lunes, 29 de agosto de 2011

Poema horrible de Don Meopongo


Caminando por el puente
un vejete me decía:
esta juventud de hoy día
ni es juventud ni es valiente.
Les gobiernan los ladrones
y en vez de la rebelión,
organizan botellones
de Dyc y fanta limón.
En mis tiempos, muchachote,
peleamos como leones,
corriendo ante los garrotes
de grises y de marrones.

Pero entonces, cierta vez,
la juventud se movió.
Y el viejo, cachis en diez,
he aquí lo que me soltó:
¡Juventud de analfabetos!
En lugar de trabajar,
no muestran ningún respeto
y salen a berrear.
¿Perroflautas y anarquía?
¡Qué vengan los militares!

Por eso fue, señoría,
que lo tire al Manzanares.

martes, 23 de agosto de 2011

Músicas del mundo


- Puto Bocazas – le dije a mi loro, el deslenguado Puto Bocazas - ¿qué es ese aparatejo que tienes ahí?
- Troglo, como tenía 10 minutos antes de la siesta de las 12 de la mañana, he inventado una burrada de las mías: el DMM.
- ¿Ein?
- Son las siglas de Digeridor de Mierdas Musicales, pero DMM queda como más comercial. En esencia lo que hace el cacharro es que cuando le metes cualquier disco, por mierdoso que sea, le hace automáticamente un arreglo que lo hace agradable al oído humano y loruno.
- ¿Podría uno escuchar a Julio Iglesias, entonces?
- Hasta a Enrique Iglesias, Troglo, je, je. ¿Te das cuenta? Ya no tendrás que ser un marginado social, un raro que sólo tiene discos de jazz o de clásica. Podrás tener discos de Bisbal, que sonará como latin jazz, o de Shakira, que sonará como Shakira Vaughan, je, je.
- Eso es demasiado bueno para ser verdad, Puto Bocazas. Con Shakira no puede ni Duke Ellington. Vamos a probarlo, que lo creeré cuando lo oiga.
- Vamos con la prueba de fuego, Troglo. Voy a ponerle este disco de Paulina Rubio. Pásame las pinzas, que no lo quiero tocar, a ver si va a ser contagioso. Bueno, ya está. Vamos a darle a ver que sale.
- ¡Puto Bocazas, si suena como el Fary cantando una jota!
- ¡Grrr! ¿Qué le pasa a este cacharro? ¡Le ha metido un arreglo de flamenco-fusión! Lo controlaré manualmente. A ver, voy a meterle violines a punta pala...
- ¡Para ya, parece la abeja Maya cantando con una orquesta zingara! A eso le falta barroco, Puto Bocazas, métele barroco.
- ¡Y dale con el barroco! ¡Para ti a todo le falta barroco, Troglo, venga a echarle barroco a todo! ¡Si te parece le pongo un clavicordio! Voy a meterle un arreglo jevimetalero, a ver si así....
- ¡Virgen Santa, Puto Bocazas!
- ¡Joder, si suena como si Ozzy Osbourne se hubiera puesto de parto! ¡Pásame el Arreglador Supremo, corre!
- ¿Te refieres a este mazo enorme?
- ¡Trae acá! ¡Muere, monstruo!

¡CATACROOC!

- ¡Uf, qué descanso!
- En fin, Troglo, el fracaso es la madre de la ciencia. La moraleja es que hemos aprendido que hay cosas que no tienen arreglo posible. Así que tendremos que seguir siendo unos marginales, je, je. Y, por cierto, en este post todavía no nos hemos tomado ningún cubata, así que dale al invento.
- Amén, Puto Bocazas.


domingo, 14 de agosto de 2011

Cuentos de los mandarines: los taimados rumores

En cierta ocasión en que el insigne mandarín Ku-Ñao se rascaba el interior de las orejas con sus largas uñas, le visitó en su despacho su inefable discípulo, Par Di Yo:

