿Será posible? ¡Par Di Yo! ¡PAR DI YOOOOO!

Y Par Di Yo apareció presuroso:

- ¿Llamabais, Maestro?
- ¡Par Di Yo! ¿Cómo ha ocurrido esto, mono de las nieves? No hay facturas de Ta-Xi, pero la rentabilidad es más baja que el mes pasado. ¿Cómo es posible? ¿Qué has hecho?
- Nada, Maestro. Supongo que es debido a la imputación de horas.
- ¿Qué dices, Par Di Yo? ¡Habla en chino, que no te entiendo!
- Maestro, la cosa es clara. Al desplazarse en Bu-Se-To, los funcionarios tardan mucho más en cualquier desplazamiento que sea medianamente complicado. Por ejemplo, un desplazamiento que en Ta-Xi vendría a costarles una hora, en Bu-Se-To les cuesta casi tres.
- ¿Qué tiene que ver esto, Par Di Yo? El Bu-Se-To sigue siendo mucho más barato. ¡Explícate, rana de los pantanos!
- Como decía, Maestro, si un desplazamiento lleva una hora en Ta-Xi, pongamos que cuesta 30 monedas. Y digamos que ese mismo desplazamiento en Bu-Se-To son 3 monedas. Pero resulta que el funcionario cobra por sus horas, pongamos 25 monedas. Así que, yendo en Ta-Xi, el coste total es de 25 más 30, 55 monedas. Como en el segundo caso tarda, siendo generosos, dos horas y media, el coste total es de 62,5 más 3, esto es, 65,5 monedas.
- ¡Eh! ¡Uh! ¡Ah!
- Sí, Maestro, teniendo en cuenta el tiempo, es más caro en muchos casos el Bu-Se-To. Por eso este mes hemos ganado menos. Además, como tenemos más horas improductivas en desplazamientos, será todavía peor, porque…
- ¡Calla! ¿No has dicho ya bastante, Par Di Yo? ¡Ay, qué disgusto, esto no se me quita ni con tres horas de Tai Chi! ¿Qué esperas para salir corriendo y revocar la orden anterior, Par Di Yo? ¡Date prisa, brote de soja con patas! ¡No quiero ni pensar la Pas-Ta que estaré perdiendo!
- Oigo y obedezco, Maestro.

Y Par Di Yo, con una extraña sonrisilla en su amarillento ka-re-to revoco la orden, y los funcionarios pudieron volver a tomar Ta-Xi. Y Ku Ñao aprendió esta vez, por la vía dura, que los costes no siempre son lo que parecen. Y los pergaminos preservaron para la historia estos hechos en los versos de rigor:

Recuerda, mandarinete
que por una perra ahorrar
de pronto y sin avisar
te desaparecen siete.


PD: Es un cuento de los mandarines un poco chorra, pero me apetecía poner esta historia porque, además de ser rigurosamente verídica, como todas las de los mandarines, me la he vuelto a encontrar hace muy poco. Aunque os parezca increíble que un mandarín tenga una cortedad de vista tal, ojalá me dieran diez euros por cada vez que he visto esta manera de gestionar. La absoluta miopía, el cortoplacismo y el recorte de gastos, sin coscarse de que si reduces en algún sitio, alguna consecuencia tendrá que tener. Luego no saben que ha pasado con el dinero. ¡Ay, señor!

jueves, 8 de mayo de 2008

Direcciones de interés

Este es un post un poco diferente a las burradas mías habituales. Hace algunos días, el amigo SoloJazz, me pidió que le comentara direcciones de algunos sitios donde suelo ir a ver si racaneo discos a precio de saldo, porque es muy tacaño. Por si os pudiera interesar a otros tacaños, lo cuelgo aquí para general conocimiento. Y si no os interesa, pues se siente, os lo saltáis y ya está. No todo va a ser Ku Ñao y eso. Quiero suponer que estás en Madrid, SoloJazz, porque si no, la hemos liao.

Muchas ya las conoceréis, pero nunca se sabe, porque la bebida hace que a uno se le olviden las cosas con mucha facilidad. Empecemos por lo más clásico:

“La metralleta” ha tenido un taco de tiendas, y han visto mi amarillenta jeta de mandarín en todas ellas. Ya sólo les queda el emporio ese que tienen en el parking de la Plaza de las Descalzas. Aquí he pillado yo muchos, pero últimamente los linces han diseñado una nueva estrategia comercial: los discos que antes valían 6 euros, ahora valen 9. Magnífica estrategia para mejorar mi margen. Lo malo es que lo que antes tardaban una semana en venderlo, ahora tardan mes y medio, de eso no se coscan. Y como a mí me quema bastante que me hagan subidas del 50% por la cara, pues les tengo un poco castigados. Así que voy, revuelvo todo, cojo 50 ó 60 discos, y cuando llego a la caja digo: “Uy, si resulta que los tengo todos, no me había dado cuenta. Pues no me llevo ninguno, lo siento”. Je, je.

