Érase una vez un jubilado llamado Octogenaro Parménides. Era éste Octogenaro hombre de costumbres regulares, así que un día encendió la televisión y se enteró de que el Gobierno tenía la intención de bajarle la pensión. Ante la noticia, Octogenaro resumió en una exclamación la filosofía que había guiado su vida:
- ¡Me cago en mi calavera!
Sí, la indignación se apoderó del señor Parménides. ¡Esto no podía quedar así! ¡Tenía que rebelarse! Pero, ¿qué hacer? Pensaba y pensaba furiosamente, pero no se le ocurría nada, hasta que, de pronto, tuvo una idea: consultaría con el loro.
Sucedía que Octogenaro tenía en su casa un viejísimo loro. Más valdría decir que el loro vivía en casa de Octogenaro, ya que el hecho de que Octogenaro fuera el dueño del loro era muy discutible. Algunos dicen que ese loro tenía gromecientos años, y que su nombre era Puto Bocazas, pero ya sabéis lo poco de fiar que es la tradición oral. En fin, resulta que este loro era de una gran inteligencia y astucia, y tenía respuesta para todo. Más que un loro, diríamos que era un loráculo, si se nos perdona el espantoso chiste. Lo malo es que sólo se le ocurrían maldades.
Así que, ni corto ni perezoso, Octogenaro pidió audiencia al loro, y le consultó que podría hacer para vengarse del Gobierno por tamaña afrenta. El loro pensó durante unos segundos, pidió a Octogenaro que se acercara, y le susurró al oído:
- Bssss, bsss, bsss,...
Y Octogenaro dijo:
- ¡Eureka! ¡Qué idea!
Y a continuación dijo:
- ¡Aayy! ¡Me cago en mi calavera!
Y es que el loro había aprovechado la proximidad para arrearle un picotazo en la oreja. Así son los loros. Antes de que Octogenaro pudiera asesinarle, el loro se refugió en la lampara y empezó a carcajearse de él (¡Je, je, je!, decía aquel malvado bicho).
Pero al señor Parménides se le pasó rápidamente el cabreo, porque la idea del loro era demasiado buena. Así que, de inmediato, puso manos a la obra.
.........
Cuando, cierto día, Octogenaro Parménides se acercó a la oficina de la Seguridad Social a cobrar su pensión (no se fiaba de los bancos, y hacía bien), el funcionario que atendía aquella oficina se fijó con un poco más de detalle (se aburría) en su carnet de identidad. Y le llamó la atención el curioso hecho de que Octogenaro tuviera, según aquel documento, 185 años. Ante aquella insólita longevidad, el funcionario dijo:
- Perdone, pero este documento tiene un error. Según él, tiene usted 185 años.
- El documento es correcto, chupatintas – dijo el señor Parménides – Tengo 185 años, y los que me quedan.
- Pero eso no es posible – dijo el funcionario, que era hombre de poca imaginación.
- Claro que lo es – respondió con suficiencia Octogenaro – Resulta que, cuando los sinvergüenzas del Gobierno decidieron bajarme la pensión, concebí un plan maquiavélico: si ellos me pagaban menos, yo cobraría durante más tiempo. Es lo justo. Así que decidí no morirme.
- ¿Cómo dice?
- Lo que oye, escribiente. Ya pueden bajarme la pensión que, como voy a cobrar durante un taco de años, a la larga siempre recuperaré lo que me han robado.
- ¡Pero eso no es serio, señor Parménides! ¡Tiene usted que morirse, como todo el mundo!
- ¡He dicho que no me da la gana morirme! ¡Pienso estar cobrando la pensión hasta el día del Juicio Final! Así que calle y apoquine, burócrata.
Así que el funcionario apoquinó, pero aquello le dejó preocupado. De momento, el problema no era grave pero, ¿y si lo que había hecho Octogenaro llegaba a oídos de otros y se extendía? ¿Y si la gente empezaba a tomar en masa la decisión de no morirse? Más que pensar en el abismo filosófico que abría la posibilidad de la inmortalidad, el funcionario pensaba que la inmortalidad sería la ruina de la Seguridad Social. Así que se decidió a poner el asunto en manos de su superior.
Cuando, siguiendo el conducto reglamentario, el asunto llegó catorce años después al despacho del ministro del ramo, éste dijo:
- ¡Me cago en mi calavera!
Porque el comportamiento anarquista de Octogenaro era realmente subversivo. Así que el ministro tomó la decisión que cualquier gobierno democrático hubiera tomado: asesinar al señor Parménides. Le lanzaron desde un octavo piso una caja de caudales sobre la cabeza pero, para su sorpresa, Octogenaro siguió tan fresco. Y es que, cuando tienes una voluntad inquebrantable, todo es posible. Había decidido no morirse y no se moría, ¡ea!
