Caminaba por los jardines de su mandarinato el mandarín Ku Ñao, solazando su espíritu con el canto de las oropéndolas, cuando apareció entre los arbustos su leal discípulo, el siempre reverente Par Di Yo:
- Saludos, Maestro, y que los dioses derramen sus bendiciones sobre vuestra mandarinez. Suerte que os encuentro, pues ya suponía que estabais vague…, digo, reflexionando profundamente sobre graves cuestiones. Me temo, Maestro, que tenemos un problema laboral.
- Par Di Yo, un día la impertinencia de tu atolondrada lengua te va a costar cara, ¡grrr! ¿Qué problema es ese, oriental Ce-Po-Rro?
- Maestro, parece que tenemos un problema de equidad interna. Algunos de los trabajadores del mandarinato tienen unas condiciones mejores que las de otros que realizan un trabajo similar, y estos últimos se quejan y apelan a vuestra infinita justicia.
- ¡Ah, la equidad y la justicia! ¡Los valores que equilibran la balanza de la vida! Tranquiliza a los Ku-Rri-Tos, Par Di Yo, que se hará justicia.
- ¡Sorprendido me hallo, Maestro! ¿Mejoraréis entonces las condiciones a los menos favorecidos?
- ¡Por supuesto que no, rufián comunista! Lo que haré será empeorar las condiciones de los más favorecidos, y todos contentos. Sobre todo yo, je, je, je.
- Maestro, mil perdones, pero esa justicia no acabo de verla muy clara.
- Par Di Yo, cenutrio de todas las Asias, ¿lo que demandan no es equidad e igualdad? Pues eso es lo que les doy, ya que hay dos formas de conseguir la igualdad: subiendo al de abajo o bajando al de arriba. ¿No es ésta una forma de acabar con las envidias? Ya no tienen que preocuparse de la inequidad, pues ahora el otro está igual de Jo-Di-Do que tú.
- Confieso, Maestro, que no había pensado en vuestro concepto de igualdad por debajo.
- Te falta imaginación maquiavélica, Par Di Yo. Si esto te sorprende, es que no te has leído la última reforma laboral del Emperador.
- ¡Prodigio de sabiduría, Maestro! El Emperador consigue convertir las paradojas en dogmas, lo absurdo en axioma. ¡Abaratar el despido fomenta la contratación! Entiendo pues, Maestro, que abaratar el divorcio debe fomentar el amor.
- Sin duda, Par Di Yo, al igual que abaratar las defunciones fomenta los nacimientos, porque la gente no tiene hijos pensando en lo caro que sale morirse. Así que ve a darles la buena nueva a los trabajadores, dragón escamoso, y recuérdales que ahora les puedo despedir objetivamente.
- ¿Y antes no, Maestro?
- No, Par Di Yo, antes sólo les podía despedir porque sí. Además ahora, como me sale tan barato, contrataré a mucha gente sólo para darme el gustazo de despedirles. ¡Vamos, vamos, circula, boniato de las nubes, que es mi hora de la siesta!
- Oigo y obedezco, Maestro.
Y así fue como Par Di Yo aprendió que las cosas siempre se pueden ver desde dos perspectivas, y que los mandarines siempre las ven desde la que les conviene. Y así recogieron los escribas esta sabiduría para que perdurara a través de los siglos:
No veo de justicia, amigo,
que tú estés bien y yo mal.
Más para arreglar mal tal
no me hacen indefinido,
te hacen a ti temporal.
- Saludos, Maestro, y que los dioses derramen sus bendiciones sobre vuestra mandarinez. Suerte que os encuentro, pues ya suponía que estabais vague…, digo, reflexionando profundamente sobre graves cuestiones. Me temo, Maestro, que tenemos un problema laboral.
- Par Di Yo, un día la impertinencia de tu atolondrada lengua te va a costar cara, ¡grrr! ¿Qué problema es ese, oriental Ce-Po-Rro?
- Maestro, parece que tenemos un problema de equidad interna. Algunos de los trabajadores del mandarinato tienen unas condiciones mejores que las de otros que realizan un trabajo similar, y estos últimos se quejan y apelan a vuestra infinita justicia.
- ¡Ah, la equidad y la justicia! ¡Los valores que equilibran la balanza de la vida! Tranquiliza a los Ku-Rri-Tos, Par Di Yo, que se hará justicia.
- ¡Sorprendido me hallo, Maestro! ¿Mejoraréis entonces las condiciones a los menos favorecidos?
- ¡Por supuesto que no, rufián comunista! Lo que haré será empeorar las condiciones de los más favorecidos, y todos contentos. Sobre todo yo, je, je, je.