Tiene de todo, y le entró no hace mucho una barbaridad de discos de clásica, del sello “Naxos”, que vendía por 3 euros. Merece la pena una visita. Hay de todo género de música, obviamente.

“Yunke” es otro de los clásicos de por aquí. Aquí trabajaba una tía, a la que últimamente no veo, por suerte, que siempre que alguien se refería a ella, la frase empezaba por “la gilipollas esa…”. Espero que no sea amiga de ninguno de vosotros, pero es que era más borde que la hostia. Aquí hay muchos discos que no valen nada, pero a veces tiene joyas, y lo más caro a 6. Hay un chico gordito y calvo, que curra allí, normalmente está los viernes por la tarde, que os puede conseguir discos del sello ENJA si le encargáis unos cuantos. No me acuerdo como se llama, sorry. Creo que era algo así como Catafractario del Carmen, pero no me hagáis mucho caso. La tienda está en la calle Hileras, casi esquina Arenal. Ojo, echar un vistazo en la sección de latina, que a veces hay jazz latino. Tienen otra tienda nada más dar la vuelta a la esquina, en Arenal, dirección Sol. Más pequeña, y no tiene una sección de jazz definida. La mayoría de discos están, según entráis, estantería de la izquierda al fondo. No vayáis a la hora justa de abrir, que abren cuando les sale de las narices.

El “Club de Amigos del Disco” de la calle Fernández de los Ríos (en Galaxia, casi en Moncloa), tiene bastante buen material, pero el precio no es tan bueno como era, ni mucho menos. No obstante, merece la pena una visita. Tiene en la puerta un robot que asesina a uno de cada diez clientes, así que ojo. Esto atrae mucho a la clientela, por la emoción y eso.

Todas estas son de discos de segunda humano, aunque muchísimas veces los encontráis nuevos.

“Armonía” está en la calle Fernando el Católico, muy cerquita de la anterior. Buen material, precio regular. Pero ya que estáis aquí…Si compráis 1.000 discos, os regalan un posavasos.

“Harmonia Mundi” está al principio de la calle Sagasta, muy cerca de la glorieta de Bilbao. No es que estas tiendas se distingan por su buen precio, todo lo contrario, son caras de la hostia en general, pero tiene en el centro un expositor de ofertas donde podéis pillar cacho. Aquí me compre yo el doble de Myra Melford, creo que me costó 10 euracos. Suelen sacar cosas del sello suizo HatHut, jazz muy vanguardista, pero muy interesante a veces, a buen precio. Hay que tener suerte y pillar el día. Tiene mucho de clásica. Al entrar en la tienda hay que cantar “El barbero de Sevilla”, si no, no os deja pasar. Conmigo tienen que flipar, porque yo entro y me voy como una flecha al expositor, ni siquiera miro hacia los lados.

“Toni Martín” es otro clásico, en Martín de los Heros, 18, cerca de Plaza de España. Tiene página web, en construcción desde 1914. Mucha variedad y música difícil de encontrar en otros sitios. El precio no es ningún chollo en general, pero si rebuscáis, a veces encontráis cosas interesantes. Confieso que voy poco tirando a nada, porque no me gusta el trato que tienen con la gente, y no permiten el acceso a loros, por lo cual Puto Bocazas se la tiene jurada. Lo siento, pero lo cortés no quita lo valiente. Quizá vosotros tengáis más suerte.

Las tiendas “Daily Price” son otra fuente. El precio es bueno, lo jodido es que no tienen los discos separados por géneros, así que tenéis que mirarlo de arriba abajo. Estas tiendas han abierto y cerrado mogollón, así que no sé dónde están ahora las que funcionan. Tienen página web. Aseguraros, que yo alguna vez he ido a una, y cuando llegué allí estaba cerrada. A veces salgo del portal y han abierto una enfrente. Pero cuando cruzo la calle, ya la han cerrado. Es la hostia.