Pero Octogenaro no contaba con las taimadas artes de los gobernantes. Resulta que el Consejo de Ministros (dicen que asesorado por un loro) tomo la decisión de retrasar la edad de jubilación para que coincidiera con la de fallecimiento. Lo vendieron muy bien, era un chollo, ahora tenías la posibilidad de jubilarte a los 40 años, si tenías la suerte de morirte. Con este sagaz plan, la Seguridad Social estaba salvada, ya que no se pagaría una sola pensión. Ante la perspectiva de tener que volver a currar por toda la eternidad, Octogenaro decidió morirse rápidamente.
Y, colorín colorado, así quedo salvada la estabilidad democrática, el orden y las buenas costumbres. Ya nadie decidía no morirse. Eso sí, ante la perspectiva de trabajar hasta la muerte, la gente (dicen que inspirada por un loro) empezó a tomar la decisión de no nacer. Y eso sí que era un problema. Pero algo se les ocurrirá.
9 comentarios:
je je je Troglete, eres un subversivo y con razón. Octogenario era un tío muy listo, o mejor dicho su loro, y nosotros tendremos que hacer algo, no sé el qué pero algo. Urgente. Esto empieza a ser una tomadura de pelo de las grandes.
Oye, ese loro farrullero también cobra pensión? Dile de mi parte que vaya un día al Congreso a picotear en las orejas y narices de los politicuchos estos que nos están tomando por idiotas. Propongo a tu loro como Presidente. Puto Bocazas For President!!!!!!!
besos y abrazos a miles!!!!!
Esther, así soy yo, je, je. No me le cambies de nombre, que no se llama Octogenario, sino Octogenaro, sin la i. Aunque también podría llamarse Octogeranio, floral a la par que venerable, je, je.
O nos quitamos la anestesia o vamos a flipar, eso está claro. ¿El loro de presidente? ¡Dios nos asista, je, je! Seguro que nos esclaviza a todos. Pero bueno, ahora que lo pienso, como ahora. Al menos él daría güisqui de garrafa gratuito.
Besotes.
Oye, prefiero mil veces a Puto bocazas con sus disparates que a cualquiera de estos políticos (o jueces) que dan bastante miedo, su incultura, su falta de previsión, sus absurdeces continuas, sus malas artes.... me quedo con PB sin duda.
Sí, Esther, tienes razón. Al menos el loro es genuino, je,je. Estos, encima, van de buenos. Si lo pienso, cada día es más deprimente. El kalashnikov me llama.
hombre, si me bajan unos eurillos la jubilación me cgare en ellos (sus ancestros y descendientes) pero con comer una rodaja menos de mortadela solucionado. lo que no les voy a permitir es que me retrasen la jubilacion. ando como loco apilandomaterialqeu escuchar cuando me jubile. no tengo intencion de morirme hasta tener todo oido y bien escuchado, pero desde luego no pienso llegar a la edad de matusalen, que quiero pasar a otras cosas (abono para mis plantas mismamente) asi que empecemos cuanto antes.
Eres todo un tbo's victim, tus historias cada día se acercan al ideal de las viejas historietas de nuestra infancia: desde La familia Cebolleta pasando por Reporter Tribulete y llegando a la 13 Rue del Percebe.
Yo me solidarizo con el funcionario que encima de que el puto gobierno le sopla una tajada de su sueldo tiene que aguantar a personajes subversivos como Octogenaro. Mi propuesta para profes, bomberos, policias, médicos, enfermeras y demás personal a sueldo de los poderes es que reduzcan su trabajo en proporción de lo que les quiten. Un 5% menos de sueldo, un 5% menos de trabajo, aunque me temo que así mucha gente optará por no volver a fichar.
Saludos:
Jesús, te creíamos ya jubilado, viviendo en plena naturaleza, je, je. Si tienes que oír todo lo que tienes acumulado vas a necesitar muchos años, así que toma ejemplo de Octogenaro. Yo también estoy decidido a jubilarme ya. Aunque no me pagaran, merecería la pena, je, je.
Doc, te equivocas, no es que yo sea eso de tbo victim, es que la realidad es cebollética. Mucha gente, como el subversivo Octogenaro, identifica funcionarios y gobierno, aunque no sean la misma cosa. No des ideas, porque el gobierno te puede tomar la palabra y ofrecerte un 100% menos de sueldo por un 100% menos de trabajo.
Abrazos.
Yo hubiese buscado la forma de que todos los meses fuese Enero para cobrar la extra je je je. Saludos.
Ralph, no es mala solución, je, je. Pero en ese caso el gobierno es capaz de eliminar enero del calendario, je, je.
Salud.
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