Es posible que fuera debido a la radiación, o a las burbujas de metano, o a los transgénicos. Incluso a la televisión. Nadie lo supo con seguridad. Pero la realidad es que, por algún motivo o conjunto de motivos, los pelos de los sobacos de las personas se convirtieron en una forma de vida inteligente e independiente en el mes de septiembre de 2010. El 30 de septiembre, concretamente, tomaron conciencia de sí mismos. A los tres días iniciaron su ataque sobre los humanos.
Entonces tampoco lo sabíamos, pero parece que, además, los pelos de los sobacos pueden comunicarse con otros sobacos de forma telepática, con lo cual pudieron lanzar un ataque coordinado. Por supuesto, no podemos pensar que los pelos de los sobacos son estúpidos, aunque nunca se ha medido su nivel de inteligencia. No pueden, por ejemplo, matar a las personas en cuyos sobacos viven, porque eso supondría su propia muerte. Así que su objetivo fue, simplemente, tomar el control.
Influidos por las películas que habían visto (o más bien oído) cuando no eran más que parte insignificante de los humanos, todos los pelos de los sobacos a la vez iniciaron las hostilidades con una frase muy cinematográfica: ¡arriba las manos! Para su sorpresa, esto no surtió efecto alguno, ya que los humanos no entendían (aún) el lenguaje particular de los pelos de sobaco. Entonces, tomaron otras medidas: todos los pelos de los sobacos de todo el mundo se pusieron a la vez tiesos, de punta, y duros como agujas, con lo cual todo el mundo levantó inmediatamente los brazos para evitar los terribles pinchazos.
La batalla fue dura. Pasado el primer estupor, los humanos, con los brazos doloridos de llevarlos levantados, intentaron el contrataque, afeitándose los pelos del sobaco. Es difícil, de cualquier modo, afeitarse los pelos del sobaco con los brazos en alto, pero la necesidad mandaba. La gente intentaba frotarse contra papel de lija, por ejemplo. Pero no había manera. En cuanto eran conscientes del peligro, los pelos del sobaco se ocultaban cual caracoles, metiéndose hacia dentro, y desaparecían. Para luego volver a reaparecer en su forma punzante. En otras ocasiones, se retorcían sobre si mismos y se agitaban, produciendo al desdichado humano unas terribles cosquillas que no podía soportar.
El primero de octubre, la humanidad se rindió. Los pelos de sobaco, que habían vivido durante milenios oprimidos, asfixiados, ocultos y marginados, salieron a la luz. Los humanos tuvieron que ponerse un arnés que les permitiera ir con los brazos levantados todo el rato, para que los pelos de sobaco tuviesen visibilidad y pudiesen dirigir el cotarro. Y eso fue lo que pasó, más o menos.