La información que he puesto aquí va orientada sobre todo al precio, porque podéis sacar gangas, ya que, al no ser mandarines, no tenéis mucho dinero. Haber tiendas, hay muchas más. Bueno, espero que a alguien le sirva para algo. A mi sí. Os diré que yo recuerdo escasísimas ocasiones en que haya pagado más de 6 euros por un disco de jazz. Y tengo unos cuantos.

En fin, abrazos a todos.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Cuentos de los mandarines: la razón perpetua

Se encontraba el mandarín Ku Ñao en su radiante despacho, sobándose distraidamente sus ropajes de seda de la mejor calidad, cuando apareció humildemente en la puerta su discípulo, Par Di Yo.

- Saludos, Maestro, sabio entre los sabios. Perdonad la osadía de este indigno patán al molestaros en vuestra meditación.

Ku Ñao levantó su soberbia y noble cabeza, y contestó a su discípulo:

- ¿Qué tripa se te ha roto, Par Di Yo, grulla de cresta roja?
- Maestro, me preguntaba si podríais explicarme uno de los misterios de los mandarines que más me asombran.
- ¿Cuál es, Par Di Yo?
- Maestro, ¿cómo es posible que los mandarines tengan siempre razón?
- ¡Ah, Par Di Yo, has dado en el clavo! Este es el secreto mejor guardado del Oriente, y ha formado parte de la estirpe de los mandarines desde sus inicios. De hecho, es imposible ser mandarín si no se tiene siempre razón. Aunque sea un secreto, como estoy un poco trompa, te lo voy a explicar.
- Ardo en deseos de saber, Maestro.
- Lo primero que se necesita, Par Di Yo, es una soberbia tan ilimitada como el río Yang Tsé. Debes convencerte de que eres el más sabio entre los sabios, aunque no sepas hacer el ying con un canuto. Y debes convencerte, además, de que el resto de gentes que te rodean, todos los humanos del mundo, son más estúpidos que un perro Chow Chow.
- ¿Y cómo puede uno llegar a este convencimiento, Maestro?
- A través de la meditación, Par Di Yo, y escuchando sistemáticamente el sonido de su propia voz, un mandarín puede llegar a este convencimiento, aunque no es sencillo.
- ¿Qué más se necesita, Maestro?
- Ayuda infinitamente en esta senda de la sabiduría el no escuchar nada de lo que te dicen. Si escuchas, podrías pensar sobre lo que te están diciendo. Y, entonces, podrías llegar a la conclusión de que otro tiene razón. Y esto es imposible por definición, Par Di Yo.
- Ya veo, Maestro. ¿Qué otros factores son importantes?
- Un mandarín siempre debe tener claro su objetivo en cualquier discusión filosófica, esto es fundamental.
- Nuestro objetivo es el descubrimiento de la Verdad, ¿a que sí, Maestro?
- ¿Cómo la verdad, cabra mongólica? ¿Tú crees que en una discusión filosófica un mandarín busca la verdad?
- ¿No la busca?
- Ton-tai-Na, si buscara la verdad, podría darse el caso de que no tuviera razón, ¿no lo ves? Yo no busco la verdad, sólo busco tener razón. Deja la Verdad a los dioses, Par Di Yo. A mí dame la pasta.
- No entiendo bien, Maestro.
- Par Di Yo, escucha bien, asno salvaje. Cuando yo discuto con cualquiera, no pretendo llegar a una solución. Sólo quiero que se aplique mi solución. No busco integrar sus opiniones con las mías, ni aprender nada puesto que ya lo sé todo. Yo sólo quiero ganar la discusión, ¿entiendes?
- ¿Y qué utilidad tiene ganar la discusión si no se alcanza la mejor solución posible?
- Ganar la discusión confirma que tenía razón y mi solución era la mejor.
- Pero, si la solución no era la mejor posible, ¿no querría decir que no tenía razón?
- No, porque he ganado la discusión, así que tenía razón.
- Me estoy empezando a marear, Maestro. Imaginemos que iniciamos una discusión, vuestra mandarinez la gana, y se aplica vuestra solución. Si la solución aplicada es un desastre, ¿no demuestra eso, objetivamente, que no teníais razón?
- En absoluto, Par Di Yo. En ese caso es donde se saca el hocico de mandarín, y se dice que, aunque esta solución haya sido una mierda, cualquier otra hubiera sido peor. Como esto es imposible de comprobar porque no se ha adoptado cualquier otra, sino esta, pues sigo habiendo ganado la discusión. ¿Lo pillas, Par Di Yo?
- Creo que empiezo a pillarlo, Maestro. Adivino entonces que la coherencia no es demasiado relevante para un mandarín.
- Te equivocas, Par Di Yo. Es relevante, porque hay que intentar a toda costa no ser coherente. La coherencia podría estorbarme en mi objetivo de tener razón.
- ¿Por esto tenéis esa habilidad para dar argumentos incluso contradictorios a la hora de sostener vuestras ideas?
- Exacto, Par Di Yo. Ahí es cuando has llegado al summum de la mandarinez. Y también es importante la paciencia, que es la virtud del sabio. Imagínate que yo doy un argumento y mi interlocutor no lo acepta. Yo doy entonces argumentos de apoyo basados en la ética.
- Pero vuestro interlocutor puede refutarlos, Maestro.
- Entonces doy más, basados en la ley. Y si los refuta, doy más, basados en la costumbre. Y si eso tampoco funciona, recurro a la religión.
- ¿Y si también lo refuta?
- Entonces, vuelvo al argumento del principio.
- Pero si ya estaba refutado, Maestro.
- No importa, Par Di Yo. Recuerda que a mí no me importa que el argumento sea una gilipollez o no, yo quiero tener razón. Así que vuelvo a sacarlo, para que tenga que refutarlo de nuevo. Si lo hace, vuelvo a la ley. Y así eternamente. Esto se llama “el molino desesperante”. Sigues insistiendo hasta que tu interlocutor ya deja de discutir por pura desesperación. Así que ganas la discusión, lo que indica que tenías razón.
- Hay algo en lo profundo de todos estos razonamientos que me falla, Maestro.
- ¿Lo ves, Par Di Yo, camello de las cumbres? Si te preocupas de la coherencia y de la honestidad argumental, nunca serás un mandarín, a pesar de mis esfuerzos. Repite conmigo los sagrados principios, Par Di Yo: ¡soberbia inmensa, morro de cemento!
- ¡Soberbia inmensa, morro de cemento!
- ¡Otra vez, Par Di Yo!
- ¡Soberbia inmensa, morro de cemento!
- ¡Bien! Quiero que lo repitas 100 veces cada día. Y cada vez que discutas con alguien y aparezca en tu débil sesera la idea de que ese alguien es digno de respeto y podría tener algo interesante que aportar, coges esa idea y la envías para abajo, para abajo, hasta que camines sobre ella. ¿Entendido, Par Di Yo?
- Entendido, Maestro.
- Pues hala, traeme una Bi-Rri-Ta, que esto de tener razón siempre da sed. ¡Y date prisa, urogallo de las praderas!
- Oigo y obedezco, Maestro.