- Maestro, mil perdones, pero esa justicia no acabo de verla muy clara.
- Par Di Yo, cenutrio de todas las Asias, ¿lo que demandan no es equidad e igualdad? Pues eso es lo que les doy, ya que hay dos formas de conseguir la igualdad: subiendo al de abajo o bajando al de arriba. ¿No es ésta una forma de acabar con las envidias? Ya no tienen que preocuparse de la inequidad, pues ahora el otro está igual de Jo-Di-Do que tú.
- Confieso, Maestro, que no había pensado en vuestro concepto de igualdad por debajo.
- Te falta imaginación maquiavélica, Par Di Yo. Si esto te sorprende, es que no te has leído la última reforma laboral del Emperador.
- ¡Prodigio de sabiduría, Maestro! El Emperador consigue convertir las paradojas en dogmas, lo absurdo en axioma. ¡Abaratar el despido fomenta la contratación! Entiendo pues, Maestro, que abaratar el divorcio debe fomentar el amor.
- Sin duda, Par Di Yo, al igual que abaratar las defunciones fomenta los nacimientos, porque la gente no tiene hijos pensando en lo caro que sale morirse. Así que ve a darles la buena nueva a los trabajadores, dragón escamoso, y recuérdales que ahora les puedo despedir objetivamente.
- ¿Y antes no, Maestro?
- No, Par Di Yo, antes sólo les podía despedir porque sí. Además ahora, como me sale tan barato, contrataré a mucha gente sólo para darme el gustazo de despedirles. ¡Vamos, vamos, circula, boniato de las nubes, que es mi hora de la siesta!
- Oigo y obedezco, Maestro.
Y así fue como Par Di Yo aprendió que las cosas siempre se pueden ver desde dos perspectivas, y que los mandarines siempre las ven desde la que les conviene. Y así recogieron los escribas esta sabiduría para que perdurara a través de los siglos:
No veo de justicia, amigo,
que tú estés bien y yo mal.
Más para arreglar mal tal
no me hacen indefinido,
te hacen a ti temporal.
16 comentarios:
nunca jamas (y mas alla!!!!) dejara de sorprenderme la sabiduría del maestro.
Tuve ayer una ardua polémica en un blog sobre los trabajadores privilegiados, es decir los funcionarios, y decía yo:
"En vez de igualar por arriba quieren igualar por abajo. Si todos estamos en la mierda ¿cómo permitir que alguien pueda tener algún derecho que debería ser extensivo al resto de la población?"
Pero claro, después de la elocución tan absolutamente certera e inequívoca del mandarín, me quito el sombrero de punta triangular, me suelto la trenza y en un mal francés con acento chino le digo: chapeau.
Me quedo con la perla final.
Saludos, amiguetes:
Jesús, ya podría aplicar sabiduría a cosas buenas, je, je. Pero los mandarines son así, está en su naturaleza, como los loros.
Gracias, Doc. Yo esa polémica la he tenido varias veces, y alucino con ella. Que gentes con oscuros intereses defiendan determinadas tesis, pase, pero que una persona normal, un currito, pretenda que igualar por abajo es lo justo, me alucina. "Los privilegios injustos de nosequién...". Tontainas, lucha por mejorar tú, no porque se los quiten a él. Y es que es increible el daño que hace la televisión.
Abrazos múltiples.
Hola Troglo Jones, ha sido muy ocurrente y apropiado para la situación actual por la que pasamos y sería un honor poder compartir con mis amistades esta acertada filosofía sobre la igualdad, y por supuesto recomendar tu blog a mis amigos ya que ese punto de vista tan irónico hay que divulgarlo al máximo.
Un saludo y gracias por iluminarme.
Hola, Juan. Encantado de recibirte por aquí, y a todas tus amistades, por supuesto, je, je. Me alegro que te guste. Ante la alevosía, nos queda la ironía.
Un placer iluminati.
Genial Troglo. En media página los fundamentos de este Ku Ñao me sacaron de la confusión en que me dejaron los sesudos análisis en la tele sobre la reforma laboral por allá. Por las noticias pareciera que pasó por Brucelas creando conciencia mandarínica.
Un abrazo.
Qué bueno, como siempre tan agudo. Lo que más me gusta son los ‘insultos’ a Par Di Yo, son originales y además no insultan que es lo más gracioso aunque sí lo parece.
Debo decir, je je je, para meterme un poco contigo, que también hay muchos, muchísimos trabajadores envidiosos y prefieren que se baje el sueldo a los que más ganan que se suba a los que menos ganan. Te lo puedo asegurar porque yo lo he vivido. La envidia es la principal característica que corroe el alma del españolito de a pie. Los políticos lo deben saber muy bien.