- Maestro – dijo Par Di Yo – disculpad mi osadía al interrumpir vuestras vitales actividades, pero os traigo las noticias mercantiles que me pedisteis.
- Trae acá, Par Di Yo, mosca aletargada, date prisa. ¿No ves cómo está de volátil la Bol-sa, merluzo oriental? Se ganan y se pierden mandarinatos en cuestión de horas, así que necesito información al segundo. ¡Um, ya veo! Ching más Xuan son cuatro, y me llevo Chou. Me cuadra, me cuadra. Veamos ahora las Bu-Rra-Das que dicen los informes de las agencias de calificación. ¡Je, je, perfecto, me veo comprándome otro yate!
- Maestro, me pregunto cuan sabias deben ser las agencias de calificación al ser capaces de separar el ying y el yang de los negocios.
- ¿Sabias dices, Par Di Yo? Así es, siempre que entendamos por sabiduría la capacidad de engañar a gorilas incautos como tú.
- ¿Cómo decís, Maestro? ¿No se basan los informes de esas agencias en millones de datos escrutados y analizados por algunos de los mejores cerebros de la tierra?
- Par Di Yo, eres más ingenuo que la abeja Ma-Ya. ¿Datos, bestezuela de río? El producto de las agencias de calificación no es otro que el rumor.
- ¿El rumor, Maestro?
- Exacto, ciervo con tres patas. Realmente, las agencias de calificación son una especie de reunión de Ma-Ru-Jas locas con nombres pomposos. Lo que hacen es propalar rumores que tienen el efecto de producir efectos beneficiosos para algunos avispados, como yo.
- ¡Vaya, Maestro! Pero aquellos contra los que va dirigido el rumor se defenderán.
- Par Di Yo, contra un rumor no hay defensa. Si no te defiendes, malo, y si te defiendes, peor. En ambos casos la gente asumirá que el rumor es cierto, por activa o por pasiva.
- ¡Cierto, Maestro, gran astucia! Pero, ¿cuál es el interés de las agencias en soltar esos rumores?
- ¡Jo, jo, jo! El interés es obvio, Par Di Yo, gamba obtusa: la Pas-Tá.
- No lo Pi-Yo, Maestro.
- Escucha bien, cenutrio con coleta. ¿Quién gana dinero especulando con bonos de compañías o con la deuda de países?
- Los mandarines financieros, Maestro.
- Exacto. Ahora dime el nombre de un mandarín financiero de los gordos.
- El Gu-Rú de O-Ma-Ha.
- ¡Bravo, Par Di Yo! El ejemplo viene al pelo de mis bigotes. Porque el Gu-Rú, que es uno de los grandes mandarines especuladores es, a su vez, accionista mayoritario de una de las más gordas de esas agencias. ¿Lo vas pillando, Par Di Yo? Y es sólo un ejemplo.
- ¡Glubs! Ya lo creo, Maestro. Huele a Cha-Mus-Qui-Na de la buena. Eso puede significar que gente como el Gu-Rú pueden influir en lo que la agencia va a decir. O que conoce por anticipado qué dirá, con lo cuál puede forrarse aún más.
- Así es, Par Di Yo. Eso sí, interesa que se crea que estas decisiones se basan en su gran sabiduría, en lugar de ser rumores intencionados.
- Pero, Maestro, algo me intriga con respecto a esa sabiduría. Si esas agencias ya metieron la Pa- Ta, o algo peor, cuando calificaron como Incienso Celestial lo que era Mierda De Dragón, ¿por qué no asumen ninguna responsabilidad ni pierden su crédito?
- ¿Asume responsabilidades la portera de tu casa cuando uno de sus rumores es falso, Par Di Yo, tarugo de bambú? Cuando esto ocurrió, se limitaron a decir que sus sesudos análisis eran tan sólo opiniones, por lo cual no se les podía pedir responsabilidad. Y aquí Zen, y después, gloria.
- ¿Opiniones, Maestro? ¿Cómo podría ser la opinión de cualquiera? ¿Daba lo mismo que lo hubiera dicho el loro? Entonces, ¿por qué les pagan si su opinión no es más fiable que la de nadie?
- De hecho, Par Di Yo, la opinión de un loro suele ser más fiable. Y no seas Ko-Ña-Zo, que ya te he dicho por qué les pagan: son un instrumento de rumorología al servicio de unos pocos listos, como yo, je, je. Ahora, desfila y traeme unos litros de licor de arroz fresquito, que el calor derrite mis mandarínicas meninges.
- Oigo y obedezco, Maestro.

Y así fue como Par Di Yo aprendió la realidad de la cosa. Y los escribas lo recogieron en los versos de rigor, ya se sabe:

Un rumor bien colocado
puede hacer un país crujir
y un pastizal conducir
a manos de espabilados.
Pues como dijo el anciano
y gran sabio Fu- Manchú:
si sale cara, yo gano,
si sale cruz, pierdes tú.