Y así fue como Par Di Yo aprendió el secreto para tener siempre razón. Y así lo recogen los pergaminos de los escribas:

Si la razón no te asiste,
con obstinación insiste.
Si te falla el argumento,
saca el morro de cemento.
Y lleva siempre delante
esa soberbia gigante.
¿Qué importará la Razón
ganando la discusión?

martes, 6 de mayo de 2008

Una leccioncita de historia

Buenas. Hoy he vuelto a pasar por la plaza del Teniente de Alcalde Pérez Pillado, que fue donde me encontré al dragón, y me he dicho, “pues seguro que mis amiguitos virtuales no saben quien era el Teniente de Alcalde Pérez Pillado”. Pues para eso me tenéis a mí, criaturas.

¿Cómo puede tener una plaza un tío con unos apellidos de pringao como Pérez Pillado, que te recuerdan al que se sentaba a tu lado en el pupitre en 4º de EGB? “¡Pérez Pillado, a la pizarra!” ¿Qué no? Hombre, si te llamas Pannonico de Koernigswarter, pues ya es otra cosa. Y además, con un título tan poco impresionante como Teniente de Alcalde, porque si uno es Teniente de Navío, pues queda más épico, pero así, “Teniente de Alcalde Pérez Pillado”, lo que te imaginas es un funcionario de lo más gris y lo más pringao.

Pues resulta que este hombre fue inventor. Sí, sí, como lo oís. Dos descubrimientos son achacables al Teniente de Alcalde Pérez Pillado. En primer lugar, en mil gromecientos veinte, inventó la corbata de lazo. ¿Cómo lo hizo? Pues veréis, Pérez Pillado, que todavía era Sargento de Alcalde por aquel entonces, iba a hacerse el nudo de la corbata, pero no tenía ni puta idea. Estuvo tres horas intentando hacérselo, pero siempre, en vez de quedarle la corbata vertical, como a todo el mundo, le quedaba horizontal. Hasta que ya, desesperado, Pérez Pillado dijo: “¡Pues a tomar por culo! ¡Me voy así!”. Y resultó que al verle la gente, en lugar de descojonarse, admiro su elegancia de la corbata horizontal, y así es como nació la corbata de lazo.