Por otro lado, debo decir que en muchas empresas, las mujeres en los mismos puestos que los hombres siempre han ganado menos... nadie sabe en que se basan para ello. Qué habría que hacer? Subir el sueldo a las mujeres o bajárselo a los hombres, en igual de condiciones?
Por cierto, por casualidad el otro día me encontré a tu loro cerca de vuestra casa, llevaba prisa hacia frío. Quedamos en tomarnos, ‘algún día’, unas cervezas.
Besitos, Troglete.
Muy buenas, amigos:
Armando, y eso que no he sacado las mayores burradas de esa reforma. La cosa se torna decimonónica. Pero bueno, quizá como decía aquel, cuanto peor, mejor. Eso nos revitalizará en la mala leche y la protesta. Bruselas parecerá un lugar muy belga, pero está lleno de mandarines de estirpe.
Jelou, Esther, los mandarines son grandes insultadores, no se repiten, je, je. Claro que hay envidiosos, ¿cómo no ha de haberlos? Dicen que el comunismo se basa en la envidia, lo que yo tengo claro que el capitalismo sí que se basa en la envidia, en querer tener más que aquel. Y esa envidia se explota y se manipula, de la forma más cínica, hablando de "...los injustos privilegios de...", y ya está la trampa puesta. Eso sí, otra cosa son los sinverguenzas que se jubilan con 50 millones de euros. A esos sí hay que igualarles a la baja. Y lo de las mujeres, ¿qué decir? Continua siendo así en muchos casos, y aquí sí que habría que igualar hacia arriba. Si alguien por hacer un trabajo merece 1.000 y se ve lógico y sale rentable, quien hace el mismo trabajo debe ganar también 1.000.
Así que al loro, ¿eh? Eso de "algún día" me suena demasiado lejano, je, je. A ver si lo acercamos.
Abrazotes.
Esta claro. Los mandarines hispanos, con su reforma del miedo, han comenzado por igualar a la baja a los currantes de la piel de toro, y al alza a empresarios, banqueros y políticos que se repartirán las prebendas del gobierno y esas plusvalias del trabajo ajeno . A los currantes hispánicos se les aplicará el modelo chino (trabajo a cambio de cama y hamburguesa con queso): Mientras que a la elite se le seguirá aplicando el modelo Español, aunque reforzado con las teorías de Milton Fridman.
Ahora, para el caso del yernisimo Iñaki Ungranpillin, nos toca esperar el fallo de la "justicia inversa", Aunque ya sabemos que será ¡INOCENTE del TODO! igual que todos los inocentes que han votado a la tropa que nos está haciendo sufrir...
A mí es que no me apetece ni hablar. Estoy que echo humo. Nos vemos en las calles Troglo.
Saludos.
Saludos:
Kuto, así es la cosa. Te desvalijan en tu rostro, Robin Hood al revés. Ahora ya tienen todas las armas. Lo único es que seguimos siendo más. ¿El yernísimo? Bien, gracias. No molestemos a la infanta con declaraciones, que tiene mucho que hacer. Un tirón de orejas y arreglao, que la royal family es muy campechana.
Mamen, allí nos vemos, fíjate donde veas revolotear un loro. No te chines, que verás cosas peores, si no al tiempo.
Abrazotes.
Troglo, he leído recientemente en los diarios que circulan en Chile, algunos puntos relacionados con la reforma laboral, y casi no lo podía creer, como disminuyen los salrios y las pensiones. Pobres asalariados españoles.
Saludos
Hola, Hector. Pues, según ellos, es sólo el principio del principio. Más bien el principio del fin, creo yo. Seguiremos peleando, no nos queda otra.
Abrazos.
Sencillamente genial esta historia mandarinesca del lejano Oriente. O quizás no tan lejano ni tan oriental.
Me alegra volver por aquí después de tanto tiempo y comprobar que don Troglo no ha perdido ni pizca de su acidez en las teclas.
Un saludo.
Pero Troglo no sé de que te escandalizas, en el Oriente siempre ha triunfado el igualar a todos menos a los de arriba, quiza nos estamos orientalizando a marchas forzadas ;)
Muy buenas:
Dama, me alegro de verte de nuevo. Me temo que el Oriente ya lo tenemos encima. A ver si la acidez nos sirve para librarnos un poco de la bilis, je, je.
Ralph, lo de igualar a todos menos a algunos yo creo que es universal. Ya sabes, los pringaos somos el 99%. Entonces, ¿por qué seguimos siendo unos pringaos? Un misterio a resolver.
Abrazos.
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