Este triunfo en sociedad le valió a Pérez Pillado su ascenso a Teniente de Alcalde, y ocupando este puesto fue donde lograría el mayor de sus inventos: las almorranas.

Vosotros os creéis que las almorranas, como los teléfonos móviles, han existido siempre, pero que va. Antes la gente no tenía almorranas, porque andaba bastante ya que había pocos coches, comía verduras naturales e iba al baño con regularidad. Sin embargo, el Teniente de Alcalde Pérez Pillado se tiraba diez horas sentado en su despacho, con el considerable recalentamiento de posaderas que esto conlleva, comía todos los días en el McDonalds porque le daba pereza ir a casa, y era bastante estreñido de natural. Es decir, era el paradigma de cierto tipo de funcionario. Todo esto llevó a que Pérez Pillado consiguiera desarrollar las almorranas en mil gromecientos cuarenta y tres, tras varios años de esfuerzo. Esto le valió la Medalla al Mérito en el Trabajo, y esta vez sus compañeros sí que se descojonaron de risa.

Tristemente, el Teniente de Alcalde Pérez Pillado murió cinco años más tarde, un día que se apretó demasiado la corbata horizontal y no pudo respirar en todo el día. ¡No me digáis que no se merecía una plaza!

Bueno, y tras esta gilipollez (sabed que a esta plaza se le pretende cambiar el nombre, por cierto, por temas de memoria histórica, que hay algunos que se creen lo que escribo), una recomendación para los que os guste el comic: “Lloyd Llewellyn” el detective menos convencional del mundo embarcado en los casos sin resolver más demenciales que se pueda imaginar, del fenomenal Daniel Clowes. Frikada impagablemente descacharrante. ¿Y veis el grupo de jazz en la ilustración?

domingo, 4 de mayo de 2008

¡Qué día (menos mal que es el último)!

Pues estaba esta mañana sobando tranquilamente, cuando ha sonado oportunamente el teléfono:

- ¡Riiiing! ¡Riiiing! ¡Riiiing!
- ¡Grrrr! ¿Qué horas de llamar son estas? ¿Si? ¿Dígame?
- ¡Troglo, soy yo!
- ¡Hombreee, mi querido loro, Puto Bocazas! ¡Qué placer oír tu melodiosa voz a las 8 de la mañana de un domingo, grrrr! ¡Ya era hora que aparecieras! ¿Qué te pasa?
- Bueno, hay un pequeño problemilla, je, je ¿cómo te lo explicaría? Echa un vistazo por la ventana, y yo creo que lo vas a entender.

¡Qué mala espina me estaba dando! Me asomé a la ventana. Resulta que el cielo estaba de un color entre negro y morado, horroroso, con unos truenos y rayos tremendos. Llovía azufre y bolas de fuego, y había cuatro jinetes de aspecto chungo cabalgando por los aires.

- ¡La madre que me parió! ¡Si es el Apocalipsis, y yo con la ropa tendida! ¡Puto Bocazas, las has hecho muy gordas en tu carrera delictiva, pero esto ya es la hostia! Porque seguro que tú tienes algo que ver, ¿a que sí?
- Ehhh, uhh…Bueno, verás, es que estaba haciendo una pócima para conquistar el mundo convirtiendo a todos los líderes mundiales en mejillones, y parece que se me fue la mano con el azufre, je, je, y provoque el Apocalipsis y eso. Gajes del oficio, pero todo tiene arreglo.
- ¡Grrr! Desde luego si lo sé, Puto Bocazas, no te echo el QuimiCefa por Reyes. El único arreglo posible es echar para atrás en el tiempo y deshacer lo hecho. ¡Ya estás tardando! Ven para acá, que se necesitan una persona y un loro para manejar la máquina del tiempo Garrafoneitor.
- Es que no es tan fácil. Resulta que, al empezar el Apocalipsis, los grandes pecadores nos vimos instantáneamente teletransportados a las calderas de Pedro Botero. Así que ahora estoy en una mazmorra en el infierno, con George Bush. Suerte que le he mangado el teléfono móvil y te he podido llamar.
- ¡Je, je, je! ¡George Bush! Te lo tienes merecido, Puto Bocazas.
- Pues te advierto que tú también estás en la lista de Pedro Botero, Troglo. Como yo soy más pecaminoso, he llegado antes, pero tú tienes que estar al caer. Por eso tenemos que actuar rápidamente. El plan es el siguiente: te bajas al infierno, distraes al diablo, me liberas y volvemos atrás en el tiempo y arreglamos el estropicio.
- ¡Qué bien, un plan tan bien diseñado y tan sencillo como todos los tuyos, Puto Bocazas!
- ¡Date prisa, Troglo, que no nos queda mucho tiempo, y se me está acabando la batería de George Bush!

Así que colgué y me puse en marcha. ¡Mira que provocar el Apocalipsis el día de la madre! Aunque bien pensado, no es tan mala idea. Vale, me puse el chándal del Carrefur, para no mancharme el traje con la lluvia de azufre, y salí por patas.

¡Uf, cómo estaba todo de cascotes, y de llanto y crujir de dientes! Empecé a pensar en cómo llegar al infierno, pero me cosqué de que el pavimento de la calle tenía unas grietas enormes, y se veía por dentro todo rojo, y llamas y eso. “No falla”, me dije, “el infierno tiene que estar ahí abajo”. Así que me metí por una grieta, y empecé a bajar, y qué calor hacía.

Bueno, al final llegué al fondo, y sí que parecía el infierno. Un sitio feísimo, se oían los gritos de los condenados y demás, y además tenía delante un tío todo rojo, con rabo, cuernos, patas de cabra y un tenedor grande. Sólo podía ser…

- ¡Hombre, Troglo Jones! Soy Pedro Botero. No te esperábamos hasta dentro de un rato.
- Hombre, es que cuando uno va a pasar tanto tiempo en un sitio, pues quiere verlo primero para asegurarse que está bien y todo eso, je, je.
- ¡Qué previsor, je, je, je! Pues mira, si quieres te enseño esto un poco.
- Esto está de bote en bote, Pedro.
- Sí, la verdad que llevo un par de siglos que estoy haciendo el agosto. A ver si seguimos así.
- ¡Anda, mira, si está ahí Botín!
- Sí. Le he condenado a una hipoteca eterna de 2.000 euros al mes, que tiene que pagar trabajando de camarero en un McDonalds, je, je, je.
- ¡Jo, jo! ¡Ahí, que se entere! Y por allí veo a Bill Gates.
- Sí, trabaja en un ordenador, y cada vez que le va a dar a guardar, le dice eso de “Microsoft Word ha detectado un problema y debe cerrarse”. Y no puede recuperar el documento ni nada, y tiene que empezar otra vez, je, je, je, je.
- ¡Ja, ja! Yo le incluiría que tuviera que reiniciar el ordenador.
- ¡No es mala idea! Me lo voy a apuntar…
- Oye, Pedro, y creo que también tienes aquí a mi loro, Puto Bocazas.
- Hombreeee, con las burradas que ha hecho ese loro, le hemos recibido con banda de música. Ahora le tengo encerrado en aquella mazmorra de allí hasta que le encuentre sitio definitivo, porque suelto por aquí me estaba volviendo loco.
- ¡A mí me lo vas a contar! Siempre pensé que era el Anticristo. Yo creo que a éste no le aguantas ni un par de siglos, Pedro. Al final te tienes que mudar o mandarlo al limbo, porque te vuelve tarumba.
- Sí, la verdad es que es como el hijo rebelde que nunca tuve. Lo tendré que atar en corto.
- ¡Hombre, esta es la parte del infierno dedicada a los músicos!
- Sí, señor. Aquí están Julio Iglesias y su hijo Enrique, condenados a oírse cantar mutuamente por toda la eternidad. Y por allá están Bisbal y Bustamante, que…
- ¡Un momento! ¡No veo a Lalo Schiffrin!
- ¿A quien? Pues no sé si está en la lista.
- ¿Qué no está? Pedro, tío, un menda que ha hecho un disco como “Black Widow” tiene que ir al infierno. No sé como lo hace, pero consigue que el “Baia” de Ary Barroso suene como la sintonía de “Los Ángeles de Charlie”.
- ¿Es posible? Pues no sé, será un error…
- ¿Cómo, un error? No, Pedro, tronco, voy a presentar una queja formal.
- ¿Una queja? Venga, Troglo, ¿no prefieres que te rebaje un par de milenios de condena? Total, como es eterna, je, je.
- ¡Eh, eh! ¿Pero que pasteleo es éste, Pedro? O hay justicia divina, o no la hay, a ver qué pasa. A ver, el libro de reclamaciones.
- ¿El libro de…? Pues tengo que ir a buscarlo, espérame aquí. ¡Grrr! ¡Lo nunca visto! ¡Mira que pedir el libro de reclamaciones en el infierno!

Bueno, ahora que se ha ido, me acerco a la mazmorra dónde está el loro.

- ¡Puto Bocazas! ¿Estás ahí?
- ¡Sí! ¡Date prisa!

La gente me mira con desconfianza porque siempre llevo los bolsillos llenos de cables de freno de bicicleta, horquillas y cosas así, pero para estos casos son muy útiles. Ajá, este candado no es lo suficientemente infernal para mí. ¡Abierto! Puto Bocazas sale en tromba.

- ¡Corre, vuelve a cerrar, no sea que se escape George Bush! Y ahora, echando leches, que cerca de aquí hay una puerta trasera del infierno.
- ¡Te veo como en casa! – atravesamos a toda leche una puerta disimulada, y volvemos a nuestra realidad - ¿Eh? ¡Puto Bocazas, si esto es el Congreso de los Diputados! Aunque no sé por qué me sorprendo de que el Congreso tenga acceso directo al infierno.

Salimos a la calle, cogemos un taxi (sacando primero al taxista de los pelos) y salimos zumbando para casa. Menos mal que conduzco yo, porque cuando conduce el loro es casi preferible el Apocalipsis. Por suerte, no hay mucho tráfico, y no me molesto en esquivar a la peña, porque total, les va a dar lo mismo, así que llegamos a casa en tiempo récord.

- ¡Rápido! – dice el loro - ¡Al Garrafoneitor!

Así que me pongo, me introduce las coordenadas espaciotemporales por las orejas, y lo activa. Y ¡flop!, aparezco en el pasado. ¿Qué sitio es este? Parece un club de jazz abandonado. Y ahí está el Puto Bocazas, mezclando potingues en una olla exprés. ¡Vaya, parece que me ha visto!

- ¡Troglo! ¿Tú que haces aquí?
- Pues, mira, pasaba por el barrio y…¡Puto Bocazas, cuidado! ¡Qué tienes una bomba atómica en el hombro!
- ¿Quéee?

Y cuando se gira, me quito el zapato y le arreo con él en plena cresta, dejándole groggy total. Luego, desinfecto el potingue con una botellita de agua oxigenada que siempre llevo encima para estos casos, y lo tiro por un desague. Listo. Ahora, me tomo el Pildorrafón, y de vuelta a mi línea temporal. ¡Flop! Puto Bocazas no parece muy contento.

- ¡Grrr! ¿No había otra manera de hacer las cosas, animal? ¡Mira que chichón me ha salido!
- Hombre, Puto Bocazas, era un emergencia, ¡je, je, je! Además, es lo menos que te mereces por provocar el Juicio Final, Armaggedon con patas. ¿Está todo bien? ¿Ya no llueve azufre?
- Parece.
- Vamos a poner la tele, por si acaso, a ver si nos enteramos de algo. ¡Joder, qué día! ¿Y qué le pasa a esta tele, tiene como una presencia demoniaca? Claro que como siempre. ¡Y qué raro está Matias Prats, todo rojo y tiene cuernos!
- ¡Qué Matias Prats, tontaina! – suelta Puto Bocazas - ¿No ves que es Pedro Botero?
- ¡Grrr! Sí, soy yo – dice Pedro Botero desde la tele – Bueno, par de capullos, esta vez me habéis hecho el truco del almendruco, pero ya os pillaré. Os mantengo el sitio calentito, je, je, mientras voy pensando refinados tormentos para vosotros.
- ¡Que te cunda, Pedro! – le digo – A partir de ahora seremos buenos, así que no volverás a vernos.
- ¡Jo, jo! ¡Mira que lo dudo! – dice el tío aguafiestas.
- ¡Troglo, cambia de canal, hombre, que va a empezar el fútbol! – me dice el loro que, con todo este follón, y con un par, se ha abierto una bolsa de patatas para ver al demonio por la tele.
- ¡Puto Bocazas! ¿No te he dicho que no comas tantas patatas fritas, que te vas a poner como una bola? Lo que voy a hacer es apagarla, que no echan más que mierdas – y la apago, dejando al demonio con un palmo de narices – Venga, vamos a relajarnos tocando algo. Hoy me toca la flauta, para que veas.
- Secundo la moción, Troglo. Hoy voy a tocar la batería, para variar.
- Buena combinación.
- ¿Por qué empezamos?
- Bueno, Puto Bocazas, ¿qué te parece “Beetween the devil and the deep blue sea”?
- ¡Jo, jo! ¡Al lío!

sábado, 3 de mayo de 2008

Delirio 66: Mode for Joe

Pues iba yo por la calle, había bajado a por whisky, que se nos estaba terminando. Yo lo compro a granel, me llevo la garrafa de 10 litros y me la llenan con un embudo, a la antigua usanza. No como vosotros, que sois unos señoritos y lo compráis embotellado y tal, ¡qué finos! En fin, que en estas estaba cuando me he encontrado con Joe Henderson. Para los que piensen que esto no tiene nada de particular, me permito recordarles que Joe tiene el pequeño inconveniente de salud que supone el estar muerto, por lo cual no es tan fácil encontrárselo por la calle. Bueno, sigo, así que me ha visto y me ha dicho:

- ¡Hombreee, Troglo! ¿Cómo va eso?
- ¿Qué pasa, Joe, tronco? Me alegro verte. Oye, ¿tú no te habías muerto?
- Sí, lo que pasa que ha bajao porque tenía que hacer unos recados. Parece que está el mundo cambiado, a peor, claro. Oye, ahora todo el mundo habla de eso de “globalización”, ¿tú sabes qué es eso? Cuando yo palmé, yo creo que ese término casi no se usaba.
- Bueno, Joe, es fácil de explicar. Cuando tú palmaste, ¿existía el término “capitalismo salvaje”?
- Claro.
- Pues eso, lo que pasa que pasado por la peluquería para que parezca otra cosa.
- Anda, ¿el viejo truco de llamar “Monopoly” al “Palé” de toda la vida?
- Parecido, pero con más morro.
- ¿O cuando yo cojo un tema standard y hago otra versión?
- Eso es un poco distinto, porque cuando tú versionas al final te sale otra cosa completamente distinta. Más bien es coger el tema, hacerle un arreglito, meterle más instrumentos a la banda, y repetirlo nota por nota, pero dándole otro título.
- Ya lo pillo – dice Joe – Yo creo que es por eso que a Dios no le gusta como van las cosas aquí.
- Ya que sacas el tema, Joe, ¿cómo es Dios?
- ¡Pues fíjate que Dios es un calamar gigante, de unos 100 metros!
- ¿Qué me dices? No volveré a comer chipirones, por si acaso.
- ¡Qué no, je, je! ¡Qué te estoy vacilando, Troglo! Oye, ¿y qué te parecería si te dijera que Dios es una mujer?
- ¡Jo, jo, sería buenísimo! A mí me encantaría. Al Papa igual le daba un patatús, je, je.
- ¡Je, je, je! Pues te voy a dejar con la duda, Troglo. Espérate a morirte y te enterarás de todo.
- Oye, Joe, pues dile a Dios que si no le gusta como van las cosas aquí, la culpa es suya, no tendría más que manifestarse y así se arreglaba todo.
- ¿Tú crees?
- Mira, tío, imagínate que mañana se descubre una prueba inequívoca de que Dios existe. Una prueba impepinable. ¿No crees tú que, instantáneamente, el mundo cambiaría?
- ¡Está claro! Si tú sabes con certeza absoluta que existe Dios, te cuidarías mucho de hacer burradas.
- Ahí estamos, Joe. La gente, a no ser que fuera totalmente demente, no engañaría, ni mataría o torturaría, ni amparándose en el “cumplimiento de órdenes”, porque, sabiendo que Dios existe, sabes que antes o después te va a crujir.
- ¡Muy cierto, Troglo! Bueno, tío, me alegro de haberte visto, me tengo que marchar. Dale recuerdos a tu loro, Puto Bocazas.
- Se los daré de tu parte, pero hace tiempo que no le veo, y eso me preocupa. Debe estar maquinando una gordísima. Oye, ¿tú no serás omnisciente o algo así, y me podrás decir qué hace ahora mismo?
- Pues no, a mí si me sacas del saxofón…
- Bueno, ya veremos. ¡Hala, Joe, a seguir bien! ¡Salúdame a Kenny Dorham!
- ¡Adiós, Troglo, hasta otra!

La verdad es que siempre que me encuentro con Joe Henderson me pasa lo mismo. ¡Qué conversación más rara tiene el tío! ¿No podrá hablar de fútbol, como todo el mundo?

PD: El cuadro es de Bruni Sablan. Podéis visitarla en http://www.brunijazzart.com/